Amodio, el diario y «La batalla cultural»
El profesor Fernando López D´Alesandro analizó «la batalla cultural» de «El Pais»: » Llamó la atención de muchos ver un análisis gramsciano en las páginas del matutino conservador. Pero el mismo no fue ni un análisis escolástico, ni un aporte para la comprensión de la realidad: fue el lanzamiento uruguayo de una nueva derecha que comprendió la necesidad de reconquistar los espacios culturales que perdió, que resignificó la lucha cultural como eje para la reconquista del poder…» Sin entrar en una discusión Bizantina sobre los Tupamaros propio de por un lado la izquierda fundamentalista o la derecha reaccionaria y para una son héroes y para la otra un grupo terrorista; la llegada de Amodio tiene que ver con la ya insistente «batalla cultural» que cree que existe el vetusto matutino de derecha. «El Pais» si bien responde a los intereses del Partido Nacional, sin embargo siempre estuvo o representó a la derecha más conservadora dentro de ese partido político que al igual que los Colorados y el Frente Amplio, tiene dentro de sus filas y votantes representa transversalmente a todas las clases sociales de sociedad uruguaya, aunque también ha representado (y eso se diferencia de los otros dos) al conservadurismo uruguayo. Hay varios ejemplos a nivel histórico que demuestran que «El Pais» se colocó siempre más a la derecha que la derecha: se negó a izar la bandera soviética después del triunfo aliado sobre los nazis (pese a que estos fueron derrotados casi en su totalidad por el pueblo ruso) y colaboró indisimuladamente con la última dictadura militar entre 1973-85. Desde que asumió el Frente Amplio sus editorialistas, periodistas y colaboradores intelectuales (como Lacalle, De Posadas, entre otros) tomaron la iniciativa de desarrollar razonamientos que tienen como objetivo horadar al Frente Amplio. Esto es parecido a lo que hace por ejemplo el grupo «Clarín» en la Argentina, aunque estos han sufrido la persecución sistematizada del gobierno «K», pero según el mismo profesor López, esto tiene raíces más profundas en ideas europeas de «la nueva derecha»: «El filósofo francés de la Nueva Derecha, Alain de Benoist, estudioso y admirador de Antonio Gramsci, sentó las bases de la derecha gramsciana, donde la cultura como fuerza contra hegemónica es una de las claves estratégicas. Asimismo el papel de los intelectuales es asimilado con el exclusivismo elitista conservador y la conformación del “bloque histórico” es integrada a la derecha como una construcción a realizar para sentar las bases de una nueva sociedad conservadora. Desde la ideología, entonces, este derechista gramsciano promueve el cambio cultural en el entendido de que “no hay revolución ni cambio posible en el orden del poder si las transformaciones que se trata de provocar en el terreno político no han tenido ya lugar en las mentes. Todas las grandes revoluciones de la historia han venido a concretar en el plano político una evolución llevada a cabo en los espíritus. Es algo que había comprendido muy bien el italiano Antonio Gramsci”. Finalmente, Carlos Pinedo otro miembro de esta corriente, sentencia en su trabajo “La Estrategia Metapolítica de la Nueva Derecha”: “No hay toma del poder político, sin una toma previa del poder cultural”.» Para el diario «El Pais» una de las razones de peso del triunfo de la izquierda en las últimas tres elecciones es la creencia de muchas personas, principalmente jóvenes creen que los Tupamaros «lucharon contra una dictadura». Basta con ver durante los últimos 2 meses (fue allí donde se preparó la llegada de Amodio Pérez) donde continuamente se trata de «hacer comprender» a los lectores que los «Tupamaros no fueron héroes…» Indudablemente «El Pais» obvia que hay razones de mayor peso (a nivel económico principalmente) que han llevado al triunfo del Frente Amplio en el Uruguay; pero siguiendo su lógica también olvida un detalle «toda historia es contemporánea» como dijo Benedeto Croce: muchas veces queremos ver lo que nos conviene ver según nuestros patrones culturales actuales en hechos del pasado. «El Pais» cae en el mismo facilismo que aquellos que trata de desmentir.
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