SIN CASA

Aborígenes de Nueva Zelanda atraviesan una severa crisis de vivienda

Desde afuera, Nueva Zelanda suena como una nación moderna y paradisíaca. Desde adentro la realidad es otra: los quintiles más pobres de la sociedad y los aborígenes no pueden acceder a vivienda digna.

Foto cortesía de George Steinmetz / Getty Images
Foto cortesía de George Steinmetz / Getty Images

El Parlamento de Nueva Zelanda recibió a representantes de los habitantes de la región de Northland, quienes trajeron el desesperado clamor de los residentes por la creciente crisis de vivienda.

Northland es una de las regiones más desfavorecidas del país, con un ingreso medio de NZ$23.400 al año, equivalentes a unos US$15.000. La población también es 32% maorí, el doble que la del resto del país.

En una reunión celebrada en la localidad de Whangarei el jueves, los líderes locales dijeron a la ministra de Asuntos Maoríes, Nanaia Mahuta, quien también es ministra asociada de Vivienda, que la escasez de viviendas asequibles se había vuelto » una situación desesperada», y que una gran cantidad de familias se han visto forzados a vivir en árboles, en chozas improvisadas con madera y materiales de desecho, vehículos, cocheras de otros vecinos y ocupando casas abandonadas.

Crisis habitacional que no es prioridad

Mahuta reconoce que existe un grave problema de vivienda para los maoríes y los pobres en general en Northland, una región en la punta norte de la isla en la que viven unos 180.00 habitantes.

Para la ministra, tener un hogar es un «pilar fundamental» para el bienestar y la calidad de vida. «Muchas personas en Northland están sufriendo grandes problemas de vivienda; algunas están sin hogar, otras viven en sus autos o al aire libre. Incluso hay personas que tienen casa pero que no están adaptadas para el frío o la humedad», dijo a medios locales.

“Nos ha llevado mucho tiempo llegar al punto en el que estamos en esta crisis de vivienda maorí. No será un viaje corto para cambiar el curso del pasado», agregó.

Northland es la provincia neozelandesa de más rápido crecimiento ya que, por los precios de la vivienda y una burbuja inmobiliaria creciente, muchos residentes adinerados de la capital Auckland se están mudando a esa zona, causando el fenómeno de la gentrificación.

Eso ha provocado que los aborígenes y las personas de los quintiles más bajos de la sociedad empiecen a tener serios problemas para acceder a vivienda digna: los precios de la tierra están por las nubes y los alquileres son cada vez más inasequibles. A pesar de todo esto, para el gobierno nacional no es prioridad construir casas de bien social en el corto plazo, mientras la crisis empeora día tras día.

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