Nayib Bukele se autoproclama “dictador de El Salvador”
El mandatario derechista ya no es presidente sino más bien dictador del pequeño país centroamericano. Viene avanzando en hacerse de los tres poderes de la República ante las críticas de la comunidad internacional.
Nayib Bukele llegó a la presidencia de El Salvador legítimamente, con votos de la mayoría de la ciudadanía, con una propuesta rimbombante y llena de populismo con idearios de derecha y la promesa de sacar al país centroamericano de la pobreza.
Sin embargo lo que ha hecho es visto con miedo por la región y por la comunidad internacional en general: desde que invadió el Parlamento con militares para presionar a los legisladores a aprobarle préstamos extraordinarios, ha venido avanzando en la conformación de un gobierno claramente ultraderechista y ultraconservador, llegando incluso a reformar la Constitución Política para prohibir de tajo el matrimonio igualitario y el aborto.
En una movida supuestamente irónica, ahora Bukele se autoproclamó “dictador de El Salvador”, tal como lo puso en su biografía de Twitter. «Acabamos de comprar el chapuzón. ¡150 monedas nuevas bitcoin!», fue uno de sus últimos tuits, en alusión a la intervención del Estado en el recientemente legalizado mercado de bitcoins que él convirtió en moneda de curso legal.
Después, escribió un tuit en el cual dice que El Salvador no es “el patio trasero de nadie” y luego un video de 2 minutos y 45 segundos de un rimbombante discurso presidencial del 15 de setiembre, cuando todo Centroamérica -entiéndase Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El salvador y Guatemala- celebraban 200 años de independencia. “hemos empezado a saldar deudas históricas, que fueron promesas de campaña de gobiernos anteriores y que, durante décadas, solamente quedaron en palabras. En 2022 pondremos la primera piedra de enormes proyectos de infraestructura”, se le ve decir frente al Palacio Presidencial de San Salvador.
“Un régimen híbrido”
Recientemente, aprobó un decreto presidencial con el cual mandó a jubilación a todos los jueces y fiscales que tengan más de 60 años, dejando sin cabeza a más de un tercio de juzgados y fiscalías de El Salvador. Antes, había logrado que su partido Nuevas Ideas se hiciera con el control absoluto del Parlamento, que ahora le aprueba leyes con apenas discusión.
“Mi país ya no es una democracia imperfecta, es un régimen híbrido con fuertes elementos de autoritarismo y algunos escasos remanentes de institucionalidad democrática. Aunque eso es suficiente mala noticia, creo que lo peor está por venir”, se lamenta el periodista salvadoreño Óscar Martínez, jefe de redacción del diario digital El Faro, que Bukele ha perseguido e intentado cerrar en diversas ocasiones sin éxito.
“Han salido a la luz detalles de su negociación secreta con las tres pandillas; ha utilizado a la Asamblea Legislativa, que controla, para reformar leyes y purgar a un tercio de los jueces del país, allanando el camino para nombrar a jueces leales a él. Y, como si no bastara, violando la Constitución, la Sala de lo Constitucional impuesta por sus diputados emitió una resolución que permite la reelección inmediata de Bukele para el periodo 2024-2029. Todo esto sin contar algunas piezas que parecen añejas, como la ley de inmunidad para sus funcionarios por las compras en pandemia que aprobó su Asamblea en mayo; u otras más recientes que aún estamos procesando, como la entrada en vigor de la Ley Bitcoin del 7 de septiembre, de la que el gobierno ni siquiera ha informado quiénes están a cargo de su implementación”, dice Martínez en una columna que fue publicada por el New York Times.
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