Un órgano contestatario de la Iglesia Católica latinoamericana
El Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), cuyo presidente, el obispo colombiano Jorge Jiménez fue secuestrado por presuntos rebeldes de las FARC, es un órgano de la Iglesia Católica fundado en 1955 que en los últimos años ha alzado su voz contra le deuda externa que agobia a América Latina y el Caribe.
Creado por el Papa Pío XII a pedido de los obispos latinoamericanos y caribeños y con sede en Bogotá, el Celam presta servicio a 22 conferencias episcopales y actúa como el órgano colegiado más importante de los jerarcas católicos de la región.
El Celam presta servicios de contacto, comunión, formación, investigación y reflexión a las conferencias nacionales de obispos.
Sus directivos son elegidos cada cuatro años por una asamblea ordinaria que reúne a los presidentes de las conferencias episcopales de los países latinoamericanos y caribeños.
Monseñor Jiménez, también obispo de la central localidad colombiana de Zipaquirá, fue elegido titular del Celam en la asamblea celebrada en Quito entre el 11 y el 14 de mayo de 1999.
En esa ocasión también fue elegido como primer vicepresidente el cardenal chileno y arzobispo de Santiago, monseñor Francisco Javier Errázuriz, quien viajó a Bogotá para asumir temporalmente la presidencia, tras el secuestro de monseñor Jiménez.
El segundo vicepresidente del Celam es monseñor Geraldo Majella Agnelo, arzobispo de Sao Salvador de Bahía (Brasil); el presidente del comité económico es monseñor Roberto González Nieves, arzobispo de San Juan de Puerto Rico, y el secretario general es el obispo de Texcoco (México), monseñor Carlos Aguiar.
Tanto monseñor Jiménez como varios ex directivos del Celam, entre ellos el cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga y el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos actual prefecto de la vaticana Congregación para el Clero , han alzado su voz contra la injusticia social en América Latina y el Caribe y la deuda externa que agobia a los países de la región.
Monseñor Jiménez señaló hace un año a la AFP que los países ricos deberían condonar las acreencias a los latinoamericanos y caribeños, por cuanto éstos han pagado esa deuda varias veces. *
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