María Teresa Fontela. La ex primera dama de Brasil habló con LA REPUBLICA

Viuda de Goulart: "No quería  creer que lo hubieran matado"

Elegante y firme en sus expresiones y gestos, María Teresa conserva el refinamiento que en los años sesenta la colocó, junto a Jaqueline Kennedy, como modelo de belleza internacional.

Aún hoy en Brasil se le considera como la «primera dama» más atractiva que hubo en la historia del país. Nacida un 23 de agosto de 1940, era una niña de 14 años cuando conoció a «Jango» durante su «baile de debutante» en la casa de una tía que era cuñada del líder Getulio Vargas. Sólo dos años después, cuando terminó sus estudios en Porto Alegre, se casó con el ya vicepresidente Goulart. Se convirtió en la «primera dama» de Brasil con 21 años, cuando en 1961 Jango asumió la primera magistratura ante la renuncia de Jaino Cuadros y tres años más tarde, con el golpe militar que derrocó la institucionalidad del país, pasó a ser la mujer del presidente exiliado en Uruguay. En 1976 pasó a ser su viuda. Esta semana, María Teresa volvió a Montevideo para participar del estreno del documental «Jango en Tres Actos», que se lanzó anoche en el Festival de Invierno de Cinemateca Uruguaya, y conversó con LA REPUBLICA sobre sus recuerdos y su convicción de que Goulart pudo ser asesinado. «Yo siempre digo que Uruguay es para mí la segunda patria, porque nosotros cuando llegamos aquí fuimos tratados con mucho cariño. Mi marido era muy querido y mis hijos crecieron aquí. Más allá de todo lo que pasó, tengo buenos recuerdos. Uruguay está siempre en mi corazón», dice al presentarse.

 

«Saber lo que pasó»

Ustedes vivieron en Uruguay hasta que Jango se ve obligado a renunciar a su asilo político y viajaron a Argentina donde poco después él muere de un supuesto ataque al corazón. Hoy se está descubriendo que no habría sido así y que Goulart pudo haber sido asesinado. ¿Cómo revé aquellos días en los que en Uruguay no los estaban protegiendo, sino vigilando y controlando?

-Sí, ahora me resulta muy difiícil entender todo aquello. Nunca me había pasado de tener una sospecha de que algo pudiera estar ocurriendo entonces, pero ahora tengo serias dudas sobre la situación y quiero investigar con mis hijos y nietos lo que realmente pasó, porque estamos encontrando y descubriendo cosas que nos hacen creer que lo del asesinato es verdad.

¿En aquellos años no sentían que eran vigilados? ¿Nunca ocurrió algo extraño durante el exilio en Uruguay?

-Algunas veces… Yo tuve problemas y fui detenida con mi coche y permanecí dos días incomunicada por un asunto banal. También mi hijo fue un poco perseguido en el colegio cuando estaba estudiando. Pero nunca sentimos que nos estaban siguiendo de esta manera. Algunas cosas se las adjudicábamos a los tiempos de dictadura que también acá se vivían, pero otras parecían algo más particulares y eso a mí me preocupaba en relación con mi marido. Pero luego lo desestimaba y pensaba que eran fantasías de mi cabeza.

Luego de la muerte del presidente Goulart en su villa de Mercedes, Entre Ríos en 1976, usted continúa viviendo en Uruguay hasta 1982, cuando se vuelve a Río de Janeiro con su hija Denise. ¿Cómo fueron esos últimos años en Uruguay?

-Para mí volver a Brasil fue muy difícil. Tardé un tiempo en acostumbrarme a vivir en Río. Quedé un poco enraizada en Uruguay. Hice aquí amistades que aún conservo y que mantuve durante todos estos años.

 

«No quise creer…»

A fines de los años 90, un amigo de Jango, Enrique Foch Díaz, publicó un libro titulado «Jango, el crimen perfecto» en el que afirma que Goulart fue asesinado. ¿Qué pensó entonces ante la hipótesis de un homicidio?

-Foch Díaz ya me había buscado enseguida que falleció mi marido, cuando estuve viviendo un tiempo en Porto Alegre, en el hotel Plaza. El vino, pidió para verme y dijo que no creía que hubiera sido una muerte natural. Me dijo que lo habían asesinado. Yo dije que no, no quise creer que lo hubieran matado. No puede ser, dije, eso no es verdad. Tengo todos los recortes de las noticias que salieron sobre su muerte y eso no se manejaba. Nunca quise leer el libro…

Pero hace unos años atrás, cuando aparece el ex agente uruguayo Mario Ronald Barreiro Neira en una cárcel de Porto Alegre y comienza a dar datos sobre el complot para asesinar a Jango, ¿las cosas cambiaron?

-Ahora yo tengo serias preocupaciones de que algo sucedió, porque son varias cosas que uno va juntando y se da cuenta de que algo pasó.

¿Y cómo cree que se puede llegar a la verdad?

-Yo he conversado con mis hijos de que para hacer averiguaciones en Brasil ninguna persona tomó providencias. Entonces yo creo que aquí, en Uruguay, o en Argentina sería más fácil conseguir que alguien nos ayudase en la investigación.

¿Incluso podrían presentarse en una causa ante la Justicia argentina y aun ante foros internacionales para que los gobiernos desarchiven documentos secretos y se indague a nivel de los Estados?

-Sí, yo tengo ganas de hacer eso y creo que mis hijos también.

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