Australianos rechazaron otorgarle igualdad de derechos a los aborígenes en un fallido referéndum
La población australiana, de mayoría blanca descendiente de los colonos británicos, votaron “No” en el referéndum que buscaba otorgarle derechos a los pueblos originarios, que viven ahí al menos hace unos 60.000.
Los pueblos indígenas de Australia han solicitado una “semana de silencio” y duelo tras el rechazo de la mayoría blanca del país a un referéndum que buscaba otorgarles una mayor representación política.
Con más del 70% de los votos contados el domingo, aproximadamente el 61% de los australianos respondieron “no” cuando se les preguntó si se debía modificar la Constitución de 1901 del país para reconocer a los habitantes originales de la nación. A pesar de que los indígenas representan menos del 4% de la población de 26 millones de habitantes de Australia.
Esta desproporción es el resultado a largo plazo de la colonización británica que empezó en 1770, cuando la expedición del navío Endeavour, bajo el comando del teniente de la Marina Real Británica James Cook, cartografió y desembarcó para empezar con siglos de exterminio y conquista.
La votación en contra también implicó rechazar la creación de un nuevo órgano consultivo, conocido como la “Voz”, que habría tenido influencia en asuntos relacionados con los pueblos indígenas en Australia.
Un rechazo a los pueblos originarios: Están allí hace 60.000 años
Los partidarios indígenas de la “Voz” expresaron su desencanto ante lo que consideraron una “amarga ironía”, ya que “personas que solo han estado en este continente durante 235 años se negaron a reconocer a aquellos cuyo hogar ha sido esta tierra durante 60,000 años”.
El primer ministro Anthony Albanese, líder del Partido Laborista de centro-izquierda que apoyó el referéndum, afirmó que “compartir este continente con la cultura continua más antigua” era motivo de orgullo para los australianos. Sin embargo, Albanese mostró visible angustia cuando se dirigió a la nación el sábado por la noche y llamó a “un espíritu de unidad y curación”.
El referéndum, conocido como “La Voz”, fue el primero en Australia en casi un cuarto de siglo. Con la mayoría de los votos contados, el “No” superó al “Sí” por un margen de aproximadamente el 60% al 40%.
Este rechazo llegó después de una campaña tensa y a menudo divisiva. Los partidarios argumentaron que incluir a los pueblos indígenas en la Constitución fortalecería la unidad de Australia y marcaría el inicio de una nueva era. Sin embargo, los críticos argumentaron que la idea era divisiva y crearía clases especiales de ciudadanos, ralentizando la toma de decisiones gubernamentales.
Se les acusó de dirigirse a los votantes indecisos con un mensaje de “¿No sabes? Vota no” y de difundir información errónea sobre los efectos del plan.
El resultado deja a Albanese en busca de una forma de avanzar con su visión del país, mientras que la oposición renaciente se muestra ansiosa por capitalizar su victoria.
La senadora indígena Lidia Thorpe, quien se opuso al referéndum y abogó por el voto en contra, afirmó que las elecciones a nivel nacional “no habían causado más que daño a los primeros pueblos”.
La Organización Nacional de Salud Controlada por la Comunidad Aborigen (NACCHO), una entidad de salud dirigida por indígenas, proporcionó recursos de salud mental para las personas que experimentan “mayor ansiedad y depresión» como consecuencia del voto negativo.
La salud mental es una de las numerosas áreas en las que los pueblos indígenas de Australia enfrentan desventajas, lo que se suma a una brecha de más de siete años en la esperanza de vida entre los australianos indígenas y no indígenas.
Los pueblos originarios están en Australia hace 60.000 años
Las estimaciones más conservadoras dicen que los primeros pueblos originarios llegaron hace unos 60.000, pero otras incluso colocan a los primeros pobladores allí hace unos 120.000.
Conformaban una sociedad cazadora-recolectora que se había adaptado de manera excepcional al entorno que los rodeaba. En el año 1788, cuando los británicos arribaron a estas tierras, se estima que entre 300,000 y 950,000 aborígenes poblaban el continente australiano. En esa época, existían alrededor de 260 grupos lingüísticos distintos, cada uno con su propio sistema de comunicación que daba lugar a más de 500 dialectos.
La vida de los aborígenes se caracterizaba por la movilidad y la organización en pequeños grupos familiares. Cada grupo vivía en un territorio definido y se desplazaba de manera sistemática a lo largo de un área determinada, siguiendo los cambios estacionales. Cada grupo poseía su propia historia y cultura, con diferencias notables entre ellos. De manera periódica, estos grupos familiares se congregaban con fines sociales, ceremoniales y comerciales, llegando a reunirse hasta 500 personas en ocasiones. La pertenencia a una familia o grupo lingüístico estaba determinada por el derecho de nacimiento, el idioma compartido y las obligaciones culturales. Las relaciones dentro de estos grupos establecían categorías de responsabilidades y compromisos tanto hacia el grupo como hacia la familia.
Los aborígenes construían viviendas semipermanentes que se adaptaban a su estilo de vida nómada. La importancia recaía en las relaciones familiares y grupales, así como en la conexión con su tierra ancestral, más que en el desarrollo de una sociedad agraria o en la acumulación de bienes materiales. La vida seminómada promovía la no materialización y el valor de lo social, las actividades religiosas y espirituales.
Desde la perspectiva de las creencias aborígenes, cada área local poseía una conexión profunda con su entorno físico, el cual había sido creado y moldeado por las acciones de ancestros espirituales que, según la mitología, habían viajado a través del paisaje. Estos seres vivos y no vivos eran el resultado de las acciones de los ancestros soñadores, figuras míticas que desempeñaban un papel fundamental en la cosmovisión de los aborígenes.
Esta relación con la tierra y la naturaleza era más espiritual que física, y su religión estaba intrínsecamente vinculada a su tierra ancestral. Los aborígenes creían que su entorno era controlado por medios espirituales, y su respeto por la naturaleza y la tierra era un pilar crucial de su cultura.
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