Ahora sí, por fin, todo el mundo se ha dado cuenta de que no debe seguir tolerando que la hegemonía de los Estados Unidos –mantenida contra viento y marea por el Partido Republicano- sea la que tenga en sus manos las riendas del destino común de la humanidad.
Todo lo basan en la razón de la fuerza. En miles de millones para inmensos arsenales y bases militares. Mantienen las armas nucleares: viví de cerca, en octubre de 1986, la propuesta del Presidente Mikhail Gorbachev al Presidente Reagan en Reikiavik, para la total eliminación de las ojivas. Sólo se aceptó su reducción.
Están en contra –el país con más y mejores científicos de la Tierra- de los argumentos y recomendaciones de los especialistas sobre el irreversible cambio climático que, si no se adoptan las medidas oportunas, afectaría sin remedio la habitabilidad de la Tierra, lo que constituiría un error (y horror) histórico y una afrenta a las generaciones venideras. Cuando gracias al Presidente Barack Obama se firmaron los Acuerdos de París en otoño de 2015 para evitar una hecatombe ecológica que, inmediatamente después, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptaba la Resolución sobre la Agenda 2030 y los ODS “para transformar el mundo”, se produjo una pausa de esperanza. Pensamos que sería posible reconducir la situación creada por el neoliberalismo que había rechazado a las Naciones Unidas y encargado la gobernanza mundial a los grupos oligárquicos y plutocráticos G6, G7, G8, G20… (¡en realidad, todos G1!) y que, uniendo fuerzas con el “gran dominio” (militar, financiero, informático, mediático, energético) abocaron el mundo al desastre ético, social, ecológico y económico.
Reflexionando durante el confinamiento por la pandemia COVID-19… los emigrantes y refugiados… la incapacidad de hacer frente a las catástrofes naturales (incendios, inundaciones, terremotos…)… el tráfico de personas, drogas… el acoso de poderosos medios de comunicación controlados, “la voz de su amo”… los rebrotes de fanatismo, supremacismo, dogmatismo… la globalización de la indiferencia y la ignorancia… una economía basada en la especulación, deslocalización productiva y guerra (no me canso de repetir que cada día se invierten en armas y gastos militares más de 4000 millones de dólares al tiempo que miles de personas, la mayoría niñas y niños de uno a cinco años de edad, mueren de hambre)… en la catástrofe democrática que observamos en las elecciones estadounidenses… y en la Unión Europea donde las decisiones deben adoptarse por unanimidad (¡)… nos damos cuenta del deber de memoria y de los deberes esenciales con las generaciones venideras, para promover, con grandes clamores populares (ahora que no hay excusa, porque “Nosotros, los pueblos” tenemos voz y somos todos iguales en dignidad) las transiciones inaplazables de una cultura de imposición, dominio y guerra a una cultura de encuentro, conversación, conciliación, alianza y paz, de la razón de la fuerza a la fuerza de la razón, del autoritarismo a la democracia genuina.
Sí: ha llegado, por fin, el momento de la rebelión pacífica pero firme, de los países incorporados e implicados en el multilateralismo democrático, de unas Naciones Unidas refundadas y dotadas de los medios personales, técnicos, financieros y de defensa adecuados.
Deber de memoria y de acción. Ya en 1919 el Partido Republicano de los Estados Unidos impidió que la Liga de Naciones creada por el Presidente W. Wilson tuviera el respaldo adecuado… y fueron pueblos de Europa (Alemania e Italia) y de Asia (Japón) los que originaron movimientos nazis, fascistas y del Imperio del Sol Naciente, que condujeron a la segunda guerra mundial.
A su término, la “guerra fría” entre las súper potencias, operaciones inverosímiles de dominio como el “Plan Cóndor” en América Latina con miles y miles de víctimas… y, cuando la Unión Soviética se transformó, por obra y gracia de Mikhail Gorbachev, en una Comunidad de Estados Independientes y hacía posible un nuevo momento para restablecer el esquema multilateral de Roosevelt, el Presidente Reagan, con la Primera Ministra Thatcher como acólito, inventa el G6 y en 1989 los Estados Unidos “republicanos” no suscriben la Convención de los Derechos de la Infancia propuesta por UNICEF (en la actualidad es el único país que no la ha suscrito)… y se crea la Organización Internacional del Comercio fuera del contexto de las Naciones Unidas. En los últimos cuatro años, los Estados Unidos han abandonado la UNESCO de nuevo, acompañados de Israel, y hace tan sólo unos meses la Organización Mundial de la Salud… y, el día 3 de noviembre, coincidiendo con las elecciones, abandonaron así mismo los Acuerdos de París sobre Cambio Climático…
El liderazgo actual europeo no ha sido capaz de contrarrestar las incesantes medidas arbitrarias del Presidente Trump.
Mirando hacia donde lo hagamos, todo el mundo clama acción conjunta, eficaz y urgente frente a las amenazas globales –algunas irreversibles- que actualmente nos acechan y que es nuestro deber supremo enfrentar decidida y rigurosamente.
Sólo hay una solución: el multilateralismo democrático, la unión de los pueblos, la ciudadanía consciente que deja de ser espectadora y pasa a la acción. 05 de noviembre de 2020.
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*Federico Mayor Zaragoza (Barcelona, 1934) Doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid (1958), ha sido catedrático en diferentes universidades españoles y ha desempeñado numerosos cargos políticos, entre otros el de ministro de Educación y Ciencia (1981-82). Entre 1987 y 1999 fue director general de la Unesco. Actualmente es presidente de la Fundación para una Cultura de Paz. Texto enviado a Other News por la oficina del autor el 5 de noviembre de 2020.
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