Clima y terrorismo
Los grandes medios de comunicación básicamente cubren acontecimientos y, en gran medida, abandonaron los análisis y los procesos.
Ahora es momento de leer sobre terrorismo y seguirá siendo así por un tiempo. Ya sabemos que el fenómeno tiene muchas causas, desde la religión hasta la exclusión social y desde el deseo de gloria hasta problemas mentales. No hay forma de luchar contra lo impredecible, y en las mentes trastornadas, la emulación es un factor importante.
El peligro es que probablemente caigamos en la trampa del Estado Islámico (EI) y hagamos de este caleidoscopio confuso una guerra de religiones, que radicalizará más a los musulmanes europeos.
De hecho, hasta ahora, ningún atentado terrorista fue obra de inmigrantes. Salvo por un afgano con trastornos mentales, los responsables han sido ciudadanos europeos. Y por cada uno de ellos asesinado, hay más de 120 árabes que perdieron la vida a manos del EI.
Desde que concluyó la 21 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, realizada en diciembre en París, el tema del clima desapareció de los medios y del debate público.
Todo el mundo quedó cautivado por la ola de refugiados y por cómo cambia el panorama político en Europa, donde retornan los nacionalismos, los populismos y la xenofobia, como en la fatal década de los años 30.
Pero Baher Kamal nos recuerda, según datos del Consejo Noruego para Refugiados, que “solo en 2015, más de 19,2 millones de personas huyeron de desastres ambientales en 113 países. Esos desastres desplazan a entre tres y 10 veces más personas que los conflictos o las guerras en todo el mundo”.
Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) pronostica que habrá 200 millones de migrantes ambientales en 2050, ya sea dentro de sus países o en el extranjero, en una situación permanente o temporal.
Si el aumento de la temperatura global llegara a 3,1 grados centígrados significaría un aumento del nivel del mar de unos 0,73 metros para 2100, lo que causaría inundaciones en vastas áreas, precisamente lo que procura evitar el Acuerdo de París.
El diario The New York Times publicó un largo reportaje sobre la muerte del lago Poopó, en Bolivia, con 3.000 kilómetros cuadrados, que había sido una fuente de ingresos para más de 10.000 personas desde tiempos inmemoriales.
Actualmente, solo quedan 636 personas, pues el resto se fue a trabajar a las minas de carbón a más de 320 kilómetros de distancia o a La Paz en busca de empleo. Así se perdió una cultura milenaria.
El lago Poopó es solo uno de los muchos que están desapareciendo como resultado de las actividades humanas, según el diario.
El mar de Saltón y el lago Mono, en el estado estadounidense de California, se redujeron de forma drástica por el desvío de agua. Y el aumento de la temperatura también pone en peligro a lagos de Canadá y de Mongolia.
Recordemos que en París, todos los países acordaron luchar contra el cambio climático. Pero para reunir el apoyo del mayor número de estados, la conferencia preparatoria de Lima, en diciembre de 2014, acordó un sistema de objetivos inusual.
Cada país fijaría sus propias metas y cada uno sería responsable de verificar su implementación. Pensemos qué pasaría si cada ciudadano o ciudadana fuera libre de decidir cuántos impuestos pagar y revisara de forma responsable si estaba actuando bien.
El resultado es que la suma de objetivos nacionales adoptados en París significa que la temperatura global aumentará 3,4 grados centígrados. De hecho, el objetivo original era no superar los dos grados, la base para la declaración final.
Además, los científicos insisten en que si la temperatura global supera 1,5 grados, el impacto sobre el planeta será grave. También consideran que el objetivo de dos grados es una astucia política y que, por supuesto, el acuerdo actual de 3,4 grados pone en riesgo la supervivencia de la humanidad.
En París, también se acordó que los controles a la implementación comenzarán en 2020, por lo que no tenemos idea de qué pasa en la realidad. Y según numerosos informes, sabemos que nadie tiene apuro.
Pero ahora la NASA, la estadounidense Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, publicó un documento preocupante: por tercer año consecutivo se registraron las temperaturas globales más altas desde 1880.
Este año será incluso más caliente que 2015 y 2014. Actualmente, se registra un aumento de 1,3 grados en relación con 1880.
Gavin Schmidt, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, declaró: “No diría que alcanzamos el número máximo previsto en París y que nos vamos a quedar ahí. Pero creo que sí se puede decir que jugamos con el objetivo más bajo”.
Esa situación nos acerca el problema de los refugiados climáticos más de lo que creemos, con el problema adicional de que no existe esa categoría.
La Declaración Universal de Derechos Humanos solo protege a quienes escapan de la violencia y de la guerra, no del cambio climático. Sin embargo, Europa y Estados Unidos se dirigen hacia una grave crisis por la falta de políticas para atender la ola de refugiados. Y en la agenda política, no hay una palabra para los refugiados climáticos, que son muchos más que los refugiados políticos.
Hay un vasto consenso de que una prolongada y severa sequía que asoló a Siria hizo que un gran número de campesinos abandonaran sus aldeas y se dirigieran a las ciudades, donde las pésimas condiciones de vida engendraron las protestas contra el gobierno, que respondió con mano dura.
La situación derivó en una guerra civil que destruyó al país y dejó más de 400.000 civiles muertos y propició el éxodo de 4,7 millones de personas, de las cuales más de un millón buscaron refugiado en Europa y fueron usados por populistas como la dirigente francesa Marine Le Pen y el inglés Nigel Farage para lograr réditos electorales.
Por su parte, el candidato del opositor Partido Republicano de Estados Unidos, Donald Trump, aventaja con 44 por ciento a su rival del gobernante Partido Demócrata, Hillary Rodham Clinton, con 39 por ciento de las intenciones de voto, según la última encuesta realizada por la cadena de noticias CNN, por el tema del orden y la seguridad y por su fuerte discurso sobre inmigrantes y refugiados.
La reunión de alto nivel para refugiados y migrantes, que se realizará en septiembre en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, ofrecerá un espacio para elaborar una política global en la materia, con la incorporación de la categoría de refugiados climáticos.
El encuentro se realiza muy cerca de las elecciones estadounidenses, esperemos que no pase a la historia como una oportunidad perdida.
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