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Elecciones europeas: La extrema derecha no crece lo que esperaba y quedan en minoría

Si bien mostraron un crecimiento, aumentaron su presencia en el Parlamento europeo en menos cantidad de legisladores de lo que soñaban. Los partidos tradicionales y las fuerzas proeuropeas deberán adaptarse a este nuevo panorama político y encontrar formas de responder a los desafíos planteados por la extrema derecha.

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Las recientes elecciones europeas han confirmado una oleada de partidos de extrema derecha, aunque esta no constituye una marejada homogénea y su magnitud varía significativamente entre los distintos países.

Los partidos de extrema derecha han ganado aproximadamente 170 escaños, lo que representa el 24% del total de 720 escaños del Parlamento Europeo. En comparación, en 2019, estos partidos contaban con 165 diputados, una ligera mayoría, incluyendo los 29 escaños del Partido del Brexit en el Reino Unido.

Principales ganadores, consolidación y nuevos actores

El mayor número de escaños de extrema derecha proviene del Rassemblement National (RN) francés, con 30 escaños; seguido de Fratelli d’Italia, con 24 escaños; el PiS polaco, con 19 escaños; el AfD alemán (de características neonazis), con 17 escaños; y Fidesz en Hungría, con 17 escaños. Estos cinco partidos suman más de la mitad de todos los representantes electos de extrema derecha en el Parlamento Europeo.

La consolidación de los euroescépticos es evidente en casi todos los Estados miembros de la UE, con la excepción de Irlanda y Malta. En Francia, Italia, Polonia, Hungría, Dinamarca y los Países Bajos, la extrema derecha está compuesta por múltiples formaciones. En Francia, por ejemplo, RN compite con Reconquête, mientras que en Italia, Fratelli d’Italia rivaliza con la Liga.

El desempeño de los partidos de extrema derecha no ha sido uniforme en toda Europa. En países como Francia, Italia, Hungría y Austria, estos partidos han obtenido resultados significativos. En los Países Bajos, el Partido por la Libertad (PVV) quedó en segundo lugar, con 7 escaños, detrás de una coalición de izquierdas. En otros países, como Bélgica y Austria, estos partidos han visto aumentos notables en su apoyo, mientras que en países como Polonia y Hungría han experimentado descensos.

Contextos nacionales dispares

En Francia, el bloque de extrema derecha compuesto por RN y Reconquête obtuvo el 37% de los votos, un máximo histórico. En Italia, el éxito de Giorgia Meloni refleja la recomposición dentro del bloque de derechas y el declive de la Liga de Matteo Salvini. En los Países Bajos, el PVV ha capturado gran parte del apoyo que antes tenía el Foro para la Democracia (FvD).

En España, el ascenso de Vox ha sido limitado, ganando solo 3 escaños adicionales respecto a 2019. En Suecia, los Demócratas Suecos han mantenido su posición, y en Alemania, la AfD ha experimentado un estancamiento con un 16% de los votos, detrás de los socialdemócratas del SPD.

La popularidad de los movimientos de extrema derecha en Europa tiene sus raíces en la “policrisis” que ha afectado a los ciudadanos europeos desde 2008, incluyendo la crisis financiera, la crisis de los refugiados de 2015, la pandemia de COVID-19, y la guerra en Ucrania. Estos problemas han alimentado el resentimiento y han sido explotados por los partidos de extrema derecha.

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Factores económicos y culturales

El contexto económico, con el aumento de los precios y las preocupaciones sobre el poder adquisitivo, sigue siendo un factor crucial para el apoyo a la extrema derecha. Desde una perspectiva cultural, estos partidos capitalizan las inseguridades relacionadas con la inmigración, como se vio en las recientes elecciones en los Países Bajos. La migración sigue siendo un tema clave, dominando la agenda electoral en países como Alemania, Polonia y Francia.

Las incertidumbres geopolíticas en torno a la guerra de Ucrania han permitido a la extrema derecha criticar a los gobiernos europeos por su apoyo a Kiev, acusándolos de belicismo. Este discurso ha sido particularmente efectivo en Alemania y Austria, donde partidos como la AfD y el FPÖ han aprovechado estas tensiones.

En muchos casos, la extrema derecha europea ha explotado el impacto socioeconómico de la guerra, centrándose en cuestiones nacionales. También ha habido una reacción contra las políticas de transición energética y el Pacto Verde Europeo, movilizando a votantes en varios países.

Normalización de la extrema derecha: la película que ya vimos

La nueva ola de extrema derecha refleja una creciente normalización de estos partidos. Figuras como Marine Le Pen y Giorgia Meloni han moderado estratégicamente sus posiciones sobre Europa, abandonando temas más radicales. Esta estrategia ha sido adoptada también por otros partidos de extrema derecha en Europa.

Actualmente, los partidos de extrema derecha están en el poder en seis países de la UE, incluyendo Italia, Finlandia, Hungría, los Países Bajos, Eslovaquia y Croacia. En Suecia, los Demócratas Suecos apoyan al gobierno de centroderecha sin formar parte del mismo. Además, la extrema derecha podría entrar en el gobierno en Austria o Bélgica, donde el cordón sanitario alrededor del Vlaams Belang está cada vez más debilitado.

Aunque aún es temprano para analizar el impacto completo de estas elecciones, la consolidación de la extrema derecha en muchos Estados miembros representa un desafío significativo para la Unión Europea. Las cuestiones clave como la inmigración, la transición energética y el apoyo a Ucrania serán áreas de conflicto. Las fuerzas proeuropeas deberían retener la mayoría, pero el cambio en el equilibrio de poder y la normalización de los principales actores de extrema derecha afectarán inevitablemente el futuro de la UE.

La extrema derecha europea enfrenta el desafío de la unidad, con divisiones significativas entre los grupos de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) y el de Identidad y Democracia (ID). Estas divisiones reflejan la realidad de una familia de extrema derecha heterogénea, con diferencias en temas como Ucrania, relaciones con Rusia y políticas económicas de la UE.

 

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