Boris Johnson y el “arco de crisis nuclear” contra China

Boris Johnson hablando en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Foto: Twitter / Boris Johnson
Boris Johnson hablando en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Foto: Twitter / Boris Johnson

Shakespeare, por boca de un asustado Enrique IV expresa el miedo y la impotencia del hombre debido a la ausencia de certezas ante el caos de la mudanza : “¡Dios mío, si tuviésemos la opción de leer en el libro del destino y ver del tiempo las revoluciones, ver cómo la ocasión se burla y cómo llena el cambio la copa de Mudanza con diversos colores”.

Por caos (Khaos o «vacío que ocupa un hueco en la nada») entendemos algo impredecible y que se escapa a la miope visión que únicamente pueden esbozar nuestros ojos ante hechos que se escapan de los parámetros conocidos pues nuestra mente es capaz de secuenciar únicamente fragmentos de la secuencia total del inmenso genoma del caos, con lo que inevitablemente recurrimos al término “efecto mariposa” para intentar explicar la vertiginosa conjunción de fuerzas centrípetas y centrífugas que deberán configurar el puzzle inconexo del caos ordenado que se está gestando. El citado” efecto mariposa” trasladado a sistemas complejos como la Demoscopia tendría como efecto colateral la imposibilidad de detectar con antelación un futuro mediato pues los modelos cuánticos que utilizan serían tan sólo simulaciones basadas en modelos precedentes, con lo que la inclusión de tan sólo una variable incorrecta o la repentina aparición de una variable imprevista provoca que el margen de error de dichos modelos se amplifique en cada unidad de tiempo simulada hasta exceder incluso el límite estratosférico del cien por cien, de lo que sería paradigma el Brexit .

Johnson y la Commonwealt

Los conservadores liderados por David Cameron y fieles a su política euroescéptica (nula voluntad británica de embarcarse en un proyecto en decadencia en el que la soberanía británica estaría supeditada a los mandatos de Bruselas), incluyeron en su programa electoral del 2.015 la convocatoria de un referéndum sobre la salida de la UE que culminó con la abrupta salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, siguiendo la filosofía de Winston Churchill : “Estamos en Europa, pero no en ella”.

En el caso británico, la crisis energética que asola el mundo se vería agravada por los efectos colaterales de la salida del Brexit en forma de desabastecimiento de alimentos y gasolina debido a la ausencia de la mano de obra europea que trabajaba en el sector agrícola y transporte de mercancías, lo que se habría traducido en estanterías vacías y gasolineras cerradas que se verá agravada en la campaña de Navidad y que podría provocar revueltas sociales. Dada la difícil situación doméstica, Boris Johnson se volcará en la política exterior y asumirá un enfoque activista, siendo el aumento del peso específico de Gran Bretaña en la Geopolítica Mundial el eje vertebrador de su política exterior. El objetivo inequívoco de Johnson sería que la política exterior sirva de catalizador de los valores de la Gran Bretaña y su pasado imperial en la creencia de que el Reino Unido no necesita de Europa y que podría convertirse en la Singapur de Occidente desde su atalaya financiera de la City londinense al tiempo que metrópolis del comercio de Ultramar al pilotar la nave capitana de una renacida Commonwealt, cuyo primer paso sería la irrupción del AUKUS en el escenario geopolítico.

Arco de crisis nuclear contra China

El acuerdo estratégico entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos conocido como AUKUS simbolizaría un cambio en la cartografía geopolítica mundial al desplazar al escenario atlántico por el indo pacífico como epicentro del pulso geopolítico entre EEUU y China con el objetivo de establecer una arco de crisis nuclear alrededor de China que abarcaría desde la Cachemira india hasta Japón, pasando por Corea del Sur y Filipinas y cerrando el arco con Nueva Zelanda y Australia para disuadir a China de su aventura de dominar el Mar de China, condenando de paso al ostracismo a los aliados europeos. Así, dicho acuerdo implica la venta de submarinos norteamericanos de propulsión nuclear a Australia al tiempo que un fiasco económico para Francia estimado en 50.000 millones de Euros que podría provocar la desafección de la Unión Europea al otrora socio americano y traducirse en la salida provisional de Francia de las estructuras militares de la NATO (emulando a De Gaulle 1.966).

Por otra parte, asistimos a unas sorprendentes declaraciones del ex ministro británico de Exteriores, Philip Hammond recogidas por el diario “The Telegrah” en las que afirma que “Londres podría acoger misiles nucleares estadounidenses en suelo británico en medio de las tensiones con Rusia”, lo que podría entenderse como el retorno a una carrera armamentista como la mantenida durante la Guerra Fría con la URSS ( reviviendo el proyecto Partnership entre los EE.UU y Europa para proveer al Reino Unido de misiles Polaris de julio de 1962). Así, según The Guardian, Johnson tendría la intención de ampliar su arsenal nuclear desde las 180 cabezas actuales hasta las 260, lo que implicaría la ruptura del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Por su parte, EEUU tendría planificado un programa nuclear con una duración de treinta años y un coste de un Billón $ así como un sistema diseñado para detectar misiles de crucero en territorio estadounidense (JLENS), carrera armamentística que por mimetismo se extenderá al espacio geográfico que se extiende desde Israel hasta Corea del Norte (incluyendo a países como Irán, Pakistán, India y China), quedando América Latina y el Caribe libres de armas nucleares tras la firma del Tratado de Tlatelolco (1.967) a pesar del riesgo potencial de la presencia de submarinos nucleares británicos en las Malvinas.

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