General Alberto Bachelet Martínez
En días recientes, el apellido Bachelet se menciona permanentemente en emisiones de radio, televisión y en la prensa escrita. En nuestro país, por el otorgamiento del premio Monseñor Proaño a la defensa de los derechos humanos, al presidente José Mujica y a la arqueóloga, Angela Jeria de Bachelet, madre de la recién asumida presidenta chilena Michelle Bachelet.
Madre e hija fueron detenidos-desaparecidos en Santiago, en el año de 1975, época de la tiranía pinochetista, En ese tiempo ambas estudiaban enla Universidadde Chile, arqueología y medicina respectivamente. Angela Jeria dedicaba su actividad contra la dictadura en la defensa de los derechos humanos, mientras Michelle militaba en las Juventudes Socialistas. Sufrieron torturas en el campo de Los Alamos, para ser finalmente “extrañadas” (expulsadas) a Australia, lugar de residencia del hijo de A.Jeria y hermano de Michelle Bachelet.
La actividad clandestina y denodada, en defensa de la democracia de Angela Jeria respondía a su identificación conla UnidadPopulary al derrocado gobierno de Salvador Allende. Pero también a los acontecimientos que rodearon al encarcelamiento, tortura y muerte de su esposo, el General dela Fuerza Aéreade Chile (FACH), Alberto Bachelet Martínez.
El General, el golpe y sus compañeros militares.
El presidente socialista Salvador Allende designó al General Alberto Bachelet Martínez, como máxima autoridad dela SecretaríaNacionalde Abastecimiento y Comercialización (DINAC) dirigiendo asimismo las Juntas de Abastecimiento y Precios (JAP), en los duros momentos de desabastecimiento del año 1973. Desde ese lugar y con una lealtad institucional total, trabajó incansable, días y noches.
No tenía definición política-partidaria como su esposa e hija.
Era simplemente un militar constitucionalista que respetaba el ordenamiento democrático.
En la última reunión social en la que se encontró con Salvador Allende, con quién compartía su calidad de masón, Bachelet le comentó los rumores golpistas que circulaban en las altas esferas militares. El presidente socialista intentó tranquilizarlo : “el Ejército está en buenas manos y los intentos golpistas serán estériles”.
Al igual que Allende pensaban, más de 70 oficiales y suboficiales de las FACH, que pagarían con persecución, cárcel, torturas y muerte la no aceptación de la posible ruptura institucional.
En la mañana del trágico 11 de setiembre de 1973, luego del bombardeo del palacio de La Moneda y al escuchar los primeros bandos de los militares golpistas, el Gral. Bachelet se dirigió directamente al Ministerio de Defensa. Allí fue demorado y destratado por militares de jerarquía inferior, una ofensa absoluta en la llamada “familia militar”.
Al caer la tarde y en medio del caos reinante, lo autorizaron a retirarse, con la obligación de permanecer en su residencia. Antes de salir del edificio del Mrio. de Defensa, Bachelet solicitó a sus custodios papel y lápiz, redactando su renuncia a la institución militar, así como a la vicepresidencia del equipo de futbol de primera división Deportivo Aviación y a la presidencia del Club de Tito al Vuelo dela FACH.
En los siguientes dos días, nuevamente uniformados pertenecientes a la Escuela Militar y de menor rango, allanaron su domicilio en reiteradas oportunidades.
Bachelet, la derecha y el MIR.
En los días crispados del año 73, la derecha chilena (“los momios”), utilizaron todos los medios de difusión para atacar y denostar sistemáticamente a civiles y militares comprometidos con el gobierno popular. En varias ocasiones, Bachelet fue blanco de los anatemas fascistas.
En el mes de mayo de 1973, el Partido Nacional a través de radio Agricultura, sentenciaba :” A la cabeza de la pirámide demoledora de nuestras fuerzas de producción y riqueza está el Partido Comunista. Inmediatamente después, y a su servicio, un contador administrativo dela FACH con sueldo de general dela Aviación: Alberto Bachelet (…) Si no desea seguir apareciendo como un instrumento del marxismo, debe renunciar de inmediato a su cargo. Si no lo hace, que abandone su uniforme militar y haga pública su militancia marxista”. Y en abierto tono amenazante, desde la radio Cooperativa decían : “este señor Bachelet tuvo dos infartos y esperamos que no le cause un tercer infarto (…) Tiene una hija, Michelle, que es muy inteligente, primera alumna de su curso en Medicina, y militante de la Juventud socialista.” Y agregaban, “ la actitud de un general que en vez de uniforme parece usar camiseta política y bastante subida de tono”, en clara alusión a la indumentaria roja utilizada por los comunistas en Chile.
Pocos semanas antes del golpe de setiembre, un capitán le planteó la posibilidad de una reunión con algunos dirigentes del MIR, para conversar acerca de la distribución de alimentos y otros artículos. El General aceptó recibirlos en su casa. Concurrieron los jefes miristas Andres P. Allende y Edgardo Enriquez, planteándole la molestia de su organización ante la decisión de Bachelet de sacar de sus cargos a los gerentes de la distribuidora Agencias Graham, que postulaban la política de la canasta popular, discrepando con la línea oficial del Gobierno en el tema. Esta reunión duró poco más de una hora, sin llegar a ningún acuerdo. La desavenencia provocó agresivas declaraciones de dirigentes del MIR contra de la participación de las Fuerzas Armadas en el Gobierno y de Bachelet en particular. En manifestaciones de “pobladores” aparecieron algunas pancartas denostando al General Bachelet.
El general encarcelado
El 14 de setiembre es nuevamente arrestado y trasladado al Mrio. de Defensa como paso previo a su internación en la base de La Colina por tres días. Su destino sería la Academia de Guerra Aérea (AGA), instalada en un ex Convento de monjas. De ese apacible pasado se transformó en un infierno para decenas de militares dela Fuerza Aérea chilena.
Con las manos atadas a la espalda y la cabeza cubierta por una gruesa capucha, el Gral. Bachelet fue obligado a permanecer de pie por casi dos días. Sin comer ni beber, ni acceso a los servicios higiénicos. Luego de ese “ablandamiento” un General-Fiscal lo sometió a un extenso interrogatorio que giró sobre sus vínculos con el MIR y la participación en un enigmático “Plan Z”, cuyo objetivo sería “el descabezamiento, por fuerzas marxistas, de los principales mandos de las FACH”.
La dureza de la situación vivida le provocó un agudo infarto en un corazón muy débil, que años atrás motivó su traslado e internación en los EEUU. Por varias semanas permaneció internado en el hospital dela FuerzaAérea, en condición de desaparecido para su familia.
Recién el 9 de octubre y una vez recibida el alta médica, egresa del hospital para ser internado en el viejo convento de monjas,la Academiade Guerra Aérea (AGA).
Las semanas siguientes, junto a otros altos oficiales, sufrió un tratamiento a rigor, soportando el desprecio y odio manifiesto de quienes hasta pocos días atrás, fueron subalternos y camaradas de armas.
Con la salud y el espíritu muy debilitados fue enviado a su hogar bajo arresto domiciliario.
Las desilusiones
En poco menos de dos meses, la realidad demolió la confianza e identificación del General Alberto Bachelet con dos instituciones a las cuales dedicó décadas de su vida profesional y espiritual : las Fuerzas Armadas y la Masonería.
En una dolida misiva remitida a su hijo mayor, residente en Australia, escribió :
“ Después de mucho tiempo, tal vez mil años, es la primera carta que escribo. Digo mil años, como podría decir 10 mil o 100 mil (…) Cuando uno ha sufrido la experiencia de esa opresión, preso e incomunicado por largo tiempo, con cargos infundados, verdaderas felonías y traiciones de personas que uno creía que eran sus amigos, entonces ya no se piensa, sino que se asegura que algo anda mal, que el mundo está loco o que uno ha estado equivocado durante 50 años(..) Me quebraron por dentro en un momento, me anduvieron reventando moralmente. Nunca supe odiar a nadie. Siempre he pensado que el ser humano es lo más maravilloso de esta creación y debe ser respetado como tal. Pero me encontré con camaradas de la FACH, a los que he conocido por 20 años, alumnos míos, que me trataron como a un delincuente o como un perro, oficiales a los que siempre tendí mi mano, me dieron vuelta la espalda..”
Bachelet, que en el año de 1940 y con 18 años de edad había ingresado a las fuerzas armadas de Chile, descubrió en setiembre de 1973, en carne propia, la transformación sufrida por la institución a la que dedicó 34 años de su vida.
La masonería, a la que estaba vinculado desde su más temprana juventud, también le asestó un durísimo golpe. Bachelet alcanzó el grado 19 de la logia masónica conocida como La Cantera de Las Condes.
Al regresar a su hogar, luego de la internación en el hospital y la reclusión en la AGA, se encontró con una misiva firmada por el Coronel de las FACH, Renato Ianiszewki, maestro de su logia, donde le comunicaba la expulsión por…..”reiteradas inasistencias”.
El General respondió con otra carta: “ Para usted, venerable hermano, no es ningún misterio lo que me ha ocurrido en estos últimos meses. Sin embargo, en los momentos más difíciles, ningún hermano de La Cantera trató de tender una mano al hermano momentáneamente caído y menos a su familia. Eso se llama cobardía moral. Usted, V.H., olvidó los principios que nos son tan caros, como la fraternidad y la solidaridad para con los necesitados”.
En otro tramo acusaba :” Dicho en otras palabras, no se aplicó ni el pensamiento ni el criterio dela Orden, sino el criterio tipo asambleístico politiquero. Había que eliminar al hermano Bachelet, porque trabajó al lado del Hermano Allende, porque le fue leal como hermano y como amigo, porque fue leal a la Constitución, porque fue leal al pueblo, porque fue leal y consecuente con sus principios, los mismos que se le inculcaron en los tres grados de la Masonería Simbólica”.
Cárcel pública y muerte
El 18 de diciembre fue nuevamente conducido en calidad de detenido a la Cárcel Pública de Santiago, donde recibiría el apoyo y la solidaridad que la masonería le negara. Se lo brindaron el contingente de decenas de oficiales y suboficiales que llevaban meses de rigor y prisión. Todos ellos compartían los quehaceres de aseo, tanto de las celdas como de los baños. Por el débil estado de salud y la jerarquía de Bachelet, quisieron exonerarlo de tales tareas, a lo que el General se opuso terminantemente.
Muchos de los oficiales descubrieron recién allí, a los suboficiales, comprobando la gigantesca barrera que durante décadas los había separado. En la peripecia de la cárcel descubrieron la humanidad de quienes eran menospreciados en la estructura militar. También, en esas duras condiciones, reconocieron la razón del Comandante Alamiro Castillo, quién en setiembre , pocos días después del golpe, intentó convencerlos sobre la necesidad de asilarse, pues los golpistas se habían adueñado de las Fuerzas Armadas. La mayor parte de los uniformados presos, en aquellos trágicos días del año 73, supusieron que su identificación con la Constitución chilena, solo les podría acarrear la destitución de la institución. El Comandante A. Castillo se asiló en la Embajada de la República Argentina.
Al atardecer del 11 de marzo de 1974, Bachelet le escribe a su esposa una carta, en uno de cuyos párrafos le confiesa :” mis deseos de verte, de estar junto a ti, mirando el horizonte infinito, libres,.. luchando porque el hombre deje de ser el lobo del hombre, y la libertad, la igualdad y la justicia social se traduzca en hechos concretos, aunque en ellos nos vaya la vida..”
El reencuentro y el horizonte infinito ya no serán posible.
Esa noche es retirado de su celda. Con las manos amarradas, lo encapucharon y de pie contra una pared, lo mantuvieron durante horas.
El silencio nocturno solo era roto por el interrogatorio y vejámenes a que era sometida una mujer, antigua colaboradora de Bachelet, a quien intentaban inculpar, para comprometerlo.
Horas después y anímicamente devastado, fue devuelto a su celda. Con una impresionante angustia y el físico debilitado, se dejo caer en su camastro comentando al capitán compañero de celda que se estaba sintiendo mal. Este le suministró un medicamento utilizado habitualmente ante la posibilidad de sufrir un infarto.
El estado del General continúo agravándose. Pálido y transpirando abundantemente.
El Mayor a cargo del pabellón, argumentando escasez de personal, negó el traslado a una posta sanitaria.
Ante lo delicada de la situación el Capitán encarcelado, solicitó a los gritos, apoyo a un Coronel Médico, también preso, e instalado en otra de las celdas de la galería.
Entre ambos acostaron a Bachelet en el piso, practicando el médico, un masaje cardíaco mientras el capitán intentaba darle respiración boca a boca.
Fueron treinta minutos en una lucha perdida de antemano.
El corazón del General Alberto Bachelet Martínez había dicho basta.
Era el 12 de marzo de 1974.
El adiós
Su esposa Ángela Jería, y la hija Michelle, solo pudieron darle un beso en señal de despedida, en la morgue de Santiago.
La Masoneríanegó la autorización para su velatorio en un local dela Logia.
El ejército también intentó negarla CapillaCastrense, pero ante las amenazas de los familiares, con dejar el féretro en la vereda, los militares dieron la autorización para despedir al General en una pequeña sala de la institución.
En el Cementerio General, Ángela Jería despidió los restos de su esposo, el General A. Bachelet Martínez, en una breve alocución, condenando ala Masoneríay a las FACH.
Al igual que a Pablo Neruda meses atrás, una multitud, en una actitud de mucho riesgo, lo despidió ante el panteón familiar, envuelto en la bandera de Chile.
Epílogo
Michelle Bachelet, en su discurso al asumirla Presidenciade Chile en el año de 2006, rindió un sentido homenaje a su progenitor.
Poco tiempo después, la esposa e hija del militar sacrificado, iniciaron una querella criminal, que culminó con el procesamiento de los ex oficiales de las FACH, Ramón Cáceres Jonquera y Edgar Ceballos Jones, por sus responsabilidades en las torturas a que fue sometido el General A. Bachelet en las instalaciones de la Academia de Guerra Aérea. Los inculpados permanecen detenidos en un establecimiento militar.
Fuentes:
“Disparen a la bandada”, Fernando Villagrán, Ed.Catalonia,Santiago de Chile.
Prensa.
La Nación, Argentina.
La Tercera, Chile.
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