El fraude electoral de 1970 que propició más violencia y muerte
En el año 1970 el día 19 de abril también era un domingo. Como en 2020, medio siglo después, los servicios sanitarios y de salud pública, no tenían la capacidad para atender con eficacia a los usuarios, aunque el gobierno de ese entonces, que tenía como jefe del Ejecutivo al Dr. Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) hablaba y pagaba publicidad en los medios sobre las bondades de su proyecto llamado: “La Transformación Nacional”.
Dos jóvenes colombianos, con edad para votar, caminaban por la avenida llamada Carrera Séptima hacia el lugar donde iban a depositar sus votos. Mientras llegaban discutían sobre la posibilidad de que por fin hubiera un cambio en la administración que propiciara por la vía pacífica y civilizada el bienestar de las mayorías. Marina, trabajadora de una empresa textil, se había decidido a favor del candidato Gustavo Rojas Pinilla, de la Alianza Nacional Popular (ANAPO). Pablo, estudiante de economía, dudaba si apoyar a Rojas o emitir su voto por Belisario Betancur Cuartas. Los dos jóvenes desconfiaban del candidato oficial, que apoyaba el llamado Frente Nacional, es decir de Misael Pastrana Borrero.
En las calles y avenidas de la capital colombiana se vivía una especie de carnaval con música, cantos y bailes regionales. Los y las simpatizantes gritaban consignas a favor de Belisario Betancur, Evaristo Sourdiz, Gustavo Rojas y Misael Pastrana. Otros pobladores y ciudadanos desde Bucaramanga, Cartagena, Medellín, Neiva y Pereira llamaban a No Votar y recordar al Frente Unido Nacional Abstencionista (FUNA) del cual fue un entusiasta promotor en la década de 1960, el sacerdote insurgente revolucionario Camilo Torres Restrepo.
Las tendencias de la votación daban un triunfo por amplios márgenes al aspirante de la ANAPO. Sus seguidores celebraban con música y lectura de poemas. Los detractores de la ANAPO recordaban que Rojas Pinilla había sido un dictador militar entre 1953 y 1957. Desde la ANAPO los dirigentes decían que empezaría una nueva época y que Rojas Pinilla había cambiado y ahora sí estaba convencido de los valores de la democracia y sobre todo de una democracia participativa que diera oportunidades de crecimiento a trabajadores, estudiantes y desempleados.
Transcurrían las primeras horas de la noche de aquel domingo 19 de abril de 1970, cuando hubo un problema de electricidad, tal vez creado por el gobierno de Lleras, que impedía continuar el conteo de los votos. Antes de que empezaran los primeros minutos del lunes 20 de abril, la mayoría de los colombianos sabían que el próximo presidente de su país, elegido democráticamente sería Gustavo Rojas Pinilla de la ANAPO.
Al día siguiente mediante la transmisión de boletines y espacios radiales el gobierno a través de comunicados leídos por Carlos Augusto Noriega “El Tigrillo” aseguraban que al contar la votación de las zonas rurales, el aspirante Misael Pastrana Borrero se ubicaba en primer lugar y sería el próximo Jefe del Ejecutivo en la patria colombiana.
Los anapistas se enfrentaron a la policía, se incrementó la violencia y cada día aumentaban las denuncias por el escandaloso fraude electoral. La autoridad recurrió una vez más a la represión, impuso el toque de queda y en algunas zonas el llamado Estado de Sitio. Varios dirigentes de la ANAPO fueron remitidos a prisión, entre ellos Jaime Piedrahita Cardona, quien unos años después publicó el libro “Colombia, una Revolución siempre aplazada”.
Dentro de la ANAPO existía un sector más radical y con tendencia de izquierda que se denominó ANAPO Socialista. Uno de sus dirigentes era el médico santandereano (del departamento Santander), Carlos Francisco Toledo Plata, quien se distinguió también como fundador del Movimiento 19 de Abril (M19) organización política-militar para promover la Democracia Participativa.
El histórico fraude que en estos días se recuerda en Colombia, generó más violencia, muertes, represión, desapariciones y el sometimiento de las autoridades, con honrosas excepciones al gran capital nacional e internacional, a los designios del imperialismo estadounidense y el crecimiento del narcotráfico y el narcoparamilitarismo para frenar y contener cualquier intento político y social que represente una alternativa al autoritarismo capitalista que se ha denominado simplemente como neoliberalismo desde 1985.
Seis años antes del escandaloso fraude electoral, en 1966, el padre Camilo Torres Restrepo había expresado: “Las clases populares, mayoritarias no constituyen Grupos de Presión, por no poseer una conciencia de necesidades comunes, no tener una actividad unificada, no poseer una organización de envergadura nacional, ni un mínimo de objetivos políticos comunes. Si las mayorías no logran tener estos requisitos, Colombia no llegará a ser una verdadera democracia”.
Representantes de las clases populares colombianas en los 50 años siguientes al fraude electoral del 19 de abril de 1970 han buscado la unidad en torno a objetivos económicos y populares. Se destaca la lucha del Partido Comunista Colombiano, así como de los movimientos insurgentes: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Ejército de Liberación Nacional-Unión Camilista (ELN), Ejército Popular de Liberación (EPL), Movimiento 19 de Abril (M19), Movimiento Firmes, Partido Socialista de los Trabajadores (PST), Autodefensa Obrera (insurgente), Polo Democrático Alternativo, Unión Patriótica (UP), Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, estas últimas dos surgieron de acuerdos de paz entre gobiernos e insurgentes de las FARC. La UP durante la administración del presidente Belisario Betancur Cuartas (1982-1986) y la actual Fuerza Alternativa durante la administración del presidente Juan Manuel Santos Calderón (2010-2018).
Desde el año 2016 han sido asesinados más de 600 líderes sociales y promotores de los derechos humanos. Como producto de la aplicación neoliberal el sistema de salud pública ha sido colapsado. El actual gobierno del presidente Iván Duque ha incumplido los acuerdos de paz e intenta convertir al territorio colombiano en un escenario de guerra para ayudar a su patrón, las autoridades de Estados Unidos, particularmente al mandatario Donald Trump, a derrocar al gobierno legítimo de la República Bolivariana de Venezuela, durante esta pandemia y cuarentena, en la que pretendemos recuperar la memoria.
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