Hibernación de los osos es posible porque cambian las proteínas de su corazón
Uno de los grandes misterios de los osos que habitan en los climas más fríos es su capacidad para hibernar, lo que les permite reducir el funcionamiento de su corazón que pasa de unos 84 latidos por minuto, en su estado habitual, a unos 19 latidos, en un cambio radical que mantiene a lo largo de casi seis meses cada año. Si ello fuera realizado por un humano, la sangre quedaría casi estancada en aurículas y ventrículos del corazón, generando daños de todo tipo. Más aún al aumentar nuevamente la presión las cavidades cardíacas se extenderían dilatando el músculo que inactivo durante meses podría llevar a un cuadro de fallo cardíaco congestivo general.
Sin embargo a los osos nada de eso parece interesarle y después de estar aletargados absolutamente durante cinco o seis meses, se recomponen en cuestión de minutos y salen a buscar sustento para compensar la dieta de abstinencia mantenida. Los científicos desconocían como es capaz de hacerlo el animal, hasta un reciente estudio que publica Physiological and Biochemical Zoology.
Las proteínas de corazón se adecuan al ritmo de pulsaciones
Especialistas de la Universidad Estatal de Washington, trabajando con osos en cautiverio y también en estado silvestre, analizaron paralelamente los ecocardiogramas de estos animales en actividad e hibernando, al tiempo que comparaban el tejido cardíaco. Los resultados mostraron que las proteínas del corazón del oso cambian a medida que el organismo se adecua a los ritmos de latidos. Las contracciones cardíacas, controladas por una proteína –la miosina- tiene dos variedades: alfa y beta. La alfa genera un latido más débil pero más rápido. Durante la hibernación el músculo de la aurícula izquierda del corazón del oso produce más proteína alfa con lo que el latido es más débil y evita daños al corazón, mientras la aurícula empuja al ventrículo izquierdo, que se vuelve más rígido a fin de no estirarse cuando la sangre se acumula.
Los latidos de los osos hibernando pueden así descender con lapsos de hasta 20 segundos entre uno y otro, sin afectar el metabolismo general.
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