Turismo rural y alojamientos en estancias, la nueva tendencia en viajes locales
Estancias en la Patagonia argentina están incorporando el turismo rural a su quehacer diario. Quienes deseen experimentar la verdadera vida del campo en este particular ecosistema, uno de los más bellos del mundo, pueden hacerlo y disfrutar sus mágicos paisajes que se plasman en fotografías y recuerdos imborrables.
Descubrir la Patagonia significa conmovernos con los atardeceres infinitos de sus estepas, fascinarnos con la majestuosidad de sus glaciares, perdernos en la belleza de sus ríos y montañas, y deslumbrarnos con la emocionante naturaleza tanto de sus desiertos como de sus espesas praderas áridas.
La región patagónica argentina se nos presenta poblada por miles de hectáreas aún vírgenes. Todavía salvaje, todavía agreste, todavía misteriosa, es dueña de un extenso territorio compuesto por un total de seis provincias y 930 638 km² mágicos y latentes de ser descubiertos.
Dentro de esta imponente inmensidad nacen las cada vez más requeridas estancias turísticas patagónicas, las cuales originalmente habían basado su existencia y sustento en la cría de ganado ovino y plantación agrícola, práctica que conservan hasta hoy.
Sin embargo, en los últimos años el deseo del ser humano en explorar y conectar sensorialmente con uno de los lugares más bellos del planeta ha dado paso al crecimiento de la demanda del llamado turismo rural. Y estas miles de hectáreas, casi sin habitantes, han reconvertido su propósito sin perder su esencia ni sus arraigadas costumbres.
La distante Patagonia nos es próxima gracias a la excelente conectividad que ofrece Argentina como así también a la cada vez mayor y variada oferta de estancias pensadas para nosotros, los turistas. Allí se nos invita a despojarnos de nuestro sentir urbano con el fin de ofrecernos una experiencia personalizada en el arte de convertirnos en verdaderos gauchos criollos y adentrarnos en la práctica de actividades tan ajenas como fascinantes.
Si bien se extienden por toda la región, el viento patagónico sopla sobre los campos de Chubut, Santa Cruz y la región del Valle Medio de Río Negro. En estos tres deslumbrantes lugares en cuanto a su paisaje, es en donde encontraremos la mayor variedad de estancias turísticas que han sido cuidadosamente adaptadas a las necesidades contemporáneas, pero respetando la mística rural y el entorno del lugar.
Algunas son lugares para pasar el día y otras han sido rediseñadas para proveernos de servicios de alojamiento con todas las comodidades y el confort necesario de los mejores hoteles. Son establecimientos concentrados en el detalle que logran enamorar a todo turista que busque valorar la experiencia de un trato absolutamente personalizado. Se mantienen abiertos durante el año entero ya que todas las estaciones de la Patagonia conservan su magia y su encanto. Y las estancias adaptan su oferta con propuestas o actividades de acuerdo al clima y el lugar.
Cualquiera de ellas está preparada para recibirnos con la amabilidad y el encanto de la gente de campo, siempre dispuesta a compartir sus anécdotas, sus vivencias y su cultura en estos alojamientos que promueven la idiosincrasia de adoptar la vida rural y cuya arquitectura, mayoritariamente inspirada en el estilo inglés, nos evoca y traslada a la gloria de las nobles y lujosas construcciones de épocas pasadas.
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Todas ofrecen muchas más opciones que las de dormir bajo las estrellas patagónicas y nos estimulan a disfrutar de las actividades típicas de cada lugar. Realizar cabalgatas, esquilar ovejas, practicar trekking, participar en el avistamiento de flora y fauna o pescar deportivamente en rincones inexplorados, dueños de una belleza pocas veces vista, son parte del mundo que constituye su día a día.
Experimentar la rutina de convertirnos en un gaucho argentino, y desconectar del vértigo citadino, es el principal encanto para todos quienes elegimos descubrir esta aventura, la cual seguramente volveríamos a repetir una y otra vez.
La Patagonia recibió la certificación como Destino Seguro durante el COVID-19, por paret del Consejo Mundial de Viajes y Turismo.
El día de un paisano sureño puede comenzar con la aventura de un arreo de caballos o de ganado, con una escalada montañosa o de trolling por los lagos transparentes que pueblan la región sur de Argentina. Pero si esto nos parece poco, muchas estancias también brindan expediciones arqueológicas, o paseos por los bosques nevados de los parques nacionales o de áreas naturales y reservas ecológicas.
Los safaris fotográficos son otras de las variadas actividades que ofrecen estos establecimientos y que no podemos dejar de realizar. Con la suerte patagónica a nuestro favor descubriremos, además de la deslumbrante naturaleza, especies como el huemul y el pudú, pumas, maras o liebres patagónicas, guanacos, zorros, cóndores, cisnes de cuello negro y ñandúes.
Para quienes también nos sentimos seducidos por el azul profundo, las excursiones marítimas son más que recomendadas y pueden realizarse partiendo desde las propias estancias.
En los lagos y ríos que las bordean se pueden encontrar especies autóctonas como la trucha marrón, la trucha arco iris y el salmón encerrado o trucha plateada, famosa en la fauna marina por su gran tamaño. Del otro lado de la ribera, la mágica Patagonia nos deslumbrará con pingüinos, lobos marinos, delfines y hasta Ballenas Francas Australes.
Por supuesto, la experiencia gourmet se convierte en parte fundamental y es imposible cerrar nuestra visita o estadía sin habernos deleitado con los aromas y sabores de la cocina patagónica. Comenzar una degustación con la clásica empanada argentina como aperitivo y acompañada de una buena copa de Merlot o Pinot Noir, dos de las cepas vinícolas más populares de la región, será en preludio ideal para recibir al delicioso y jugoso cordero patagónico asado de primerísima calidad, la estrella de todo menú.
La noche de la Patagonia es igual de disfrutable que el día. El silencioso hábitat invita a los más audaces a vivir la aventura en un campamento nocturno y conectar con la naturaleza a pleno. Pero tranquilos, para los que preferimos estar cerca del confort del casco, la magia de adentrarnos en el ritual del mate frente a un fogón con aroma a leña recién cortada, previo a una cena campestre y perdidos bajo la inmensidad del cielo del fin del mundo, es un plan tan simple como generador de sensaciones irrepetibles. Una postal del sur infinita que se nos hará difícil de olvidar; lo más cercano a una experiencia mística.
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