Politólogo Hugo Borsani: “en América Latina hay una pérdida de credibilidad en la democracia”
“La insatisfacción de la población (latinoamericana) es con todo tipo de gobierno”, subrayó Borsani en esta entrevista con LARED21.
Hugo Borsani es científico político uruguayo, profesor de la Universidad Estatal del Norte Fluminense – UENF (Brasil), doctor en Ciencia Política por el Instituto Universitario de Investigaciones de Río de Janeiro (Brasil) y editor y miembro del equipo coordinador del portal Latinoamérica21.
¿Qué es el portal “Latinoamérica21”?
Latinoamérica21 es un portal de contenido, de análisis, y de opinión de expertos y especialistas. Generalmente son académicos que producen artículos que son publicados en Latinoamérica21, también en las ediciones online de los principales diarios de América Latina, en el caso de Uruguay publicamos en El Observador, y son artículos producidos básicamente en temas de política, economía y sociedad. La idea es hacer un nexo entre el mundo académico, aunque no exclusivamente académico, porque también hay periodistas y gente que trabaja en organizaciones no gubernamentales, pero básicamente es el mundo académico y el público en general. La intención es llevar nuestra capacidad de análisis, en un mundo donde hay diversidad de información, pero a veces falta calidad en esa información. Esa falta de calidad, es parte del problema en las sociedades contemporáneas. Este grupo está coordinado e ideado por un periodista uruguayo radicado en España llamado Jerónimo Giorgi, y hay un equipo de colegas de diferentes países que estamos en la coordinación y más de 300 columnistas, que son los que producen estos artículos, que pasan por una cierta edición obviamente, para que lleguen con un lenguaje claro y directo. Los académicos a veces no tenemos esa costumbre. El portal comenzó con Jerónimo (Giorgi) en el año 2017, luego nos fuimos incorporando los demás, y hoy se llega a la publicación de un artículo por día y a veces más cuando los temas son más candentes, y alrededor de 15 diarios de la región que publican nuestros artículos. Es una plataforma de análisis y de opinión plural, hay diferentes puntos de vista, tanto dentro del equipo coordinador como de los columnistas, y defendemos la democracia representativa y liberal. Defendemos los derechos humanos y la libertad de expresión. Esta es una característica que tratamos de mantener y de cuidar.
Nosotros lo que estamos tratando de hacer con ese índice, es enfocarlo en la calidad de la gestión de los gobiernos, no tanto la democracia, aunque también está incorporada en nuestra investigación, sino la calidad de la gestión, cómo están siendo conducidos esos gobiernos en los distintos aspectos de la política pública, y todos aquellos aspectos que involucran la gestión de gobierno.
¿En este momento están abocados en la construcción de un índice de calidad gubernamental de los gobiernos del continente?
Se llama Índice de calidad de la gestión de los gobiernos. Muchos sabrán que existen los llamados índices de la democracia, por ejemplo el de la revista The Economist que pública todos los años, y hay otros en el mundo académico, que miden el ranking de cómo está la democracia en los países. Sabemos que Uruguay está siempre dentro de aquellos que tienen puntos más altos en la consideración de la democracia. Nosotros lo que estamos tratando de hacer con ese índice, es enfocarlo en la calidad de la gestión de los gobiernos, no tanto la democracia, aunque también está incorporada en nuestra investigación, sino la calidad de la gestión, cómo están siendo conducidos esos gobiernos en los distintos aspectos de la política pública, y todos aquellos aspectos que involucran la gestión de gobierno. Por allí va la originalidad y la innovación de ese índice, que está siendo construido a través de la opinión y la percepción de expertos, tanto de académicos, cientistas políticos, sociólogos y periodistas especializados de cada país. La idea es medir la gestión de gobierno en 18 países de América Latina. El objetivo es elaborar un ranking y al mismo tiempo, aportar una serie de análisis. El cuestionario va dirigido a académicos y a periodistas, y está siendo construido, desde el punto de vista teórico, por un conocido cientista político italiano llamado Leonardo Morlino, que trabaja teórica y empíricamente con el tema de la calidad de la democracia y basado en una dimensión, que es la percepción de los consumidores y en este caso de los ciudadanos. Hay otros índices que miden esa percepción sobre la democracia, uno muy conocido es “Latinobarómetro” para América Latina. Nosotros nos dirigimos especialmente a las personas que estudian y que elaboran, es un círculo reducido pero especializado. Uno de los objetivos precisamente es hacer esa comparación, es decir, comparar nuestro índice con otros más amplios que consultan a la ciudadanía. La idea es medir como los gobiernos se están desarrollando. Obviamente hay preguntas que tienen que ver con la calidad de la democracia y cómo funcionan las instituciones. Se puede tener muy buen gobierno, muy buenos gobernantes en un país donde sin embargo, está muy complicada la situación. El foco es la gestión de cada gobierno, es un índice que pretende ser anual, o sea, para ver justamente cómo va esa evolución.
En el año 2019, comienzan los estallidos en Chile, Perú, Ecuador y Bolivia, a partir de ahí, aunque venga de antes, hay un llamado de atención fuerte de que las cosas no están nada bien, y hay una pérdida de credibilidad en las instituciones eminentemente políticas y en el conjunto de la democracia.
¿Todo indica que será publicado en 2023?
Sí, la idea es que en el primer semestre de 2023 pueda ser publicado y divulgado por todos los medios.
¿Crees que hay un decaimiento de la credibilidad de la democracia incluso en países como Uruguay?
Sí, todos los índices conocidos indican eso. Además de “Latinobarómetro”, fue publicado el índice de la organización “Idea Internacional”, que también muestra esa pérdida de confianza e incluso, pérdida de la propia calidad de la democracia. En el año 2019, comienzan los estallidos en Chile, Perú, Ecuador y Bolivia, a partir de ahí, aunque venga de antes, hay un llamado de atención fuerte de que las cosas no están nada bien, y hay una pérdida de credibilidad en las instituciones eminentemente políticas y en el conjunto de la democracia. Pensemos lo que ocurre en Brasil, un conjunto de personas, relativamente importante, llamando a una intervención militar, después del resultado electoral (triunfo de Lula da Silva). En términos electorales son minorías, pero no son pocos. Estos grupos se movilizan y se expresan contra el régimen institucionalizado, hay un crecimiento de partidos con una retórica muy crítica al funcionamiento tradicional de la democracia. Hay críticas a la división de poderes, que el que ganó, tiene que gobernar haciendo lo que quiere. Sostienen que el funcionamiento de la democracia es muy lento y muy complicado. Otro indicador que me parece interesante, en los últimos cinco años, de las 18 elecciones que ha habido en América latina, en 14 ha habido cambio de gobierno, y de esos 14, en 13 ha habido cambios de orientación política. La alternancia política es importante y saludable, pero a veces, cuando está generalizado, cuando el gobierno no consigue ser reelecto y se pasa a un gobierno opuesto al que estaba, esto está indicado la dificultad y la insatisfacción de la población con todo tipo de gobierno. Porque incluso se ha pasado de izquierda a derecha y viceversa. Esto muestra la dificultad que hay en poder satisfacer mínimamente a la mayoría de la población. La fragmentación de la sociedad, y por tanto, del sistema político, es muy grande, y donde los bloqueos son importantes. Los resultados electorales están divididos, están polarizados, esta polarización es indicador de una insatisfacción grande. A pesar de la insatisfacción, hay una cierta resiliencia de las instituciones democráticas. El intento de golpe de Estado en Perú, que fue rápidamente controlado por las instituciones, también las situaciones vividas en Chile y antes en Ecuador, todos salieron de alguna forma por mecanismos institucionales, lo cual demuestra que al mismo tiempo hay un “colchón” importante de defensa de las instituciones. Sin embargo, el embate es constante y no se puede seguir sin satisfacer mínimamente a la población. Si esa insatisfacción sigue creciendo, tal vez esas salidas institucionales que hubo para estas situaciones, no se consigan resolver en el futuro. Entonces, es un tema que debe ser atendido, y los gobiernos y las oposiciones, deben estar muy conscientes de los riesgos.
El centro de la preocupación de los uruguayos sigue siendo la situación económica y la inseguridad ¿Estas preocupaciones se pueden extender al continente?
La situación económica, es el principal motivo de insatisfacción, está la cuestión de la seguridad, creo que hay otros elementos importantes en lo demás países y en menor medida en Uruguay, que es la cuestión de la corrupción, la corrupción es un factor de peso muy fuerte en el descrédito de las instituciones, en algunos países el fenómeno de la inmigración ha afectado fuertemente, es el caso de Chile y Colombia, y la dificultad de los países en resolver el problema. Estos temas son preocupaciones compartidas, y todas estas situaciones, a pesar del cambio de gobierno, no se consiguen resolver, incluso pareciera que se profundizan, todos factores que influyen en ese desprestigio de las instituciones. Es decir, a la situación económica y a los problemas de seguridad, agregaría el problema de la corrupción.
Los datos económicos que surgieron a raíz de la transición, muestran un país en una situación económica y financiera muy grave, y la situación social muy mala. Lula tendrá que lidiar con una gran parte de la población, que no reconoce la legitimidad de su gobierno, un grupo minoritario que sigue acampado y pidiendo la intervención del ejército.
En Brasil, a días de la asunción nuevamente de Lula da Silva, un claro cambio de signo político ¿cómo está la situación?
Es un cambio muy importante para Brasil y para América Latina, creemos que será una transición normal, no se sabe si Bolsonaro le pasará o no la banda presidencial, que es una tradición aquí. Hay veces que da a entender que lo hará y otras veces que no. Quizás los partidarios más radicalizados, que no han reconocido la derrota de Bolsonaro y que no reconocen al gobierno electo, estarán controlados. No hay temores, pero la situación es compleja, porque el país está muy dividido, la polarización implica el rechazo “al otro”. En Brasil ganó un frente democrático del cual el Partido de los Trabajadores, son la parte principal pero no la única. Justamente, el triunfo como se da por escaso margen, esos otros apoyos que recibió Lula fueron fundamentales para ganar. Esos apoyos hacen que sea compleja la conformación del nuevo gobierno. Es un frente amplio, de muchos partidos, con muchos apoyos, incluso incorporó algunos partidos que venían apoyando a Bolsonaro, partidos que apoyaron a Bolsonaro durante su gobierno y que ahora en las elecciones no apoyaron a Bolsonaro, pero tampoco a Lula. Son partidos que tradicionalmente están con el gobierno, con cualquier gobierno. Lula debió ampliar el número de ministerios, para dar cabida y obtener el apoyo de esos partidos, y eso hace que la formación del nuevo gobierno sea difícil. Aunque faltan muchos cargos a definir, sin embargo los ministerios de economía y de exteriores ya están definidos. Desde el punto de vista político, el gobierno sabe que la situación será compleja, el gobierno cuenta con mayorías parlamentarias pero precisa una amplia capacidad de negociación, creo que Lula la tiene, pero es importante saber que no estamos en 2003, son 20 años después, la situación económica de Brasil es completamente diferente. Los datos económicos que surgieron a raíz de la transición, muestran un país en una situación económica y financiera muy grave, y la situación social muy mala. Lula tendrá que lidiar con una gran parte de la población, que no reconoce la legitimidad de su gobierno, un grupo minoritario que sigue acampado y pidiendo la intervención del ejército, se trata de un grupo movilizado, la semana pasada en Brasilia cometieron actos de vandalismo, quemaron vehículos incluso hubo muchos destrozos. Es un problema importante, no va a interferir en el gobierno, pero requerirá algún tipo de acción. El gobierno tendrá que actuar con mucho cuidado.
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