La desgracia de ser mujer en el continente asiático
Ser mujer en cualquier parte del mundo es difícil, es crecer condicionada, socializada no para ser lo que se quiere ser, sino para responder a una expectativa social patriarcal. A las mujeres les es impuesta la heterosexualidad, el hogar, el matrimonio y la maternidad como destino manifiesto, como deber ser, impostergable e irrenunciable; donde el no cumplimiento de esta normatividad colocará en tela de juicio la ya cuestionada condición de “ser mujer” y por tanto de la feminidad.
Esta situación se presenta con unas características particulares en el continente asiático, donde nacer mujer no solo expone a experimentar los embates del sexismo y la violencia masculina, sino que además, puede ser considerado como una desgracia, una deshonra, y por tanto, un riesgo y una limitación para el libre desarrollo de la vida de las mujeres.
El nacimiento
En algunos países como China donde ser mujer no posee valoración social la noticia de esperar una niña puede desencadenar reacciones diversas en el contexto de la pareja que van desde la violencia contra la mujer por la incapacidad de otorgar al hombre el hijo varón esperado; el aborto, el infanticidio o el abandono de la niña después de nacida.
En la India desde 1996 existe una ley que prohíbe las pruebas de determinación de sexo del bebé para evitar los abortos selectivos, sin embargo, un estudio de la universidad sueca de Lund develó que el feticidio y los asesinatos causan cada año la desaparición de 2,5 millones de niñas. Por su parte UNICEF denunció que la cifra alcanzó las 50 millones de desaparecidas durante el siglo XX pues en esta sociedad se ha naturalizado el asesinato de las niñas principalmente a manos de sus padres, razón por la cual una de cada seis niñas no llega a los 15 años, y de los 12 millones que nacen cada año un millón mueren antes de los 12 meses.
La sexualidad
En Japón se ha consolidado la cultura de las idols, estas chicas -principalmente adolescentes- son convertidas en un producto de masas, sin embargo, comercializadas desde una perspectiva ambigua. Por una parte son significativamente sexualidadas, convertidas en sexymbols pero con la tímida candidez que nos recuerda a la Betty Boop norteamericana de los años 20.
No obstante, pese a que estas jóvenes son convertidas en iconos de la cultura pop, evocando el deseo y la sensualidad con sus representaciones corpóreas e indumentarias, o como bien se les conoce “creadoras de sueños y fantasías”, no tienen permitido siquiera mostrar interés por alguien. La sola ruptura del pacto social de celibato que les es impuesto, la presunción de una relación o la contracción de un compromiso, supone en esta sociedad patriarcal y misógina una condena, el rechazo, el escarnio público, la exclusión; significando inclusive demandas y multas excesivas al no cumplir con los contratos por asociarse afectivamente con personas del sexo opuesto.
El matrimonio
Otra de las situaciones que afecta notoriamente la calidad de vida y la autoestima de las mujeres asiáticas -específicamente en China-, ha de ser la exacerbada presión social y familiar de la cuales son víctimas por no contraer matrimonio.
Uno de los principales pilares de la sociedad China es el respeto a los padres, por lo cual, la soltería es considerada una afrenta, una ofensa y una falta de respeto hacia estos, motivo de rechazo y decepción; este hecho favorece que miles de jóvenes mujeres se casen cada día solo por la presión que ejerce su familia sobre ellas. En este país el término sheng-nu (mujeres sobrantes) se emplea para denominar a las mujeres mayores de 25 años que no quieren o no han logrado casarse, motivo por el cual son consideradas incompletas.
En este contexto han sido creados los llamados “mercados de matrimonio” donde las mujeres son expuestas cual mercancía. Cada fin de semana los padres se reúnen para buscar el candidato ideal para sus hijas e hijos, publicando perfiles con información sobre su ocupación, propiedades e ingresos que les permitan competir en el mercado del matrimonio y ser considerados como un “buen partido”.
La viudez
En diversos países del continente asiático, principalmente en la India, al no contar con leyes que garanticen sus derechos y protección, aunado a las particularidades culturales en las que va a variar la valoración social de la mujer, ser viuda implica una de las situaciones más traumáticas para las mujeres. En estos casos al haber sido su lugar social otorgado por el hombre, la ausencia de este va a suponer que muchas mujeres pierden el respeto social, la posición que ocupaban y el patrimonio; siendo reducidas a condiciones de pobreza, violencia, falta de vivienda, enfermedades, abandono familiar, aislamiento y repudio social, así como, situaciones extremas como el asesinato al considerar que las viudas están malditas o se las asocia con la brujería.
En algunos casos para volver a lograr condición social, se espera que las viudas se casen con uno de los parientes de su esposo, a veces contra su voluntad; en otros la posición social no puede recuperarse por lo cual las mujeres se encuentran condenadas a vivir con el estigma y la vergüenza de la viudez y sometidas a condiciones de pauperismo por las limitaciones de acceso al trabajo, situación de calle e incluso la prostitución. En otros casos las mujeres son confinadas en templos religiosos viviendo de las limosnas que puedan recibir.
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