Infarto "politraumatizado"
El mismo día de la muerte por torturas de Oscar Fernández Mendieta se realizó una reunión de altos oficiales en el cuartel de Durazno para dar una versión de lo ocurrido. Optaron por decir que fue un ataque cardíaco. Para cubrir a los médicos militares, llamaron al médico policial, pero se negó omitir los hematomas que se constataban en todo el cuerpo del joven.
Aquel 24 de mayo de 1973, el jefe del Servicio Sanitario de la Unidad, Dr. Julio César Rossi Salina ya había hecho un parte que sus mandos le ordenaron. «En el día de la fecha en la Enfermería del Regimiento «General Pablo Galarza» de Caballería Nº 2 (MM), siendo la hora 19.15 fue examinado el cadáver correspondiente a OSCAR FELIPE FERNANDEZ MENDIETA, oriental, casado, de 26 años de edad, siendo la causa de la muerte, de acuerdo al examen clínico realizado un infarto de miocardio, presenta además dicho cadáver escoriaciones en la región prontoparietal, hombro izquierdo y hemitórax izquierdo».
Dos días más tarde, la esposa de Oscar, Graciela Ferreira, pidió que se hiciera una nueva autopsia del cadáver de su esposo, pero sólo logró que permitieran hacerle un examen externo por parte de los médicos Eduardo Pastor, en su calidad de antiguo médico de la familia, Edison Scaffo y Carlos Schettini, quienes ampliaron los detalles de la tortura recibida por Fernández Mendieta, en un acta clínica.
Allí se describe: «Cabeza: 2 erosiones frontales izquierdas; una parieto temporal derecha; erosiones en el labio inferior. Hombro izquierdo: tres erosiones sobre región deltoides. Dos erosiones subclaviculares izquierdas. Hematomas de mano derecha e izquierda. Hematoma de extremidad inferior de antebrazo izquierdo. Gran hematoma en región toráceo abdominal (de unos seis por ocho cm). Erosiones en cara externa y superior de muslo izquierdo. Hematoma y erosiones en ambas rodillas. Hematoma en cara externa de muslo derecho. Se observan además dos incisiones suturadas: una longitudinal toraceoabdominal en Y, una transversal de abdomen».
Las incisiones correspondían a la autopsia que finalmente le habían practicado los propios médicos militares Juan José Navarro y Julio Rossi Salinas, junto al médico policial Hugo Bosch, quien finalmente firmó el extraño diagnóstico en la partida de defunción: «Infarto de miocardio (politraumatizado)».
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