EEUU destruye sus propias armas, ahora en manos enemigas
Cuando Estado Islámico (EI) capturó las armas estadounidenses que soldados iraquíes abandonaron en su huida ante la avanzada de ese grupo extremista, uno de sus líderes habría dicho con sarcasmo: “Esperamos que Estados Unidos cumpla con lo acordado y le haga el mantenimiento a nuestros helicópteros”.
En la actual campaña bélica contra objetivos del EI, algunos de los ataques aéreos de Estados Unidos apuntan, paradójicamente, a helicópteros Humvees, vehículos blindados y piezas de artillería de fabricación estadounidense que estaban en poder de las Fuerzas Armadas iraquíes y ahora cayeron en manos del grupo yihadista.
No es de sorprender que esas armas tengan la garantía de mantenimiento y reparación de Estados Unidos.
El operativo militar degeneró en una farsa política agravada por el lanzamiento desde el aire de armas y provisiones a las fuerzas kurdas que luchan contra el EI en la ciudad siria de Kobani, fronteriza con Turquía.
El diario The Wall Street Journal informó el miércoles 22 que las armas y municiones lanzadas en paracaídas a más de 3.000 metros de altura no siempre cayeron en manos de los kurdos.
Al menos uno de esos paracaídas, cargado de armas, se desvió a una zona bajo control del EI.
Informes recientes sugieren que el EI capturó algunas de las armas que Estados Unidos lanzó a los kurdos, según Natalie J. Goldring, investigadora de la Escuela Edmund A. Walsh de Servicio Exterior, de la estadounidense Universidad de Georgetown.
“Esto dejó a los militares estadounidenses con la incómoda opción de permitir que las fuerzas del EI se quedaran con las armas o de intentar destruir las mismas armas que había arrojado. Al parecer, optaron por destruirlas”, indicó a IPS.
La explicación que dieron los militares estadounidenses acerca de la operación no es tranquilizadora, aseguró.
“Estamos muy seguros de que la gran mayoría de los fardos” de armas arrojados a los kurdos “terminaron en las manos adecuadas. De hecho, solo sabemos de uno que no lo hizo… si podemos confirmarlo… les haremos saber”, declaró el contralmirante John Kirby, portavoz del secretario de Defensa de Estados Unidos, Chuck Hagel, a la prensa el martes 21.
“Seguramente”, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos “pueden y deben regirse por un estándar muy superior”, comentó Goldring.
“¿Dónde comienza… la historia de las armas estadounidenses que terminan en manos de los enemigos de Estados Unidos?”, se preguntó Michael Ratner, presidente emérito del Centro para los Derechos Constitucionales.
“Dejen de dar o vender armas al mundo, pero en particular a los militares o grupos que a la larga se vuelven contra Estados Unidos o son demasiado débiles para retener ese armamento”, exhortó.
Recordó que la presidencia de Jimmy Carter (1977-1981) armó a los rebeldes muyaidines de Afganistán, como medio para expulsar a las fuerzas de la Unión Soviética del territorio afgano.
“La ideología derrota al sentido común y con terribles resultados, incluidos en última instancia” los atentados del “9 de septiembre de 2001 y las continuas guerras que enfrentamos hoy en día”, agregó Ratner.
“Sin duda, la industria armamentista desempeña una función al querer vender más y más armas, pero también lo hace la ideología y un país, Estados Unidos, que sigue siendo, como dijo Martin Luther King, el mayor proveedor de violencia en el mundo”, afirmó.
El semanario Defense News, con sede en Washington, informó que la venta de armas estadounidenses a Iraq en 2013 incluyó 681 misiles antiaéreos Stinger, 40 lanzamisiles en camiones, radares Sentinel, tres baterías antiaéreas con 216 misiles Hawk, 50 carros de infantería Stryker, 12 helicópteros y el mantenimiento y apoyo logístico para miles de vehículos militares por valor de cientos de millones de dólares.
Además, Estados Unidos acordó la venta de misiles Hellfire, carros de combate M1A1 Abrams, ametralladoras, fusiles de francotiradores, granadas y municiones por miles de millones de dólares.
Cuántas de esas armas irán a parar a las fuerzas del extremista EI es algo que nadie sabe.
Goldring dijo a IPS que el gobierno de Estados Unidos, una vez más, no aprendió la lección sobre las consecuencias indeseadas de sus acciones en Medio Oriente.
Tras el importante error de la invasión de Iraq en 2003, el gobierno de Estados Unidos agravó las cosas al suponer que las Fuerzas Armadas iraquíes serían capaces de defender a su país, señaló. A medida que esas fuerzas se derrumban, el armamento estadounidense cae en poder de los extremistas del EI, añadió.
Con demasiada frecuencia, Washington vende u otorga sus armas con el fin de obtener beneficios políticos o militares a corto plazo, afirmó Goldring.
Es necesaria “una reevaluación política que le dé mucho más peso a los riesgos a largo plazo que acompañan las transferencias de armas en todo el mundo”, recomendó.
“Además, como claramente es el mayor exportador de armas del mundo, Estados Unidos tiene la responsabilidad especial de abstenerse de transferir armas cuando es probable que se utilicen para violar los derechos humanos y el derecho humanitario internacional”, destacó.
El exceso en la venta de armas aumenta el riesgo de consecuencias indeseadas, ya que las mismas podrían usarse contra los propios militares estadounidenses, advirtió.
Ratner recordó que Estados Unidos apoyó y armó en Libia a algunas de las mismas fuerzas que después atacaron la embajada estadounidense en Bengasi. La invasión de Iraq también fue un crimen de guerra, provocando la muerte de un número incalculable de personas en ese país y desatando la violencia en toda la región, sostuvo.
“Para las empresas estadounidenses, la venta de armas a Iraq fue tan fácil como venderles dulces a los niños, y se vendieron miles de millones de dólares en armas a un país que, a causa de las acciones estadounidenses, se volvió inestable”, dijo.
Estados Unidos se permitió creer que estaba entrenando a un ejército cuando, de hecho, formaba a una cleptocracia, según Ratner. “Ningún país con un poco de sentido común hubiera cargado al ejército de Iraq con ese armamento. Y pasó lo que era de esperar”, manifestó.
En la actualidad, las armas dadas a los kurdos “¿se utilizarán contra Turquía? ¿Cuál será el resultado de esa guerra?”, se preguntó.
“Hasta que Estados Unidos entienda que la respuesta a los problemas del mundo no es la guerra y que las armas… conducirán a guerras continuas y a la muerte de millones de inocentes, no veremos el fin de la creciente inestabilidad mundial”, sentenció.
Como dijo el profeta Oseas, “los que siembran viento, cosecharán tempestades”. (IPS)
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