Trump destituye James Comey, director del FBI
El mandatario estadounidense separó de su cargo al titular del FBI, James Comey, quien declaró en el Senado por la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016.
Lo que resultó una movida sorpresa, incluso viniendo de alguien tan impredecible como Donald Trump, terminó por dejar sin cabeza al Buró Federal de Investigaciones (FBI, en inglés), tras la decisión de separar a James Comey de su cargo.
El titular de la institución lideraba la investigación por la supuesta intromisión de Rusia en los resultados de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, en las que Trump salió victorioso.
El hecho se dio pocas horas después de que Comey reconociera errores graves, en la declaración prestada al Comité Judicial del Senado de EE.UU., especialmente en el incidente de la filtración masiva de correos electrónicos de la campaña de Hillary Clinton.
La Casa Blanca comunicó la noche de este martes la inamovible decisión, que se justificó en una extemporánea recomendación del fiscal general del país quien consideró inaceptable que se cerrara el caso en julio pasado, dejando a la fiscalía sin posibilidad de actuar. A solo 11 días de las votaciones, Comey reabrió la causa, algo que los republicanos recibieron con júbilo y satisfacción. «Esto lo cambia todo; es la mayor historia desde el Watergate», proclamó.
Esto lo dejó parado como un traidor para los demócratas, pues consideran que su decisión ciertamente tuvo un impacto en la decisión de los estadounidenses de darle a Donald Trump la presidencia.
Trump nunca lo quiso
A pesar de que el republicano se apoderó del salón oval de la Casa Blanca, y de que Comey y el caso de los emails de Clinton desaparecieron del ojo público, nunca recibió la bendición del ahora presidente.
Ni siquiera los constantes ataques y perspicaces comentarios por parte Trump dejaron ver que venía el despido de Comey. El fiscal general, Jeff Sessions, y su ayudante, Rod Rosenstein, le terminaron de serruchar el piso al ahora ex director general de la principal agencia de investigaciones, espionaje e inteligencia de Estados Unidos.
Para Sessions y Rosenstein, la reputación del FBI, al mano de Comey, había quedado severamente dañadas» por el caso de los correos electrónicos de la campaña demócrata, por lo que la actitud del ente «no podía ser defendida».
“No entiendo su rechazo a reconocer el juicio casi universalmente reconocido de que estaba equivocado. Casi todo el mundo admite que cometió graves errores. Se equivocó al usurpar la autoridad del fiscal general el 5 de julio de 2016 y anunciar el cierre del caso. No corresponde al director del FBI hacerlo. Como mucho debería haber dicho que el FBI completó su investigación y haber presentado sus conclusiones a los fiscales. Pero el director del FBI no tiene el poder de suplantar a fiscales federales y asumir el mando del Departamento de Justicia”, afirmó Rosenstein en rueda de prensa oficial.
En un escrito liberado la tarde de este martes, horas antes del despido, el fiscal general augura un «nuevo comienzo» y recomienda que se elija a una persona que siga fielmente los reglamentos y principios del Departamento de Justicia de Estados Unidos. Estas palabras no le dejaron más opción a Trump que levantar el teléfono y avisarle a Comey que debía abandonar el FBI.
Aún no hay pruebas reales de la supuesta mano criminal de Rusia en las elecciones presidenciales del año pasado en EE.UU., y tampoco se ha comprobado una verdadera conexión entre Trump y el Kremlin. En caso de llegar a existir, tanto la reputación del presidente, como la del propio Partido Republicano, podrían quedar destruidas de la noche a la mañana. Es por eso que la separación de Comey allana el camino para que se vuelva a cerrar la investigación y se sepulte debajo de toneladas de otros casos, que pueden llegar a tener mayor relevancia para el sistema judicial, ahora bastante afín a los intereses de la administración Trump.
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