Característico del ambiente belicista militante que domina la presentación de la guerra de Ucrania en la mayoría de los medios de información de los países de la Alianza Atlántica, es que cualquier postura crítica que se haga de la OTAN se presenta como «sostenedora y defensora de las tesis del enemigo, Putin». Ello se hace con el fin de vetar y apagar cualquier debate sobre el desarrollo de tal guerra y del conflicto OTAN-Rusia que está creando una crisis mundial sin precedentes. Esta manera de responder a esta crítica a la OTAN es frecuente en España, país conocido por la escasa diversidad ideológica en sus medios.
Un claro ejemplo de ello ha sido la respuesta a mi artículo reciente «El conflicto entre la OTAN y Rusia centrado en la guerra de Ucrania era previsible, predecible, y evitable: ¿Por qué continúa?» (Público, 27/7/2022) en el que critico a la OTAN por haber contribuido a crear las condiciones para que ocurriera, más tarde, la invasión de Ucrania por parte de Putin. No dije que fuera esta la única causa (léanse el artículo y lo verán), pero es evidente que la expansión de la OTAN hacia los países del este de Europa ha contribuido a incrementar las tensiones entre la OTAN y la Unión Soviética (más tarde Rusia), al sentirse esta última amenazada por un número creciente de bases militares en su entorno, con misiles apuntando a su territorio desde un número creciente de países vecinos. Era obvio que, de la misma manera que EEUU nunca toleró estar rodeado de bases militares hostiles con misiles apuntando a su territorio, la Unión Soviética tampoco permitiría que bases de la OTAN la rodearan, amenazando a su ciudadanía. Y de ahí que algunos diseñadores de la Guerra Fría en el gobierno federal de EEUU habían sido contrarios a la expansión de la OTAN a los países vecinos de la Unión Soviética, pues podría provocar una respuesta militar por parte de ella.
LOS ENORMES COSTES SOCIALES DE LA GUERRA FRÍA (ES DECIR, DEL CONFLICTO OTAN-UNIÓN SOVIÉTICA, MÁS TARDE RUSIA)
Por otra parte, la Guerra Fría significó un costo elevadísimo para ambos lados del conflicto. Una de sus consecuencias fue el enorme gasto militar que sustrajo gran cantidad de recursos públicos para atender a las necesidades sociales de sus poblaciones. Los intereses corporativos que presionaban para que aumentaran el armamento en la OTAN fueron un factor importante en el crecimiento de tal gasto. En EEUU, fue el presidente Eisenhower (que antes de tener dicho cargo, fue general del Ejército), quien, en su discurso de despedida como presidente, había ya alertado a la sociedad estadounidense del excesivo poder que la industria del armamento (the «military-industrial complex») tenía sobre el Estado federal. Esta influencia política no fue la única ni la determinante, pero sí jugó un papel importante en la enorme expansión del capítulo de defensa en EEUU, y elevadísimo gasto militar en la OTAN que se ha hecho en aquel país a costa de un enorme subdesarrollo social. Los derechos laborales y sociales están muy poco desarrollados en EEUU, careciendo, por ejemplo, del derecho de acceso universal a los servicios sanitarios, entre muchos otros servicios básicos y esenciales para el bienestar de la población.
En el lado soviético hubo también elevada preocupación del enorme gasto militar que suponía la Guerra Fría y que se hacía a costa de importantes déficits en los servicios universales de protección social que existían. Como documenté en mi libro Social Security and Medicine in the USSR, dichos déficits afectaban negativamente a la mayoría de la población, excepto a su minoría gobernante. Fue el presidente Gorbachov el que intentó hacer reformas significativas del sistema universal de protección social, el que señaló que el elevado gasto militar estaba obstaculizando el desarrollo social del país, y el que también intentó diluir y resolver las tensiones de la Guerra Fría, aceptando la reunión de la Alemania dividida, retirando a la vez sus tropas del este de Alemania. Fue en este contexto en que el gobierno federal de EEUU se comprometió, como respuesta, a no expandir la OTAN hacia el este, es decir, hacia la Unión Soviética.
LA OTAN NO RESPETÓ EL ACUERDO QUE HABÍA PERMITIDO LA UNIÓN ALEMANA
La OTAN más tarde negó la existencia de tal acuerdo entre la misma OTAN y la Unión Soviética para que no se realizara tal expansión. Pero los datos están ahí para quien quiera verlos. Vayan a los documentos del National Security Archive del Estado Federal Estadounidense y lean, entre muchos otros documentos, «Record of Conversation between Mikhail Gorbachev and James Baker» (ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno Bush padre) del 9/2/1990 en el cual Baker dice al presidente Gorbachev «La OTAN es el mecanismo que asegura la presencia EEUU en Europa. Si la OTAN desapareciera no existiría tal mecanismo de retención de EEUU en Europa. Nosotros entendemos que no solo para la Unión Soviética, sino también para otros países europeos, es importante garantizar que si EEUU continua presente en Alemania dentro del framework de la OTAN no habrá ninguna expansión de la OTAN en la dirección este. Nosotros garantizamos que la unidad de Alemania no será seguida por la expansión de la organización militar OTAN al este». No podía haberse dicho de una manera más clara y contundente. (Para un análisis y documentación del compromiso de no expansión de la OTAN a los países del este de Europa, es decir, a los países que rodeaban a la Unión Soviética, ver el artículo de Jonathan Feldman en Counterpunch, 03/06/2022 «A Response to Yuriy Gorodnichenko, Bohdan Kukharskyy, Anastassia Fedyk and Ilona Sologoub Regarding Their Critique of Noam Chomsky on the Russia-Ukraine War»).
La aprobación de la unión alemana por parte de la Unión Soviética había sido pues, consecuencia del entendimiento entre los gobiernos de EEUU y Rusia de que la OTAN no se extendería al este de Europa, rodeando a Rusia con bases militares de una alianza hostil. Tal como indicó Bill Fletcher en su entrevista a Noam Chomsky, era un acto extraordinario que la Unión Soviética aprobara la unión de las dos Alemanias, sobre todo teniendo en cuenta que la Unión Soviética perdió más de 20 millones de ciudadanos en la II Guerra Mundial, causada por el gobierno alemán de entonces. Era lógico, por lo tanto, que este acto fuera condicionado a que no se expandiera la OTAN, continuando armando a los vecinos de Rusia en contra de su existencia. Algunos autores, defensores de la OTAN, niegan la existencia de tal acuerdo al no conocerse un documento firmado por ambos gobiernos, olvidando que otros acuerdos en temas semejantes entre el gobierno federal de EEUU y el de la Unión Soviética (como el acuerdo entre Kennedy y Khrushchev) tampoco tuvieron documentos públicos firmados, y a pesar de ello los acuerdos se aplicaron escrupulosamente por ambos lados.
El presidente Bush padre respetó el acuerdo. El presidente Clinton, sin embargo, jugó con ambigüedad, tal como señaló críticamente (después de jubilarse) el embajador estadounidense Chas Freeman, Assistant Secretary of Defense for International Security Affairs durante 1993-1994. En realidad, incluyó a Polonia, Hungría, y Eslovenia en la OTAN a pesar de las protestas de Yeltsin, a quien Clinton había promovido para suceder a Gorbachov como dirigente de la Unión Soviética. Y fue ya el presidente Bush hijo quien alentó a Ucrania a que se uniera a la OTAN, haciéndolo con toda claridad y anuncio general. El objetivo de tal presidente era integrar a Ucrania lo más pronto posible a la OTAN. No era, pues, de extrañar, que la gran mayoría de la población rusa, incluyendo los partidos de la oposición, se sintieran amenazados y se opusieron a la integración de Ucrania en la OTAN. Como indiqué antes, EEUU jamás hubiera aceptado que su país estuviera rodeado por bases militares de una alianza en su contra, por muy «defensiva» que tal alianza se autodefiniera.
LA PREVISIBLE RESPUESTA DE RUSIA A LA EXPANSIÓN DE LA OTAN
La respuesta militar de Rusia en general y de Putin en especial era previsible, como ya habían alertado varios dirigentes del establecimiento federal estadounidense, diseñadores de la Guerra Fría, que se habían opuesto a la expansión de la OTAN al este de Europa. El argumento que utilizó Putin para justificar la invasión de Ucrania (en su famoso discurso el día que se inició tal invasión) parecería confirmar aquellos temores. Pero añadió, además de los argumentos en contra de rodear a Rusia con bases militares hostiles, otro argumento de cosecha propia que respondía a su ideología profundamente nacionalista extrema, que he criticado extensamente en artículos anteriores (ver, por ejemplo, «El nazismo y fascismo en los años treinta, el trumpismo y previsiblemente el putinismo ahora» Público, 14/4/22). Según Putin, tal invasión era primordialmente para incorporar a Ucrania dentro de Rusia, de la cual siempre había sido parte. Es más, llegó incluso a criticar hostilmente a los fundadores de la Unión Soviética por haber respetado la nacionalidad soberana de Ucrania, cuando en realidad, según él, era un territorio ruso. Era el discurso de un nacionalismo imperialista ruso, anterior al establecimiento de la Unión Soviética, que intentaba con su intervención recuperar el territorio perdido, transformando aquel acto de invasión en un acto de claro carácter imperialista. Putin, al centrarse en esta visión imperial de Rusia (viendo Ucrania como una mera parte de Rusia) perdió gran cantidad de apoyo internacional (la gran mayoría de países de las Naciones Unidas condenaron la invasión de Ucrania por parte de Rusia -135 frente a solo cinco que la aprobaron con 35 abstenciones- dañando además el argumento popular que había sostenido la Unión Soviética antes (y Rusia después) en contra del establecimiento de bases militares de la OTAN en Ucrania apuntando sus misiles a la población rusa.
Las fuerzas democráticas existentes en el abanico político que hay en los países de la OTAN tienen que respetar y ser sensibles a este argumento anti-expansivo de la OTAN, sostenido por las izquierdas rusas (hoy encarceladas o silenciadas en su país), a la vez que tienen que denunciar y criticar el argumento imperialista de Putin. Hacer lo último sin señalar lo primero es favorecer a Putin y antagonizar a la gran mayoría de la población rusa que está en contra de la existencia de bases militares cuyos misiles apuntan a su población, y que a la vez no están de acuerdo con la visión imperialista de su dictador. Ponerlo todo bajo el saco de Putin es dificultar enormemente la resolución del problema ucraniano (y ruso). En realidad, cualquier intento de resolver el problema creado por la guerra de Ucrania requerirá el reconocimiento del derecho del pueblo ruso a no estar rodeado de bases militares enemigas, sin que ello implique ninguna simpatía a los argumentos imperialistas reflejados en el discurso y práctica de Putin.
LA VICTORIA DE LA OTAN EN LA GUERRA FRÍA FACILITO El ESTABLECIMIENTO DEL RÉGIMEN DE YELSIN PRIMERO Y DE PUTIN DESPUÉS
Tal régimen putinista ha sido fruto de la victoria de la Guerra Fría, que resultó en el fin de la Unión Soviética con la máxima privatización de la mayoría de los medios de producción del Estado Soviético y eliminación de su protección social, proceso liderado por Yeltsin y mas tarde por el que había sido su mano derecha, Putin. Tal proceso causó el crecimiento más marcado de la mortalidad que haya sufrido la población rusa desde el fin de la II Guerra Mundial. Por otra parte, el abandono del federalismo, del reconocimiento de la soberanía de Ucrania, y de su derecho a la autodeterminación que habían caracterizado el establecimiento de la Unión Soviética por parte de sus fundadores,( hostilmente criticados por Putin) y que había reconocido y aprobado Gorbachov en su ley que otorgó el derecho de autodeterminación a los estados, (que muchos utilizaron para alcanzar su independencia), señala la otra gran ruptura de Yeltsin y Putin con la ideología de los fundadores del Estado Soviético. Presentar a Putin como continuador de la Unión Soviética, como hacen la mayoría de las derechas europeas, es un absurdo reflejo de la promovida ignorancia que les define.
Frente a las grandes limitaciones de la Unión Soviética que yo había documentado en mi libro sobre tal país, (que alcanzó su máxima expresión durante el gobierno Brezhnev) habían dos posibles alternativas. Una, fallida, representada por Gorbachov, era hacer cambios muy notables en el país tales como su democratización, su aprobación del derecho de autodeterminación, y su priorización del tema social sobre el militar, intentando terminar con la Guerra Fría, creando una Seguridad Europea desde el Atlántico a los Urales. Esta no era la vía preferida por los gobiernos de EEUU puesto que disminuía su protagonismo. La otra vía, favorecida por los gobiernos de EEUU, estaba representada por Yeltsin que era la imposición de privatización y mercantilización masivas de los medios de producción y distribución siguiendo un modelo económico ultraliberal con escasísima protección social, que fue incluso más acentuado por Putin más tarde. Una característica acentuada de Putin fue la gran alianza entre los aparatos de la nomenclatura próximos a la seguridad que había dirigido Putin (durante el periodo soviético) con la Iglesia ortodoxa rusa, alianza que se caracteriza por un profundo nacionalismo extremista con connotaciones racistas y religiosas, y por culturas fuertemente conservadoras y anti-democráticas, que tiene características parecidas a las nuevas ultraderechas que incluyen desde Trump en EEUU,(claramente favorecido por Putin) hasta las ultraderechas europeas y de América Latina.
¿ES POSIBLE LA PAZ?
El establecimiento de un pacto en el que no se acepte el rodear un país (Rusia o EEUU) con bases militares en su contra, a la vez que se respete la soberanía y seguridad de sus países vecinos, ya ha mostrado ser posible. En realidad, ya había ocurrido un tipo semejante de acuerdo entre la OTAN y la Unión Soviética cuando el presidente Kennedy de EEUU exigió que se retiraran los misiles rusos enviados a Cuba para defender al país de una posible invasión estadounidense, petición que Khrushchev, dirigente de la Unión Soviética, aceptó a condición de que el presidente Kennedy asegurara que el gobierno federal de EEUU no invadiría Cuba, (además de retirar algunos armamentos en específicas bases militares que rodeaban a Rusia, amenazándola). En realidad, el acuerdo de Minsk propuesto por Francia y Alemania, acordado con Rusia y Bielorrusia, y que el gobierno de Ucrania aprobó, tenía elementos comunes con aquel acuerdo, reconociendo la soberanía de Ucrania y su derecho a la seguridad sin ser parte de una alianza antirrusa.
LOS OBJETIVOS DE LA OTAN AHORA
Según el presidente Biden de EEUU y su ministro de Defensa, el objetivo de la guerra era y es debilitar a Putin, alargando el conflicto, aunque sea a costa del enorme sacrificio de la población ucraniana, con la esperanza en la victoria, debilitando y sustituyendo a Putin. Esta estrategia es de dudosa eficacia y sumamente peligrosa. No hay evidencia que tal estrategia esté debilitando Putin o afectando su popularidad. Y sabemos que significa unos costes humanos enormes, no solo para las poblaciones que están sufriendo directamente el conflicto bélico-militar (como es Ucrania), sino también para las poblaciones de los países que son parte del conflicto político-económico OTAN-Rusia. Las políticas y sanciones aplicadas primordialmente por los países de la OTAN a Rusia, así como la respuesta de este país a las sanciones, están originando una crisis económica sin precedentes a nivel mundial. Y a tal coste hay que añadirles el enorme sacrificio a amplios sectores de la población global, debido a la falta de recursos procedentes de Ucrania y Rusia (el 30% del trigo exportado en el mundo procede de estos dos países) que abastecen a gran parte de la población del Sur Global. Estas y otras razones explican que a pesar de la impopularidad a nivel internacional de la invasión rusa de Ucrania, ningún país africano, latinoamericano o asiático (excepto Japón y Corea del Sur) haya aprobado las sanciones.
CONSECUENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LAS SANCIONES
Las consecuencias más visibles y acentuadas de las sanciones realizadas por la OTAN a Rusia, así como la respuesta de este país, son el gran crecimiento de los precios de los recursos energéticos. Según el Financial Times (30/07/22), el precio de gas (producto energético esencial en un país) creció un 20%, como resultado de la disminución de la producción de tal producto por parte de Rusia, consecuencia directa del intento de la sanción que busca disminuir la dependencia de Europa del gas ruso. Este aumento del precio del gas ha sido una de las causas del crecimiento de la inflación. Sin lugar a duda, la reducción de este producto está teniendo un enorme impacto negativo en la calidad de vida de las poblaciones, así como en la actividad económica de los países. Y el gran temor es que Rusia misma interrumpa definitivamente la provisión de su gas a los países europeos, creando un problema económico mayor para Europa y en particular para Alemania, (cuya dependencia del gas ruso es muy acentuada). Según el mismo artículo del Financial Times, si Rusia interrumpiera la provisión de tal producto, (que está ya ocurriendo) el crecimiento económico de los países de la UE (muchos de ellos miembros de la OTAN) disminuiría de una manera muy significativa creando una Gran Recesión, que sin duda afectará intensamente a las clases populares de tales países.
LA APARICIÓN DE CRÍTICAS Y DESACUERDOS
Según los datos recientes, el valor del rublo, que cayó cuando se inició la invasión de Ucrania, se ha recuperado y los ingresos derivados de las ventas del gas como del petróleo ruso se han aumentado y recuperado. Es cierto, sin embargo, que las sanciones limitan la libertad de utilizar estos fondos para mantener el desarrollo técnico e industrial ruso al limitar el número de importaciones permitidas. Se intenta conseguir así uno de los objetivos de las sanciones definido por el vicepresidente de la UE, Valdis Dombrovskis, como «proveer Ucrania con el apoyo necesario para poder defenderse y al final vencer».
Hay un número creciente de críticas hacia tales sanciones en varios países de la OTAN y de la UE. Las más visibles son aquellas que cuestionan la política de reducción de recursos energéticos de origen ruso que, algunos consideran, están dañando más a las poblaciones europeas que a Rusia. El New York Times (31/07/22) acaba de publicar una editorial muy crítica de la política de sanciones, muy en especial sobre los productos energéticos y en particular del petróleo. No tiene sentido, dice el New York Times, intentar dañar a Rusia disminuyendo el consumo de petróleo ruso si ello conduce a un aumento del precio del producto que Europa compra a Rusia. En realidad, la cantidad de petróleo ruso consumido en Europa ha disminuido, mientras que el precio pagado por Europa para conseguirlo ha crecido enormemente. Y hace unas semanas, el Financial Times (12/08/22) subrayó que las sanciones han tenido un impacto mucho menor en disminuir la producción de productos energéticos (y muy en especial del petróleo) rusos, pues predeciblemente ha encontrado otros compradores muy rápidamente.
EL ENORME COSTE HUMANO DE LAS SANCIONES: EL CRECIMIENTO DE LAS CRISIS SOCIALES Y POLITICAS Y LAS INCOHERENCIAS DE LA RETÓRICA OFICIAL
El enorme crecimiento de las desigualdades es, en parte, una consecuencia más de la crisis actual. Y toda la evidencia existente muestra que las clases populares son las más afectadas por los efectos negativos de las sanciones, como es la inflación. Y es ahí donde el dominio de la OTAN y su ideología conservadora neoliberal contribuye al problema, contrastando su supuesta lucha para la libertad y democracia con la realidad que nos rodea, en que la democracia ya muy limitada y menguada a los dos lados del atlántico se está reduciendo. Tanto EEUU como Ucrania son ejemplos de ello. EEUU, como señalé en mi artículo anterior, y aunque pueda parecer paradójico, tiene una democracia limitadísima. La financiación predominantemente privada del proceso electoral corrompe al sistema democrático. Un ejemplo de ello es la reciente aprobación por el Senado de una propuesta, inicialmente muy ambiciosa, de desarrollar un programa de respuesta urgente al cambio climático. Tal propuesta fue gestionada y dirigida por dos senadores muy financiados por las energías no renovables tales como el gas y el petróleo. El senador del partido demócrata Joe Manchin, del estado de Virginia del Oeste y presidente de la Comisión de Energía del Senado, está claramente financiado por las compañías de energías no renovables en EEUU, y Chuck Schumer, del estado de Nueva York y presidente del Grupo Parlamentario Demócrata en el Senado, también está financiado por la industria de gas. Estos son algunos ejemplos de muchos otros senadores, también del partido demócrata, que reciben fondos de tales empresas. De manera tal que, como indicó el senador socialista Bernie Sanders, la propuesta final variaba mucho de la original, siendo bastante decepcionante y de limitado impacto. ¿Es así como se construye la democracia por la cual las clases populares, incluyendo las estadounidenses, están sacrificándose para apoyar a la democracia en Ucrania?
Una situación alarmante ocurrió también en Ucrania, en la que hace dos semanas su parlamento aprobó una ley que redujo dramáticamente los derechos laborales de sus trabajadores, con el fin de facilitar la inversión de empresas extranjeras para reconstruir el país. Como indiqué en mi artículo anterior, su parlamento (donde las izquierdas están muy poco representadas y algunas incluso prohibidas) aprobó una propuesta que el gobierno ucraniano ya había hecho en el periodo preguerra, que debilitaba enormemente los derechos de la protección social del 70% de la población laboral ucraniana. Cuando la propuesta finalmente se aprobó, hubo una gran protesta de los sindicatos no solo ucranianos sino también de la federación europea sindical. Todos los datos (ignorados en la mayoría de los grandes medios de información de la Alianza Atlántica) han sido proveídos por autores de gran credibilidad, como Thomas Rowley y Serhiy Guz, en un artículo escrito en la revista, Social Europe de gran prestigio y reconocimiento internacional, (Thomas Rowley and Serhiy Guz, Ukraine to pass laws wrecking workers’ rights, Social Europe 07/22/2022). ¿Es así también como se construye la democracia en aquel país? Los enormes sacrificios que las clases populares están haciendo hoy para defender la democracia (que ha sido y es muy limitada en aquel país), exigen comportamientos muy distintos por parte de sus dirigentes. No es sostenible que en el discurso retórico oficial del país se subraye que están luchando para defender su democracia, y a la vez promuevan y apliquen leyes que limitan estructuralmente (y no solo coyunturalmente por causas de la guerra) los derechos políticos y laborales de sus ciudadanos. Y tampoco es coherente para un gobierno, sea del color que sea, promover la defensa de la nación y de la patria, y a la vez promover políticas económicas y sanciones que están dañando el bienestar de sus clases populares.
Por otra parte, la enorme crisis social que ha creado el crecimiento del conflicto OTAN-Rusia está deteriorando el bienestar y calidad de vida de las poblaciones de los países a los dos lados del conflicto. Un análisis detallado de los determinantes sociales y económicos de este malestar general muestra que la gran mayoría de tales países tienen causas comunes parecidas (incluso antes de que estallara la guerra de Ucrania). Y tienen más intereses en común que diferencias que les separen. Todos ellos han sufrido políticas públicas que han deteriorado sus sistemas de protección social debido a un proceso de globalización económica neoliberal que se ha seguido en ambos lados del conflicto. Y que se ha hecho todavía más intensa debido a la militarización y al conflicto bélico. Debiera ser obvio que esta realidad hace incluso más difícil desarrollar la cooperación, solidaridad y complicidad a nivel mundial necesarias para resolver los problemas mayores que tiene hoy la humanidad, como son el cambio climático y la perpetuación de las pandemias.
UNA ÚLTIMA OBSERVACIÓN. LA UTILIZACIÓN OPORTUNISTA POR PARTE DEL PRESIDENTE ZELENSKY DE UCRANIA DE LO QUE OCURRIÓ DURANTE LA ESPAÑA REPUBLICANA EN GUERNICA PARA PROMOVER LA CAUSA DE SU GOBIERNO
El presidente del gobierno ucraniano, Zelensky, en su petición de ayuda militar al parlamento español, utilizó la imagen de Guernica para establecer una semejanza entre lo que ocurrió en España durante la Guerra Civil y lo que está ocurriendo en su país. Ucrania estaba siendo bombardeada por el enemigo Rusia, tal como la ciudad de Guernica había estado bombardeada por aviones nazis alemanes durante la guerra civil española. De la misma manera que el gobierno republicano español había estado pidiendo ayuda internacional entonces, el ucraniano lo estaba haciendo ahora pidiendo ayuda al Parlamento Español. Era lógico y loable que la mayoría de los parlamentarios aplaudiera la referencia. El contexto, sin embargo, era muy diferente, casi opuesto, lo que explica las enormes diferencias en la respuesta internacional a la petición de ayuda militar entonces (a la España Republicana) y ahora (a la Ucrania actual).
Lo que ocurrió en España era una guerra entre la mayoría de la población, las clases populares de los distintos pueblos y naciones en España, frente a una minoría que deseaba mantener el orden económico y político existente (con la ayuda de la Alemania nazi y la Italia fascista) para poder preservar sus beneficios basados en las grandes injusticias existentes en aquel momento. Las clases populares estaban pidiendo cambios profundos en el injusto sistema económico y social vigente en España. Ello explica, por cierto, que el gobierno español democráticamente elegido no recibiera ninguna ayuda de las democracias europeas, debido a que los establecimientos políticos, económicos y mediáticos que gobernaban tales países tenían miedo de que sus propias clases populares fueran contaminadas por la movilización popular que había en este país. Solo la Unión Soviética y Méjico apoyaron al gobierno popular español. Las llamadas democracias occidentales no dieron ni un céntimo mientras que la Alemania Nazi y la Italia Fascista ofrecieron toda la ayuda militar que permitió la victoria del fascismo en España. La imagen de Guernica, bien reflejada en la pintura de Picasso, muestra el bombardeo de la población por parte de la aviación Nazi alemana en apoyo de los golpistas fascistas dirigidos por el General Franco. El contexto en el que el bombardeo ocurrió no podía ser más distinto del que ocurre en Ucrania hoy.
La guerra en tal país tiene una dinámica muy distinta y el gobierno ucraniano tiene una orientación política también muy diferente al gobierno de unidad popular existente en la República española. Ucrania es un país con gran concentración del poder económico en un sistema oligárquico en el que los cambios de gobierno (en un sistema democrático muy limitado e insuficiente) refleja más una alternancia de partidos de sensibilidad primordialmente nacionalista y escasamente social, lo cual explica la orientación conservadora neoliberal de los dos partidos históricamente mayoritarios, cuyo elemento diferencial es el nacionalismo y no la clase social de su electorado. De ahí, que la guerra de Ucrania ocurra en temas de carácter nacionalista que oculta políticas que debilitan al mundo del trabajo a costa del beneficio de grupos económicos y financieros internacionales. La reciente aprobación del parlamento ucraniano debilitando la protección laboral de la mayoría de los trabajadores ucranianos a fin de favorecer las inversiones extranjeras es prueba de ello (y de lo cual no se habla en ninguna parte en los medios internacionales). Es, en teoría, una guerra de nacionalismos dentro del sistema económico profundamente injusto y neoliberal, en el que las élites gobernantes que han dominado el pasado de este país continúan dominándolo ahora y continuarán haciéndolo en el futuro. De ahí que estén recibiendo tanto apoyo de los establishments políticos, económicos, mediáticos y empresariales occidentales. Precisamente lo opuesto a lo que ocurrió en España. ¿Qué habría ocurrido en Ucrania si el gobierno hubiera tenido una composición semejante a la unidad popular de España, luchando para cambiar democráticamente el sistema político económico y enfrentándose con la sabiduría convencional de la globalización neoliberal? ¿Hubiera conseguido la ayuda que ahora está recibiendo? De ahí que la «lucha por la democracia» no puede ni debe limitarse a defender el statu quo, sino que debe incluir cambios substanciales de manera de que los que sufren más dentro de cada país puedan vivir mejor después. Es urgente y necesario que se pare la guerra que está causando tanta miseria, dolor, y mortalidad, y se antepongan los intereses de las clases populares de ambos lados del conflicto sobre los intereses de las minorías de siempre (industrias armamentistas, energías no renovables, oligarcas corruptos- no solo rusos sino también ucranianos y de países miembros de la OTAN, y políticos afines) que están utilizando la guerra para optimizar sus ganancias y beneficios. La lucha por la democracia debe ser mucho más que la lucha para mantener el estatus quo. Y esto es lo que está ocurriendo, a un gran coste para las clases populares de los dos bandos.
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*Académico español. Profesor de Health and Public Policy en The School of Public Health, The Johns Hopkins University; Catedrático Emérito de Ciencias Políticas y Sociales, Universitat Pompeu Fabra.Columnista del diario Público.
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