¿Qué hará el Talibán con las armas abandonadas por Washington?
El notable escritor, periodista y político venezolano Earle Herrera publicó hoy, en Ciudad Caracas y en Correo del Orinoco, una breve nota sobre un inverosímil “olvido” del Pentágono en Afganistán.
Ahora, nos dice, “el Talibán cuenta con unas 40 aeronaves, 2.000 vehículos blindados, drones militares, super-helicópteros Black Hawk y millares de fusiles de todo tipo y calibre. Como los rusos y los chinos no creen en esos ‘olvidos’ ni en la ‘preocupación’ de Biden por sus juguetes perdidos, reforzaron sus fronteras y acordaron hacer ejercicios conjuntos. Tampoco Irán cree en el ‘descuido’. El Talibán sabe por qué y para qué ese arsenal se quedó allí. Sus vecinos también.”
Mi opinión: creo que Earle hace una advertencia que es sensata y oportuna. Comparto en general su preocupación pero no obstante, introduciría un par de matices. Creo que subestima la dimensión de la catastrófica derrota militar y política sufrida por el Pentágono.
Biden lo dijo: “la retirada ocurrió mucho antes de lo que pensábamos”. Y la famosa “comunidad de inteligencia” de Estados Unidos volvió a fracasar en sus pronósticos sobre la evolución de la coyuntura. Esta gente jamás imaginó que los Talibán tomarían el control de casi todo el país en diez días, emulando la famosa estrategia militar del blitzkrieg de las tropas hitlerianas.
Esto puede explicar en parte, y subrayo lo de “en parte”, mis dudas sobre el premeditado olvido al que alude Herrera. Creo que una buena parte de esos equipos bélicos los dejaron botados los estadounidenses mientras huían para salvar el pellejo, como ocurriera en Vietnam.
¿Podrán utilizarlos los Talibán? Pregunto porque me cuesta creer que un joven reclutado por ese grupo, muy probablemente un aldeano o un campesino en un país mayoritariamente rural y con una tasa de analfabetismo del 45 por ciento para la población masculina (¡y del 70 por ciento en la femenina!) por más diestro que sea para usar un AK-47 o lanzar un misil “tierra-aire” Stinger desde un dispositivo apoyado en el hombro de un combatiente, pueda introducirse sin más en la cabina de un caza F-15, que vuela a unos 3.000 kilómetros por hora, o inclusive un avión de transporte, y conducirlos sin inconvenientes sin un extenso proceso previo de entrenamiento que, en condiciones óptimas requiere como mínimo un año, con instructores especializados y simuladores de alta complejidad, aparte de los aviones.
Lo mismo vale en relación al manejo de sofisticados helicópteros como los Sikorsky-Black Hawks o los Apache que utilizan las fuerzas armadas de Estados Unidos, o de los drones y sus complejos dispositivos de control cibernético. O sea, ese equipamiento quedó allí pero su utilización demandará bastante tiempo. Distinto, naturalmente, es el caso de los fusiles de asalto o cierto tipo de misiles “tierra-aire”.
Dicho esto Herrera está en lo cierto cuando señala la inquietud que esta situación despierta en Irán, Rusia y China. En Irán por la histórica desconfianza que los chiitas que gobiernan ese país sienten en relación a los Talibán, que representan la versión más “ultra” de los sunnitas, sus enemigos históricos en el Islam.
En Rusia y China, sobre todo en la primera, por el peligro que una expansión incontrolada del fundamentalismo pudiera afectar regiones en donde existen algunas importantes minorías musulmanas -como en Chechenia, en el caso ruso- y desestabilizar el difícil equilibrio multiétnico logrado en aquellos dos enormes países.
Por eso no es un dato menor el hecho de que a fines de julio uno de los fundadores del Talibán, el Mulá Abdul Ghani Baradar fuese recibido en Beijing por el ministro de Exteriores chino que prometió a su visitante ayuda para la reconstrucción del país. Rusia, por su parte, declaró que no evacuará su embajada en Kabul y que su embajador ya se reunió con representantes del Talibán para lo que describió como charlas “constructivas” luego de la caída de la capital el pasado 15 de agosto.
Es obvio que el Talibán tratará de utilizar esas armas, sin duda, pero no me parece que estén tan descarriados como para amenazar a sus muy poderosos vecinos. Sí creo que no vacilarán un minuto en utilizarlas para enfrentar a quienes intenten restaurar el viejo orden neocolonial impuesto por Estados Unidos en colaboración con sus aliados de la OTAN. De todos modos, ninguna hipótesis debe descartarse apriorísticamente.
Publicado originalmente en Página 12
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