Invasión a Ucrania y 44 millones de personas hacia el hambre y la inanición

El presidente ruso, Vladimir Putin, y el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, en una fotografía reciente durante ejercicios militares. Foto: Kremlin.ru
El presidente ruso, Vladimir Putin, y el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, en una fotografía reciente durante ejercicios militares. Foto: Kremlin.ru

NACIONES UNIDAS, mayo 2022 (IPS) – La invasión rusa de Ucrania ha desencadenado múltiples y diversas crisis, como la muerte de miles de civiles, su éxodo masivo, la destrucción de ciudades densamente pobladas, el aumento del gasto militar en Europa, la caída de la ayuda al desarrollo para las naciones más pobres, la demolición de escuelas y centros de salud, y ahora la amenaza del hambre y la inanición en todo el mundo.

David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), con sede en Roma, denunció sin tapujos: “En estos momentos, los silos de grano de Ucrania están llenos» sin poder llegar a sus destinos, mientras que «44 millones de personas de todo el mundo se encaminan hacia la inanición».

En términos de población, esto equivale a la totalidad de Argentina, por ejemplo.

“Las balas y las bombas en Ucrania podrían llevar la crisis mundial del hambre a niveles nunca vistos», advirtió Beasley durante una visita a la frontera entre Polonia y Ucrania este mismo mes.

El máximo responsable de la agencia de las Naciones Unidas que atiende las emergencias alimentarias en el mundo, recordó que son millones de personas las que dependen de los suministros de alimentos de Ucrania, el llamado granero de Europa, y también de Rusia.

“Se nos está acabando el tiempo y el coste de la inacción será más alto de lo que cualquiera pueda imaginar. Insto a todas las partes implicadas a que permitan que estos alimentos salgan de Ucrania y lleguen a donde se necesitan desesperadamente, para que podamos evitar la inminente amenaza de hambruna», afirmó Beasley.

El director ejecutivo del PMA advirtió que, a menos que se reabran los puertos, los agricultores ucranianos no tendrán dónde almacenar la próxima cosecha en julio/agosto. El resultado serán montañas de grano que se desperdiciarán mientras su organización y el mundo se esfuerzan por hacer frente a una crisis de hambre global ya catastrófica.

Ucrania, uno de los principales productores de cereales, tenía unos 14 millones de toneladas almacenadas y disponibles para la exportación. Pero la guerra que explotó en su territorio con la invasión de Rusia el 24 de febrero trajo como una de sus consecuencias el bloqueo de las tropas de Moscú a los puertos del mar Negro, lo que ha impedido su salida al exterior.

Hay, además, más grano varado en los barcos que no pueden circular a causa del conflicto.

La embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, declaró a los periodistas el 3 de mayo que su país presidió una reunión del Consejo de Seguridad en marzo, centrada en la relación entre los conflictos armados y la seguridad alimentaria.

“Una vez más, pondremos el foco en el conflicto como motor de la inseguridad alimentaria», dijo la representante del país que ejerce la presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad este mes.

Thomas-Greenfield ha programado un debate abierto el 19 de mayo para examinar «el nexo entre los conflictos y la seguridad alimentaria».

Danielle Nierenberg, presidenta de Food Tank, una organización estadounidense especializada en seguridad alimentaria, dijo a IPS que la guerra de Rusia contra Ucrania y sus crímenes de guerra tendrán consecuencias que durarán décadas.

Eso se produce, recordó, cuando los rendimientos de los cultivos básicos ya han disminuido en muchas partes del mundo debido a los impactos de la crisis climática y otros conflictos.

“La guerra no hará más que agravar las numerosas crisis a las que se enfrenta el mundo: la crisis de la pérdida de biodiversidad, la crisis sanitaria y la crisis climática”, subrayó Nierenberg.

“Habrá una crisis de hambre masiva”, alerto, debido a que “Ucrania y Rusia suministran tantos alimentos, aceites de cocina y fertilizantes a otras partes del mundo, incluido el Sur global”.

En paralelo, dijo la especialista, “Existe la posibilidad de que la guerra acelere una transición hacia sistemas alimentarios más regenerativos y locales y regionales que era necesaria antes de la guerra”.

“Pero mientras tanto, habrá mucho sufrimiento. Los gobiernos, las oenegés, las empresas y otras partes interesadas tendrán que actuar ahora para evitar una crisis alimentaria”, subrayó  Nierenberg.

En una conferencia de prensa celebrada en Viena el miércoles 11, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, dijo: “He mantenido intensos contactos con la Federación de Rusia, Ucrania, Turquía y varios otros países clave, para tratar de abordar seriamente los problemas de la seguridad alimentaria”.

“Pero, una vez más, no tengo intención de hacer pública ninguna de las iniciativas que estoy teniendo hasta que den un resultado, porque si esto se convierte en algo que se discute, a nivel global, estoy seguro de que no podremos conseguir nada», razonó para no dar detalles.

El análisis del PMA ha revelado que 276 millones de personas en todo el mundo se enfrentaban ya al hambre aguda a principios de 2022.

Se espera que esta cifra aumente en 44 millones de personas si continúa el conflicto en Ucrania, con los aumentos más pronunciados en el África subsahariana.

Daniel Bradlow, profesor de Derecho Internacional del Desarrollo y Relaciones Económicas Africanas en el Centro de Derechos Humanos de la sudafricana Universidad de Pretoria, dijo a IPS que la guerra en Ucrania tendrá un impacto devastador en África porque muchos países del continente importan alimentos y fertilizantes de Rusia y Ucrania.

Por lo tanto, la guerra provocará un aumento de los precios de los alimentos y los fertilizantes, así como la escasez de los mismos, analizó.

Los impactos para la seguridad alimentaria de la guerra en Ucrania, recordó,  se sumarán a los fenómenos meteorológicos extremos –sequías e inundaciones cada vez más recurrentes y extremas- en varias partes del continente que también tendrán efectos adversos en los precios y el suministro de alimentos.

“Así que es probable que aumente el número de personas que pasan hambre en todo el continente, lo que tendrá efectos trágicos en el desarrollo y el bienestar de los niños”, adujo el especialista.

El único resquicio de esperanza en esta terrible situación es que podría llevar a la gente de todo el continente a aumentar su dependencia de cultivos más autóctonos como la yuca, señaló.

Hanna Saarinen, asesora política de la organización humanitaria internacional Oxfam en materia de alimentación, agricultura y tierra, dijo a IPS que el hambre en el mundo se está disparando y que la guerra en Ucrania ha hecho que los precios de los alimentos exploten.

“Esto es catastrófico para las personas que viven en países altamente dependientes de las importaciones de trigo de Rusia y Ucrania. Países como Yemen y Siria, en Oriente Medio, y Somalia y Sudán del Sur, en África, donde vemos que la gente está al borde del hambre», dijo.

La razón es un sistema alimentario mundial roto, adujo, que es incapaz de soportar las crisis y construido sobre la desigualdad.

Muchos de los países más pobres son incapaces -y con demasiada frecuencia se les hace incapaces- de producir suficientes alimentos para alimentar a su población, analizó. Es por ello, añadió que tienen que depender de las importaciones de alimentos, en una dependencia cada vez más peligrosa.

“Los países deberían abstenerse de utilizar las prohibiciones a la exportación de alimentos. Sólo hacen más daño. Los países deben garantizar que los alimentos puedan circular rápidamente de un país a otro”, consideró la asesora de Oxfam.

A juicio de Saarinen, “necesitamos un sistema alimentario que funcione para todos. Un sistema que pueda resistir choques como la rápida inflación de los alimentos y que se base en la agricultura familiar local a pequeña escala.

La guerra en Ucrania ha venido a demostrar otra vez esa necesidad, que es especialmente perentoria para el Sur y sus países más vulnerables, consideró tanto ella como Bradlow.

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*Corresponsal-jefe de la Oficina de las Naciones Unidas y Director Regional de IPS Norte América. Ex editor adjunto del Sri Lanka Daily News, fue redactor editorial senior en The Standard de Hong Kong. Ex Director de Mercados Militares Extranjeros en Defense Marketing Services (DMS); Analista Senior de Defensa en Forecast International; y editor militar de Medio Oriente / África en Jane’s Information Group.

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