Fasano sobre la LUC: “Seamos otra vez, obstetras de la historia”
Entre gallos y medianoches, amparados por la presencia de una mayoría que olvidó al propio pueblo que la eligió, la coalición conservadora aprobó por primera vez en la historia uruguaya una ley sin discusión parlamentaria de 476 artículos sobre todos los temas republicanos presentes y futuros, escribiendo una de las páginas más insensatas de la legislación parlamentaria patria.
Resultó un abuso inadmisible de una clase dominante atrasada que al par que vaciar el manantial de los sueños realizados en los últimos tres lustros, modificó de raíz mediante un dislate jurídico disfrazado de sarcasmo sádico, la urdimbre conceptual del país.
Se impuso en la emergencia el vituperado sistema patrimonialista sostenido por una red de complicidades para proteger los intereses espúreos de los ¨malla oro¨.
De esos 476 artículos, el pueblo uruguayo se sintió ofendido por 135 de ellos, empapados de rapacidad social. Los intentará derogar el 27 de marzo.
La esencia de los cromosomas injustos de esos 135 artículos se apoyan en el escarnio social, el sadismo económico, la demagogia punitiva, la escasez ética, el estrés democrático, la estética del maltrato y la corrupción del sentido común.
La democracia uruguaya está estresada. Y lo seguirá estando hasta el 27 de marzo.
Hundir el escalpelo en los intersticios de los 135 artículos de la restauración regresiva no es posible en los límites de este artículo, pero sí es tarea, la de definir la naturaleza del clivaje de esta coyuntura, la de identificar la contradicción principal del referéndum de la dignidad, la de revelar el porqué del cómo.
No podemos hablar de la fatiga del poder porque el presidente Lacalle Pou no tuvo tiempo de cansarse. Apenas asumió impuso el esperpento silenciando todo debate previo, optando por el camino perezoso del atajo parlamentario, decretando urgencias sobre medio centenar de temáticas, que de celeridad nada tenían, violentando incluso la Carta Magna de nuestra República.
Se han gastado ríos de tinta cuestionando esos artículos sobre la inseguridad ciudadana que crecerá al amparo de la punición indiscriminada y la justicia por mano propia, sobre la insólita enseñanza sin educadores, sobre los desalmados desalojos express, sobre la portabilidad numérica que a la larga desangrará a nuestra Antel orgullo de la telefonía oriental, sobre el piedra libre a las mafias para blanquear sus felonías hasta el monto de 100 mil dólares cada vez que se les ocurra, sobre el debilitamiento y la privatización de las empresas públicas, sobre el recorte de los derechos laborales, sobre la indefensión del salario, y sobre la reducción del Estado donde lo público será cada vez menos público y lo privado cada vez más privado, entre decenas de desatinos más. Todos estos territorios en disputa tienen en la LUC una filosofía coherente con los principios de esa cohorte de implacables dirigentes políticos: desatender las necesidades de los más débiles, proteger a los más fuertes, aplicando un darwinismo social que viola los derechos y libertades de los más, para enaltecer los privilegios de los menos. Ese es el porqué del estropicio. El cómo fue la ilegal LUC. En eso han sido coherentes con sus ideas contra la emancipación de las grandes mayorías.
El clivaje del 27 de marzo no es hoy frenteamplismo-antifrenteamplismo, gobierno-oposición, aunque estén muy cercanos a esa polarización. El clivaje es LUC-ANTILUC, porque la LUC, en su formidable estafa social y económica no afecta solo a los frenteamplistas, afecta a la inmensa mayoría del pueblo uruguayo, sean contrarios al Frente Amplio o seguidores de él.
Neguémonos al Estado sin la vida que es lo que proponen esos 135 artículos. Allí donde no hay Estado la consecuencia inmediata es la pulverización de los más débiles y la concentración de la riqueza en los más fuertes.
Neguémonos también a la supremacía de la materia prima sobre la materia gris que es lo que buscan algunas de las 135 propuestas. No dejemos que la dirección moral e intelectual de la sociedad esté en manos de los malla oro.
Busquemos reeditar el plebiscito del 80 y el referéndum de 1992 siendo el único país en el mundo que derrotó en una consulta popular el intento de privatizar las empresas públicas, ordenado por el padre de nuestro actual presidente. Volvamos a hacerle a ese linaje morder el polvo de la derrota.
La acumulación más difícil de la historia no es la acumulación de la riqueza que propone Lacalle Pou, ni la acumulación de fuerzas que propone la izquierda uruguaya, sino la acumulación de la inteligencia ética. La ética democrática de este esfuerzo debe unirse a la estética maravillosa del maracanazo político que significó haber juntado casi 800 mil pulgares a puro pulmón y contra todas las encuestas.
Tengamos presente que sin cierta dosis de compromiso emotivo es muy difícil mover las montañas. Se requiere cierta magia primitiva, cierta épica mística para lograrlo, como lo hicimos con las 800 mil voces que fueron escuchadas en todos los rincones del terruño.
Es una verdad probada por la historia que solo persiguiendo lo imposible, se alcanza, como decía Max Weber, lo que en cada etapa es posible. La del 27 vaya si es posible.
Las democracias producen sorpresas pero su más alta constatación es la reflexión de las sociedades civiles.
Levantemos las tapaderas de las marmitas donde se cocina el porvenir. Reencontremos la espesura de la realidad social y hagamos resurgir los dolores que se ocultan en ella.
Pensemos con inteligente emoción, participo luego existo. Convirtamos en cartuchos quemados a los 135 artículos que nos impusieron en medio del secreto.
No dejemos cuerdas sin templar.
Construyamos una nueva Epifanía.
Seamos obstetras de la historia.
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