Lo que EE.UU. puede aprender de Latinoamérica y Canadá en despenalización del aborto
En diversos países de la región se ha despenalizado el aborto, aunque en otros permanece como un delito grave. En Estados Unidos, la derogación del caso Roe vs. Wade en julio de este año dejó sin este derecho a la mitad del país.
Protestas por los derechos reproductivos de las mujeres y personas gestantes en América Latina se han visto inundadas por un océano de pañuelos verdes, el color que se ha convertido en insignia del movimiento por la despenalización del aborto.
La llamada ola verde, un movimiento masivo que busca ampliar los derechos en la región, ha demostrado tener efectos: en los últimos años, México, Argentina y Colombia -que suman entre los tres 225 millones de habitantes- han despenalizado o legalizado totalmente la interrupción voluntaria del embarazo (IVE). Otros países, como Chile, discuten algo parecido, y en Costa Rica se aprobó en el gobierno pasado (del expresidente Carlos Alvarado) la llamada norma técnica, que establece los procedimientos para realizar abortos cuando la vida o la salud de la persona gestante corre peligro.
EE.UU. retrocede, Latinoamérica avanza
Ahora, con la desaparición de las protecciones federales contra el aborto en los Estados Unidos, cosa que sucedió en julio de este año, los defensores de los derechos reproductivos en los Estados pueden estar buscando inspiración y estrategia en sus contrapartes en América Latina.
“Una de las cosas que ha sido crucial para avanzar en el derecho al aborto en América Latina ha sido la ola verde. La ola verde es este movimiento que es muy de base. Es un movimiento en el que participan muchos jóvenes. Y creo que lo que tenía que pasar en América Latina, por las restricciones legales, es que nosotros como movimiento tuvimos que explorar todas las vías para apuntar y promover el acceso al aborto seguro, aún dentro de las restricciones legales, pero también para movilizarnos. Entonces nos movilizamos a través de grandes organizaciones, organizaciones nacionales y regionales”, dice María Antonieta Alcalde, directora para Centroamérica y México de la organización IPAS CAM, que acompaña a las mujeres en sus procesos de abortos seguros.
A diferencia de Estados Unidos, en México y Argentina, por ejemplo, donde se despenalizó el aborto recientemente, hay un sistema de salud pública, mientras que en el gigante norteamericano prima la salud privada y, en muchos casos, prohibitiva para las poblaciones más rezagadas económicamente.
En la Ciudad de México, las mujeres pueden tener acceso a abortos gratis porque el gobierno tiene la obligación de brindar atención médica a todos. En Argentina, también pueden acceder a la IVE por medio de la salud pública.
“Si vienes a México a una clínica de salud pública, las mujeres no solo reciben un servicio de muy buena calidad para interrumpir el embarazo, sino que también reciben, por ejemplo, consejería en el caso de que estén enfrentando una situación de violencia. Así pueden tener acceso a otros servicios para escapar de esas situaciones”, dijo Alcalde en una entrevista con el medio público estadounidense NPR.
En Costa Rica, si bien el aborto no está despenalizado en todos los casos, con la norma técnica de la Caja Costarricense de Seguro Social (la salud pública) se puede acceder si el embarazo es, por ejemplo, ectópico, o si el feto es inviable. Todo esto es cubierto por el sistema público.
En otras naciones, como en Nicaragua o El Salvador, el aborto está totalmente prohibido y puede derivar hasta en una pena de prisión, incluso cuando el aborto es involuntario o sucede espontáneamente.
El avance del ultraconservadurismo en EE.UU.
Estados Unidos es, en los últimos cinco años, el bastión del movimiento ultraconservador y ultranacionalista del mundo occidental. Con la llegada de Donald Trump, grupos de extrema derecha, ultra religiosos, supremacistas blancos y xenófobos se han visto respaldados en la figura de este magnate neoyorquino devenido en una suerte de dueño tácito del Partido Republicano.
Estos movimientos están muy organizados y son sumamente estructurales, por lo que saben avanzar de forma coordinada y los resultados están a la vista: hasta la propia Suprema Corte de los Estados Unidos está conformada por una mayoría de magistrados conservadores y de derecha, que eliminaron el caso Roe vs. Wade, un veredicto de los años setenta que despenalizó el aborto a nivel federal. Ahora, la mitad de los estado de EE.UU. volvieron a ilegalizarlo para el beneplácito del conservadurismo.
Otro problema, explica también María Alcalde, es el modelo estadounidense que es estrictamente clínico: “a un servicio de aborto se accede en una clínica con todo lo que se requiere en cuanto a infraestructura, en cuanto a equipo médico y personal, mientras que en otros lugares del mundo la vía del aborto autogestionado para acceder y abortar ha sido más fuerte. Cada vez son más las mujeres que se autogestionan sus abortos y para eso no necesitas una clínica”.
Desde Canadá miran con atención el avance de la prohibición del aborto en la mitad de su país vecino. Kemlin Nembhard, directora de la Clínica de Salud de la Mujer en Winnipeg, Manitoba, dice que no ha habido forma de planificar un mundo posterior a la derogación de Roe vs. Wade.
No hay indicios de cuántos estadounidenses podrían buscar servicios de aborto en Winnipeg, a poco más de una hora en automóvil desde la frontera con EE.UU.
La clínica que maneja ya ha recibido a decenas de pacientes venidas de Dakota del Norte, un estado que disparó una ley gatillo que estaba preparada para regir desde la derogación de Roe. Las clientes canadienses provienen de un área enorme, algunos conducen hasta 10 horas o vuelan desde comunidades remotas del norte para recibir servicios de aborto.
Y Nembhard está preocupada también por la falta de recursos: “Siendo realistas, si la población de Dakota del Norte que quieren acceder a abortos, o incluso si hubiera un montón de mujeres de estados del norte que quieren venir con nosotros, no hay forma de que podamos satisfacer esa necesidad”.
La directora ejecutiva de la Federación Nacional del Aborto de Canadá, Jill Doctoroff, dice que los grupos de apoyo a pacientes en los Estados Unidos ya habían comenzado a preguntar sobre las opciones para que los estadounidenses vinieran a Canadá, lo cual impactaría fuertemente en las capacidades de estos servicios.
“Sé que hay muchos grupos, incluidos los gobiernos, que quieren ayudar y apoyar a los estadounidenses que acceden a la atención”, agregó la experta, y aseguró que Canadá ya tiene dificultades para atender a sus propias ciudadanas.
Karina Gould, ministra federal de Familia, Niños y Desarrollo Social del gobierno de Justin Trudeau, dijo a Canadian Broadcasting Corporation en mayo que las estadounidenses podrían buscar abortos en Canadá, pero añadió que también le preocupaban los impactos para los servicios canadienses.
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