NUEVA ERA

Discurso completo de Donald Trump al asumir como Presidente de EE.UU

Este es el discurso completo que dio el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el momento de jurar en su cargo.

Foto: The White House.
Foto: The White House.

Jefe de Justicia Roberts, Presidente Carter, Presidente Clinton, Presidente Bush, Presidente Obama, amigos americano y personas del mundo: gracias.

Nosotros, los ciudadanos de América, ahora estamos unidos en un gran esfuerzo nacional para reconstruir nuestro país y restaurar su promesa para nuestra gente.

Juntos determinaremos el curso de América y del mundo en los años venideros. Enfrentaremos desafíos, confrontaremos dificultades, pero haremos el trabajo.

Cada cuatro años, nos reunimos en estas escaleras para llevar a cabo esta transferencia de poder de forma ordenada y pacífica, y agradecemos al Presidente Obama y a la Primera Dama Michelle Obama por su ayuda en esta transición. Han sido magníficos.

La ceremonia de hoy, sin embargo, tiene un significado especial. Porque hoy no estamos solamente transfiriendo el poder de una administración a la otra, o de un partido al otro, sino que estamos transfiriendo el poder de Washington D.C. hacia ustedes, el pueblo americano.

Por mucho tiempo, un pequeño grupo en nuestra capital ha cosechado las gratificaciones del Gobierno, mientras que nuestra gente ha tenido que asumir el costo.

Washington floreció, pero las personas no recibieron su parte de la riqueza.

Los políticos florecieron, pero los empleos se fugaron y fábricas cerraron.

El Establishment se protegió a sí mismo, pero no a los ciudadanos de nuestra nación.

Las victorias de ellos no han sido las victorias de ustedes; sus triunfos no han sido los triunfos del pueblo; y mientras ellos celebraban en la capital, hubo pocos que celebrar para las familias luchadoras a lo largo del país.

Todo eso cambia, empezando aquí y ahora, porque este momento es el momento de ustedes: esto les pertenece a ustedes. Pertenece a cada uno reunido aquí hoy, y aquellos que nos ven a lo largo del país.

Este es el día de ustedes. Esta es su celebración. Y este, Estados Unidos de América, es su país.

Lo que realmente importa no es cuál partido controla el Gobierno, sino que el Gobierno sea controlado por el pueblo.

El 20 de enero de 2017 será recordad como el día en que la gente se convirtió en los mandatarios de esta gran nación. Aquellos que han sido olvidados no lo estarán más. Todos los estamos escuchando a ustedes ahora.

Ustedes vinieron en decenas de millones para formar parte de este movimiento histórico que nunca antes ha sido visto en el mundo.

En el centro de este movimiento existe una convicción crucial: la nación existe para servir a los ciudadanos. Los americanos quieren grandiosas escuelas para sus hijos, barrios seguros para sus familias, y buenos trabajos.

Estas son las exigencias justas y razonables de un público justo.

Pero para muchos de nuestro ciudadanos, la realidad es distinta: madres y niños atrapados en la pobreza en nuestras ciudades del interior, fábricas oxidadas, dispersadas como tumbas a lo largo del territorio nacional, un sistema educativo venido a menos sin dinero, que dejan a nuestros bellos estudiantes privados del conocimiento. El crimen, las pandillas y las drogas se han robado tantas vidas y aún no se han dado del potencial que tienen.

Esta carnicería termina aquí y ahora.

Somos una nación, y su dolor es nuestro dolor. Sus suenos son nuestros, su éxito es nuestro éxito. Compartimos con ustedes un corazón, un hogar, y un glorioso destino.

El juramento de oficio que tomo hoy es un juramento de lealtad a todos los estadounidenses.

Por muchas décadas, hemos enriquecido la industria extranjera a expensas de la estadounidense. Hemos subsidiado los ejércitos de otros países mientras permitimos el agotamiento de nuestra propia milicia. Hemos defendido las fronteras de otras naciones mientras rehusamos defender la propia. Y hemos gastado billones de dólares en el extranjero mientras la infraestructura americana ha caído en el abandono. Hemos vuelto ricas a otras naciones mientras la riqueza, la fuerza y la confianza de nuestra nación han desaparecido en el horizonte.

Una tras otra las fábricas han cerrado y se han ido, sin siquiera pensar en los millones y millones de trabajadores americanos dejados atrás.

La riqueza de nuestra clase media ha sido arrancada de sus hogares y redistribuida en otras partes del mundo.

Pero esto ya es pasado. Una nueva visión gobernará nuestra tierra. Desde este momento, América será primero. 

Cada decisión en comercio, impuestos, inmigración, asuntos exteriores, serán tomadas para beneficiar a los trabajadores y familias estadounidenses.

Debemos proteger nuestras fronteras de los estragos que dejan otros países produciendo nuestros bienes, robándose nuestra empresas, destruyendo nuestros trabajos. El proteccionismo nos guiará a una gran prosperidad y fuerza.

Voy a luchar por ustedes con cada aliento que tenga, y nunca jamás los decepcionaré. América será ganadora de nuevo, ganadora como nunca antes. Traeremos de vuelta nuestros empleos, nuestras fronteras, nuestra riqueza y nuestros sueños.

Construiremos nuevas carreteras, autopistas, puentes, aeropuertos, túneles y vías de ferrocarril a lo largo de esta maravillosa nación.

Les daremos bienestar y trabajo a las personas, reconstruyendo nuestro país con manos y trabajo estadounidense.

Seguiremos dos simples reglas: comprar en Estados Unidos, contratar en Estados Unidos. 

Buscaremos amistad y buena voluntad con las naciones del mundo, pero lo haremos sabiendo que es nuestro derecho poner nuestros intereses primero. No buscamos imponer nuestro estilo de vida a nadie, sino dejarlo brillar como ejemplo para que todos lo sigan.

Reforzaremos las alianzas existentes y formaremos nuevas, y vamos a unir al mundo civilizado contra el terrorismo radical islámico, el cual erradicaremos completamente de la faz de la tierra.

La base de nuestra política será un total juramento a los Estados Unidos de América, y con nuestra fidelidad al país, redescubriremos la lealtad entre todos.

Cuando se abre el corazón al patriotismo, no hay espacio al prejuicio. La biblia nos lo dice: «cuan bueno y placentero es cuando el pueblo de Dios vive junto en unidad». Debemos compartir nuestros pensamientos abiertamente, debatir nuestros desacuerdos de forma honesta, pero siempre buscando la solidaridad.

Cuando Estados Unidos está unida es imparable. 

Que no haya miedo: estamos protegidos, siempre lo estaremos. Seremos resguardados por los grandes hombres y mujeres de nuestro ejército y por la ley, y más importante, estaremos protegidos por Dios.

Finalmente, debemos pensar en grande y soñar más grande aún. En América entendemos que una nación está viva solamente si está esforzándose.

No aceptaremos más políticos que solo hablen y no tomen acciones, o que estén constantemente quejándose sin hacer nada.

El tiempo para la charla vacía se acabó. Ahora llegó la hora de la acción. 

No dejen que nadie les diga que esto no se puede hacer. Ningún desafío puede igualar el corazón, la lucha y el espíritu de América.

No les fallaremos. Nuestro país se esforzará y prosperará de nuevo.

Estamos ante el nacimiento de nuevo milenio, listos para destrabar los misterios del espacio, para liberar a la tierra de la miseria y enfermedades, para aprovechar las energías, industrias y tecnologías del mañana.

Un nuevo orgullo nacional nos colmará el alma, nos hará levantar nuestras miradas y sanará nuestras divisiones. 

Es tiempo de recordar esa vieja sabiduría que nuestros soldados no olvida: que no importa si somos blancos, negros o marrones, todos sangramos la misma sangre roja de patriotas, todos disfrutamos la mismas gloriosas libertades y todos saludamos la misma gran bandera americana.

No importa si un niño nace en una zona urbana de Detroit, o en las planicies ventosas de Nebraska; ellos miran arriba y ven el mismo cielo, llenan sus corazones con los mismos sueños y se llenan con el mismo aliento de vida hecho por el creador todopoderoso.

Así que, para todos los americanos, en cada ciudad cercana o lejana, pequeña o grande, de montaña a montaña, de océano a océano, escuchen estas palabras:

Ustedes no serán ignorados de nuevo. 

Sus voces, sus esperanzas, sus sueños, definirán el destino americano. Y su coraje, bondad y amor nos guiarán por siempre hacia buen destino.

Juntos haremos América fuerte de nuevo.

Juntos haremos América rica de nuevo.

Juntos haremos América orgullosa de nuevo.

Juntos haremos América segura  de nuevo.

Y sí: juntos haremos América orgullosa de nuevo.

Gracias. Dios los bendiga a ustedes y Dios bendiga América.

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