- Castigar a Rusia, y reducir sus ingresos, arruinando su economía.
- Dar salida a las exportaciones del gas estadounidense.
- Y derrocar a Vladimir Putin, el presidente electo de la Federación Rusa.
Sin embargo, nada indica que los consiga ni a medio plazo. Pues, el mundo (e incluso el propio Occidente que no es más que una pequeña parte de él) no puede renunciar al hidrocarburo de una de las principales reservas del planeta.
Rusia, que ha redirigido sus exportaciones al Sur (e India y China, entre ellos), ha triplicado su superávit en la balanza por cuenta corriente, en los primeros cuatro meses de este año.
EEUU no podrá abastecer a Europa con su gas, ni mucho menos reemplazar a Rusia para todos los clientes del gas eslavo.
La popularidad del presidente ruso ronda sobre el 80% (afirma el Instituto Levada), mientras la de Joe Biden está por el 40% (¡que subiría si asesina a otro supuesto terrorista en un piso en Kabul y sin romper siquiera sus cristales!), mientras los que ya «han caído» son Boris Johnson y Mario Draghi.
La crisis energética actual no es por las políticas de Rusia: forma parte de la crisis cíclica del capitalismo, las guerras de EEUU y sus aliados contra los productores como Irak, Libia y Sudan, y las sanciones contra Irán (la primera reserva mundial de gas) y Rusia, a beneficio de las compañías energéticas estadounidenses o productores como Arabia Saudí o Qatar que hacen fiesta, a costa del empobrecimiento y la desesperación de millones de consumidores.
Las comparaciones son odiosas, pero ¿por qué cuando EEUU invadió Irak, por ejemplo, los europeos no boicotearon sus productos, ni expulsaron a sus artistas, ni mucho menos acogieron a los iraquíes que huían de las toneladas de bombas, incluido uranio empobrecido, que el «mundo libre» descargaba sobre sus humildes hogares?
No se entiende cómo Europa ha tomado esta decisión sin valorar que, a pesar de los muros y vallas, vivimos en una «aldea global» ¿Saben que un alemán puede pasar frío si un iraní aumenta su consumo de gas, a pesar de que Alemania no es cliente del gas iraní?
En julio pasado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, visitó Azerbaiyán para conseguir el aumento de las exportaciones del gas azerís a Europa, de los 8.100 millones de metros cúbicos (mmc) actuales a 20.000, o sea una octava parte de los 155.000 mmc que la UE compró a Rusia en 2021, y tampoco es para ahora sino para el 2027…, y regresó muy contenta, llevando a casa las promesas de Bakú.
Azerbaiyán y su Oro Azul
«Guardian del fuego» es lo que significa Azerbaiyán, la tierra de Zaratustra, y no por el gas que arde de su suelo, sino por el sagrado fuego que representa en la tierra a la Diosa solar Mithra. Azerbaiyán, en la que se construyeron las primeras refinerías de petróleo, formó parte de Irán hasta 1805, año que los reyes incompetentes del país perdieron el Cáucaso sur (que incluye también Armenia y Georgia) en una de tantas guerras con Rusia. Los azeríes son de origen meda (aria, junto con los persas), de habla turca y de religión chiita. Desde 1991, esta exrepública soviética limita con Georgia, Turquía, Armenia, Rusia, Irán y el Mar Caspio.
Sus tierras albergan la ingente reserva de 850.000 mmc de gas. El Gaseoducto del Cáucaso Meridional (GCM) recoge el gas del yacimiento de Shah Deniz, uno de los más grandes del mundo, lo pasa por el gasoducto Trans Anatoliana (TANAP) en Turquía, que a su vez entrega parte de este combustible a la tubería transadriática (TAP) en la frontera turco-griega, para abastecer a Grecia, Albania, Bulgaria e Italia. Es la única ruta que transporta, desde 2020, el gas azerí al continente (después del fracaso del proyecto de Nabucco): Se desconoce la gracia que tiene para la UE reducir su dependencia a Rusia para aumentarla a Turquía y Azerbaiyán.
Algunos problemas del gas azerí
La ubicación de Azerbaiyán en la zona de influencia rusa. Veamos:
A pesar de sus promesas a la UE, el presidente azerí Ilham Alíyev no va a pisar a Rusia. Días antes de la invasión rusa de Ucrania, Alíyev (cuyo padre, Heydar fue presidente de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán) viajó a Moscú para coordinar con Putin sus políticas gasísticas de exportaciones a Europa. Acordaron ‘abstenerse de llevar a cabo cualquier actividad económica que cause daño directo o indirecto a los intereses de la otra parte’. Rusia necesitaba asegurarse el control sobre el flanco del Caspio antes de la operación militar del 24 de febrero.
Lukoil, la petrolera más grande de Rusia cuenta con el 19,5% del proyecto de gas natural Shah Deniz, y otro 25% del proyecto de exploración de la región de Absheron, en asociación con BP y la compañía estatal de Azerbaiyán, SOCAR. Días antes de la guerra, Lukoil completó la adquisición de la participación de la compaña malaya Petronas, que se retiraba de Shah Deniz, y también compró la mitad de las accionistas del BP, que se marchaba por no descubrir reservas esperadas. Lukoil es uno de los tres mayores contribuyentes en Rusia, ha pagado más de 200 mil millones de dólares en impuestos solo en 2019: está en la lista estadounidense de empresas rusas.
Las tentaciones de Bakú de integrarse en la OTAN son cosas del pasado.
Ha visto cómo han acabado Georgia (con las regiones de Osetia del Sur y Abjasia separadas y reconocidas por Moscú) y Ucrania, ambos solicitantes del ingreso en la alianza militar euroatlántica: Roma no paga a los traidores ¡a pesar de la visita del Papa Francisco a la zona en 2016! En un intento de hacer malabares, Bakú se ha hecho miembro de la Comunidad de Estados Independientes, que acoge a nueve de las quince exrepúblicas soviéticas, y forma parte de la unión aduanera entre Rusia, Kazajstán, Armenia y Bielorrusia, pero no ha querido estar en la Organización del Tratado Seguridad Colectiva liderada por Rusia.
Rusia es la principal fuente de la inversión extranjera directa (IED) en Azerbaiyán con 4.200 millones de dólares.
El petroestado azerí también depende de las remesas que los dos millones de emigrantes del país que trabajan en Rusia.
Parte de la élite político-económica de Azerbaiyán sigue sintiendo nostalgia hacia la era soviética y baraja la idea de la reunificación del ex espacio soviético, la misma que persigue V. Putin en la aplicación de la Doctrina Primakov.
Y en el caso de una posible «traición» de Bakú:
Rusia, que gestiona el frágil alto el fuego entre a Azerbaiyán y Armenia, puede dejar de hacerlo. Una nueva guerra sepultaría los sueños gasísticos de Europa: El último roce entre ambos ejércitos sucedió el 15 de agosto.
Rusia también puede contar con decenas de miles de lezgines (grupo étnico de origen daguestaní, una de las 22 repúblicas de la Federación Rusa) que viven en Azerbaiyán.
2. Tensión entre Azerbaiyán e Irán:
Teherán reprocha a Bakú por ceder su espacio a los drones israelíes que están atacando sus instalaciones militares en el propio suelo iraní.
Bakú acusa a Teherán de apoyar a los armenios «cristianos» que luchan contra los azerbaiyanos «chiitas», desmintiendo a quienes colocan la «identidad religiosa» por encima de todo.
3. Los problemas de Turquía, como el centro de distribución de gas a Europa: además de sus choques con Rusia, el principal proveedor de gas a Turquía, este país también se abastece del gas iraní (796 mmc) y del estadounidense (1.200 mmc). Aunque es difícil que Washington obligue a Erdogan a dejar de comprar el gas ruso si quiere recibir los soñados F-35, Teherán sí que utiliza el gas en sus relaciones con el vecino: El pasado mes de enero, le recortó el gas durante 10 días por una supuesta «fuga en el gasoducto» y un aumento del consumo interno, aunque el «incidente» coincidía con la cooperación de Ankara con Israel en la explotación del gas del mar Mediterráneo. Y cuando lo reanudó, le proporcionó una cantidad inferior a lo acordado. Por lo que, Ankara amenazó con buscar el arbitraje internacional.
4. Los principales campos de gas azeríes no tienen suficiente producción. Las joyas de la corona energético del país, Shah Deniz, Chirag o Guneshli necesitan grandes inversiones, y las compañías occidentales no siempre están dispuestas a mojarse. No es broma, pero para poder «liberar» más gas azerbaiyano y llevárselo, Europa está invirtiendo en la energía renovable en el país por el bien de la salud de los consumidores azeríes.
5. La insuficiencia de sus recursos e instalaciones envejecidas, fueron los motivos por los que las estadounidenses Chevron y ExxonMobil suspendieron en 2018 gran parte de sus operaciones en este país. Las petroleras occidentales, con lo gigantescas que sean, son privadas, por lo que no pueden competir con las rusas, de propiedad estatal o controladas por el Estado: las primeras buscan intereses para la empresa, las segundas para el Estado.
6. Tengan en cuenta las dificultades de construir gaseoductos de 3.500 kilómetros, que además deben cruzar múltiples países. Las amenazas del sabotaje en estas rutas vendrían tanto de los partisanos armenios como por la guerrilla kurda. El poderoso lobby armenio en Europa intentará aguar la fiesta de Bruselas.
Tarde o temprano, la UE, por los propios intereses de las élites gobernantes, se verá obligada a reanudar la compra del gas ruso, y paliar la «pobreza energética» a la que ha sometido a los ciudadanos de medio mundo… quizás cuando Alemania tenga otra canciller como Angela Merkel…
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*Nazanín Armanian es iraní, residente en Barcelona desde 1983, fecha en la que se exilió de su país. Licenciada en Ciencias Políticas. Imparte clases en los cursos on-line de la Universidad de Barcelona. Columnista del diario on-line Público. Fuente: //www.nazanin.es/, Público.es
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