Resumen del Discurso de Fidel ante las masas en Santiago en 1959
A 1 de enero de 1.959, al triunfo de la Revolución: Discurso de Fidel Castro ante las masas en Santiago de Cuba Fidel Castro Ruz, internacionalmente conocido revolucionario de traje rebelde verde olivo, y humo de puro habano entre los labios de su famoso rostro barbudo, nacido en la isla centroamericana de Cuba, bañada por el mar Caribe, desde antes de su etapa como estudiante universitario de la facultad de Derecho en la Habana, comprendió las insoportables injusticias que asolaban al humilde pueblo compatriota. A pesar que en 1898, con Martí, Maceo y Máximo Gómez al frente, la perla del Caribe se había independizado en una guerra contra España, que aún la mantenía como colonia de su antiguo decrépito imperio monárquico zarrapastroso, la presencia de Estados Unidos ocupó al antiguo colonizador español.
Pasaron décadas en las que la isla fue sometida y pisoteada por Estados Unidos, que se dedicaba a colocar de presidentes a marionetas como el general Batista. Contra aquel dictador y contra aquella dictadura, Fidel Castro y otros hombres valerosos y otras mujeres valerosas, inicia la revolución. Primeramente no alcanzan sus objetivos, y Fidel Castro es encarcelado: “No importa – Fidel declara- cuando salga de la cárcel yo volveré a intentarlo. Y así mil veces Batista me lo impida, lo volveré a intentar. Pero cuando esta revolución triunfe, Batista se habrá ido para siempre.” “La historia me absolverá”, dijo Fidel defendiéndose a sí mismo ante un tribunal amañado.
Pocos años después, tras más de dos años de cárcel, con la amnistía general, Fidel ha de abandonar su patria. Pero desde el exilio reorganiza sus fuerzas y desembarca nuevamente en Cuba a bordo del yate Granma, armado y rearmado con más de ochenta combatientes. Al arribar, quedarán con vida poco más de una decena, que se refugia en la gran cordillera montañosa que abriga el centro de Cuba, la Sierra Maestra, que conocía desde su infancia a la perfección. Desde esas condiciones, afronta una batalla que será la primera gran guerra de todas las guerrillas, y que durará más de dos años, en combate directo y a sangre contra el ejército de la dictadura.
Con los otros comandantes, el argentino Che Guevara, su hermano Raúl Castro, Camilo Cienfuegos, Almeida, entre otros, irá sumando las simpatías del pueblo oprimido y terminan por pasar de ser cercados, a cercar a un gobierno capitalista tutelado por Estados Unidos. En ese momento, triunfa la revolución cubana, se declara el primer territorio libre de toda América latina, que no obedecerá los dictámenes ni caprichos del imperialismo ni del capitalismo. Antes de los primeros días del nuevo año, 1959, ya la revolución sabe que el pueblo entero está de su parte, y la nación entera sabe que por fin ya es libre de la tiranía.
He aquí fragmentos del discurso que Fidel Castro da ante las masas. Para quien no sepa más y quiera comprender por qué se da una revolución, sólo tiene que imaginar los números de la miseria que había en Cuba hace décadas: millones de personas analfabetas, un campesinado explotado que moría de hambre, mujeres sometidas a la prostitución por parte de millonarios capitalistas y soldados de Estados Unidos que iban a Cuba a emborracharse, fornicar y violar, enfermedades sin sanidad pública que las atendiera con sanación, mortandad infantil por las nubes, semi esclavitud para la llamada raza negra, sólo estudiaban en la universidad burgueses, la presencia de una iglesia católica conchabinada con la burguesía, atraso científico y en infraestructuras.
¿Cómo no iba a surgir una revolución y un revolucionario, patriota capaz de transformar tanta injusticia? ¿A quién podría molestar que triunfase la revolución?
Sólo a ignorantes y a quienes vivían cómodamente a costa del pueblo explotado, dentro y fuera de Cuba, quienes se aprovechaban de sus exportaciones de azúcar, entre otros recursos. Además, Cuba supuso la exploración de una vía democrática y marxista hacia el socialismo que, en el medio de la guerra fría entre los grandes bloques representados por Estados Unidos -capitalismo- y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas -comunismo-, amenazaba felizmente con extenderse como posibilidad histórica por todo el resto de América y el mundo.
La victoria de Fidel y su compañía revolucionaria, y de Cuba entera, bien merece rescatar aquel discurso y darlo a conocer entre quienes sólo saben de Cuba lo que se miente por ahí y lo que cobardemente se quiere ocultar en cualquier lado… Fidel así se expresó por aquel entonces:
Podrá estar seguro el pueblo de una cosa, y es que podemos equivocarnos una y muchas veces, lo único que no podrá decir jamás de nosotros es que robamos, que traicionamos, que hicimos negocios sucios, que usamos el favoritismo, que usamos los privilegios (Aplausos).
Y yo sé que el pueblo los errores los perdona, y lo que no perdona son las sinvergüencerías, y los que hemos tenido son sinvergüenzas (Aplausos) […]trataremos de hacer lo más posible por nuestro pueblo, sin ambiciones, porque afortunadamente estamos inmunes a las ambiciones y a las vanidades. ¡Qué mayor gloria que el cariño de nuestro pueblo! ¡Qué mayor premio que esos millares de brazos que se agitan llenos de esperanza, de fe y de cariño hacia nosotros! (Aplausos).
Nunca nos dejaremos arrastrar por la vanidad ni por la ambición, porque como dijo nuestro Apóstol: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”, y no hay satisfacción ni premio más grande que cumplir con el deber como lo hemos estado haciendo hasta hoy, y como lo haremos siempre. Y en esto no hablo en mi nombre, hablo en nombre de los miles y miles de combatientes que han hecho posible la victoria del pueblo (Aplausos) […]
Los rebeldes no cobraremos sueldo por los años que hemos estado luchando. Y nos sentimos orgullosos de no cobrar sueldos por los servicios que le hemos prestado a la Revolución; en cambio, es posible que sigamos cumpliendo nuestras obligaciones sin cobrar sueldos, porque si no hay dinero, ¡no importa!, lo que hay es voluntad, y hacemos lo que sea necesario (Aplausos) […] Pero también quiero aquí repetir lo que dije en La historia me absolverá, y es que también velaremos porque no les falten el sustento, ni la asistencia, ni la educación a los hijos de los militares que han caído luchando contra nosotros, porque ellos no tienen culpa de los horrores de la tiranía (Aplausos). Y seremos generosos con todos porque, repito, que aquí no ha habido vencidos sino vencedores. Serán castigados solo los criminales de guerra, porque ese es un deber ineludible con la justicia (Aplausos) […]
¡Quién viera por un agujero —como dice el pueblo— al señor Batista en estos momentos! ¡Al guapo, al hombre soberbio que no pronunciaba un solo discurso si no era para llamar cobardes, y miserables y bandidos a todos los demás! Aquí ni siquiera se ha llamado bandido a nadie, aquí no reina ni se respira el odio, la soberbia ni el desprecio, como en aquellos discursos de la dictadura. Aquel hombre que dice que cuando entró en Columbia llevaba una bala en la pistola (Gritos), se marchó en horas de la madrugada en un avión, con una bala en la pistola (Gritos). Quedó demostrado que los dictadores no son tan temibles ni tan suicidas, y que cuando llega la hora en que están perdidos huyen cobardemente.
«Esta vez la Revolución tiene al pueblo entero, tiene a todos los revolucionarios, tiene a los militares honorables»
Lo lamentable realmente es que haya escapado cuando pudiera haber sido hecho prisionero, y si hacemos prisionero a Batista le hubiéramos quitado los 200 millones de pesos que se robó (Aplausos) ¡Reclamaremos el dinero téngalo donde lo tenga! (Aplausos) porque no son delincuentes políticos, sino delincuentes comunes[…](gritos de: “¡Mujal, Mujal!”). Y Mujal, a pesar de lo grande y lo gordo que es, no se sabe dónde está en este momento (Gritos). Nadie tiene noticias. ¡Cómo han huido! ¡Yo no me explico cómo ustedes se acuerdan todavía de esos infelices! (Risas). Por fin el pueblo se libró de toda esa canalla[…]
Ahora hablará el que quiera, bien o mal, pero hablará el que quiera. No es como ocurría aquí, que hablaban ellos solos y hablaban mal (Gritos). Habrá libertad absoluta porque para eso se ha hecho la Revolución; libertad incluso para nuestros enemigos; libertad para que nos critiquen y nos ataquen a nosotros; que siempre será un placer saber que nos combaten con la libertad que hemos ayudado a conquistar para todos (Aplausos). Nunca nos ofenderemos, siempre nos defenderemos y seguiremos solo una norma: la norma del respeto al derecho y a los pensamientos de los demás[…] Esos nombres que se han mencionado aquí, esa gente, Dios sabe en qué embajada, en qué playa, en qué barco, adónde han ido a parar. Bástenos saber que nos hemos librado de ellos, y que si tienen alguna casita, alguna finquita, o alguna vaquita por ahí; la tendremos sencillamente que confiscar[…] Porque debo advertir que los funcionarios de la tiranía, los representantes, los senadores, los alcaldes, los que no han robado particularmente, pero que han cobrado los sueldos, tendrán que devolver hasta el último centavo de lo que han cobrado en estos cuatro años, porque han cobrado ilegalmente y tendrán que devolverle a la República el dinero que han cobrado todos esos senadores, y todos esos representantes; y si no lo devuelven, les confiscaremos las propiedades que tengan[…] Esto, aparte de lo que se hayan robado, porque el que haya robado, a ese no le quedará nada del producto del robo, porque esa es la primera ley de la Revolución. No es justo que se mande a prisión a un hombre que se robó una gallina, o un guanajo, y que los que se roban millones de pesos estén encantados de la vida por ahí. ¡Que se anden con cuidado! (Aplausos). Y que anden con cuidado los ladrones de hoy y de ayer. Que anden con cuidado porque la ley revolucionaria puede caer sobre los hombros de todos los culpables de todos los tiempos, porque la Revolución llega al triunfo sin compromisos con nadie en absoluto, sino con el pueblo, que es al único al que debe su victoria (Aplausos) […]
Y resultó que tuvimos que cambiarlo todo: los estudiantes, sus libros y sus lápices por los fusiles; los campesinos, sus aperos de labranza por el fusil, y todos tuvimos que cambiarlo todo por el fusil. Afortunadamente, la tarea de los fusiles ha cesado. Los fusiles se guardarán donde estén al alcance de los hombres que tendrán el deber de defender nuestra soberanía y nuestros derechos[…] Pero, cuando nuestro pueblo se vea amenazado, no pelearán solo los 30 000 ó 40 000 miembros de las Fuerzas Armadas, sino pelearán los 300 000, 400 000 ó 500 000 cubanos, hombres y mujeres que aquí pueden coger las armas (Gritos y aplausos). Habrá armas necesarias para que aquí se arme todo el que quiera combatir cuando llegue la hora de defender nuestra independencia (Aplausos)[…] Yo quería demostrar que las mujeres podían ser tan buenos soldados, y que existían muchos prejuicios con relación a la mujer, y que la mujer es un sector de nuestro país que necesita también ser redimido, porque es víctima de la discriminación en el trabajo y en otros muchos aspectos de la vida (Aplausos) […]
Ardo en esperanzas de ver al pueblo a lo largo de nuestro recorrido hacia la capital, porque sé que es la misma esperanza, la misma fe de un pueblo entero que se ha levantado, que soportó paciente todos los sacrificios, que no le importó el hambre; que cuando dimos permiso tres días para que se restablecieran las comunicaciones, para que no pasara hambre, todo el mundo protestó (Aplausos). Es verdad, porque lo que querían era lograr la victoria costara lo que costara. Y este pueblo bien merece todo un destino mejor, bien merece alcanzar la felicidad que no ha logrado en sus 50 años de República; bien merece convertirse en uno de los primeros pueblos del mundo, por su inteligencia, por su valor, por su espíritu (Aplausos)[…] Nadie puede pensar que hablo demagógicamente, nadie puede pensar que quiero halagar al pueblo. He demostrado suficientemente mi fe en el pueblo, porque cuando vine con 82 hombres a las playas de Cuba, y la gente decía que nosotros estábamos locos y nos preguntaban que por qué pensábamos ganar la guerra, yo dije: “porque tenemos al pueblo” (Aplausos) Y cuando fuimos derrotados la primera vez, y quedamos un puñado de hombres, y persistimos en la lucha, sabíamos que esta sería una realidad, porque creíamos en el pueblo. Cuando nos dispersaron cinco veces en el término de 45 días, y nos volvimos a reunir y reanudar la lucha, era porque teníamos fe en el pueblo; y hoy es la más palpable demostración de que aquella fe era fundamentada (Aplausos). Tengo la satisfacción de haber creído profundamente en el pueblo de Cuba y de haberles inculcado esa fe a mis compañeros. Esa fe, que más que una fe es una seguridad completa en todos nuestros hombres. Y esa misma fe que nosotros tenemos en ustedes es la fe que nosotros queremos que ustedes tengan en nosotros siempre (Aplausos)[…]
Esta vez la Revolución tiene al pueblo entero, tiene a todos los revolucionarios, tiene a los militares honorables. ¡Es tan grande y tan incontenible su fuerza, que esta vez el triunfo está asegurado! […] por fin ha llegado la hora en que sus sueños se cumplan. Ha llegado la hora de que al fin ustedes, nuestro pueblo, nuestro pueblo bueno y noble, nuestro pueblo que es todo entusiasmo y fe; nuestro pueblo que quiere de gratis, que confía de gratis, que premia a los hombres con cariño más allá de todo merecimiento, tendrá lo que necesita (Aplausos). Y solo aquí me resta decirles, con modestia, con sinceridad, con profunda emoción, que aquí en nosotros, en sus combatientes revolucionarios, tendrán siempre servidores leales, que solo tendrán por divisa servirles (Aplausos). Hoy, al tomar posesión de la presidencia de la República el doctor Manuel Urrutia Lleó[…] no tengo que decirle que esperamos que cumpla con su deber, porque sencillamente estamos seguros de que sabrá cumplirlo. Al presidente provisional de la República de Cuba cedo mi autoridad; y le cedo en el uso de la palabra al pueblo.
Muchas gracias.
(El Archipiélago de las islas Canarias, territorio aún por descolonizar, reconoce el ejemplo majestuoso de la revolución cubana, que tantas simpatías siempre ha despertado a esta orilla del océano Atlántico, en territorio africano, a donde también llegó físicamente el eco de la solidaridad y el internacionalismo de la liberación comandada por Fidel Castro. ¡Viva libre y comunista la patria canaria de todos los canarios y de todas las canarias de buen corazón y de gran inteligencia dormida! ¡Viva la rebeldía y la revolución canaria! ¡Abajo el colonialismo español, y abajo el imperialismo capitalista! ¡PATRIA GUANCHE O MUERTE, VENCEREMOS!
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