Papa Francisco revisa dogma del castigo eterno en el infierno: “La Iglesia no condena para siempre”
Una de las claves sobre las que se asienta el temor de la cristiandad en relación a la vida eterna, podría ser cambiado nuevamente por la Iglesia de confirmarse la intención del papa sobre sus palabras: “La Iglesia no condena para siempre”.
La homilía papal en la Basílica de San Pedro, para 20 nuevos cardenales, recordó que “el camino de la Iglesia es el de no condenar eternamente a nadie”, lo que abrió paso a múltiples interpretaciones, pero todas focalizadas en determinadas áreas del pecado que condenan a la eternidad en el infierno. El tema, que podría cambiar fundamentos que la Iglesia ha mantenido por siglos, pero que no eran así en el comienzo del cristianismo, parece estar focalizado por Francisco, en el próximo Sínodo de la familia en octubre, donde se revisarán una serie de normas claves, entre las que destaca el estado de los divorciados y vueltos a casar fuera de la Iglesia, que hasta ahora no encuentran respuesta más que el pecado mortal.
Recién en el año 200 la Iglesia “abrió” el infierno eterno
Francisco, que es licenciado en Teología, en su interpretación de que la Iglesia, “no condena para siempre”, entre en fuerte diferencia con los sectores radicales del Vaticano, que apuntan en dirección a la teología aristotélica y los principios de San Agustín, donde el pecado mortal y el miedo al castigo eterno, son fundamento.
Históricamente, recién en el siglo III, la Iglesia comenzó a defender la eternidad del infierno. Previamente se atendía la doctrina de la apocatástasis, según la cual en el final de los tiempos, todos, incluído Satanás, serán incluidos en el plan divino. Pero las sucesivas versiones del Nuevo Testamento, han reafirmado otro concepto: que el castigo es eterno. Particularmente San Agustín, maneja en el siglo VI, la idea que hasta los niños que mueren sin bautizar, deben ir al infierno. La situación, en una época donde la mortandad infantil era altísima, llevó a que se cambiara el concepto básico y naciera la idea del Limbo, una creación más reciente donde los niños sin bautizar “no sufren ni gozan”. No existe ninguna referencia al mencionado limbo en ninguna parte de la Biblia.
El Concilio de Florencia, en el 1600, ratificó las ideas de San Agustín que el infierno es eterno. Sin embargo algunos santos –como San Jerónimo- se han opuesto a la idea de un castigo eterno con lo misericordioso del Supremo, pero han reconocido que es oportunidad la idea del tal infierno eterno para que los fieles cesen de pecar.
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