La innovación humanística es vital para transformar la sociedad

Dos palabras claves hoy, son productividad e innovación, lo cual es, conceptualmente, muy válido. Sin embargo, el ámbito de estas palabras, es limitado generalmente, al área científica y tecnológica. Y esto debe ser completado con innovación en el modo de vivir.

En efecto, las bombas atómicas, los mísiles, el napalm que quemó tantos vietnamitas, así como la pasta base, etc., etc., son innovaciones científicas y tecnológicas, del mismo modo que otras, que permiten una vida más confortable y saludable.

En consecuencia, si bien ciencia y tecnología son hoy indispensables, es necesario ahora, discriminar para que y para quien, van a ser utilizadas. Esa discriminación extrapola la dimensión material, involucrando otras dimensiones más altas: concientización, integración, solidaridad y una visión más amplia de la vida y de la sociedad (Visión Holística)

Resumiendo, precisamos de un nuevo modo de pensar, sentir y actuar, capaz de transformar la sociedad actual en otra, más digna, más justa, más humana y… ¡más feliz! O sea, se torna imperioso innovar en dirección al progreso auténtico, donde el Ser y el tener, estén equilibrados. Se trata, pues, de desarrollar una Educación y una Cultura para la Vida, realmente innovadora.

En realidad, lo que se propone es una idea desafiante: crear un foco de educación y cultura, como un aporte esencial para innovar en términos humanísticos, con visión centrada en los jóvenes, pero extensible a todas las personas, independientemente de su edad

La orientación que prevalece en nuestra sociedad, está focalizada en una visión lineal, cartesiana: producir más, vender más, lucrar más. Este modo de vida, que hoy está siendo globalizado, nos oprime en forma creciente, evidenciando cada vez más, síntomas de descomposición y decadencia social y de las relaciones humanas en general.

El medio de comunicación más extendido, la televisión, a través de su prioridad por la presentación repetida y masacrante de escenas sórdidas, hechos de sangre, bajeza, con programas para edad mental de 8 ó 9 años, acaba modelando nuestra juventud (y a los adultos) para el consumismo, la acomodación, la falta de valores y para la ausencia de ideales por los cuales luchar.

Las instituciones universitarias, en general, ofrecen un amplio campo de aprendizaje de conocimientos técnicos y científicos bastante avanzados, pero no es común que orienten sus alumnos para comprender la Vida, la naturaleza humana, su relación con Energías Universales, etc. Como consecuencia, levas y levas de profesionales, son producidos sin una mayor preocupación por una discusión seria y razonablemente profundizada sobre asuntos fundamentales para toda persona, tales como: la forma de ver el mundo, los valores humanos, el papel que como seres humanos debemos cumplir, etc.

En su lugar, los medios de comunicación, introducen falsos dioses en la mente humana. Ellos se llaman: poder, status, consumismo, así como todas las formas de conjugar los verbos tener y poseer (objetos, inmuebles, dinero, personas). Esta preponderancia del tener sobre el Ser se expande cada vez más en la sociedad humana, gracias a la alianza del poder económico y comunicacional con el conocimiento técnico-científico. Esta expansión ya asume la forma de un tumor canceroso que precisa ser extirpado rápidamente, si queremos evitar su avance hasta el colapso social.

No es objetivo del autor ser alarmista, pero el hecho es que las nuevas tecnologías avanzan como un monstruo ciego. ¿Si nada hacemos, cuanto tiempo falta para que nuestras vidas reales sean transformadas en virtuales? Seguramente, unos pocos años.

Aumentar más y más nuestros conocimientos científicos y tecnológicos sin sustentarlos en los verdaderos valores humanos: Libertad, igualdad, fraternidad (¡ya se fueron 200 años!), armonía, paz de espíritu, Amor (¡ya se fueron 2000 años!), es correr apresuradamente en dirección al abismo. La sociedad humana está saturada de bombas atómicas, mísiles, destrucción, venenos, artículos superfluos y contaminantes, carencias y lujos, hambre y desempleo. ¿Dónde está la racionalidad, tan cara al método científico, corazón de la enseñanza universitaria, de esta sociedad?

Creemos, sin embargo, que muchas personas, dentro y fuera de los recintos universitarios, se rebelan contra ese modo de vida, irracional e inhumano. Su sensibilidad, su inteligencia y su concientización les indican que esta no puede ser la única forma de vivir. Mientras tanto, ellas sufren en silencio porque no consiguen percibir como salir de la prisión, ni cual la alternativa a ser tentada.

Esa es la justificación de este artículo: mostrar a las personas que hay espacio para reorganizar nuestras vidas y que estamos aquí para participar activamente de una trascendental actividad cósmica: asumir nuestra identidad más profunda y a partir de ella, contribuir decisivamente para crear una nueva sociedad, profundamente humana.

La sociedad humana ya atravesó la penosa fase de la sensibilización y está entrando de lleno en la de concientización. Es ahora necesario dar el salto cualitativo: actuar. Pero precisamos actuar, no apenas maquillando el mundo exterior y dejando como está el mundo interior.

Hasta ahora, creíamos que cambiando por la fuerza (o por la ley), las instituciones políticas, sociales y/o económicas, se podría traer felicidad a los pueblos. Sin embargo, dolorosas experiencias de guerras inútiles y revoluciones fracasadas, muestran claramente que no podemos más trabajar apenas con la mente y sí que debemos colocar en juego, también el corazón y alma.

Este enfoque nos lleva a una orientación básica: desarrollar la capacidad de pensar, sentir y actuar en un marco referencial bastante diferente al utilizado tradicionalmente. Y esto puede ser hecho por todas las personas, sin limitación de edad, género, raza o nacionalidad. Él está dirigido a todos los seres humanos.