La introducción del ganado y la evolución de los frigoríficos fueron rescatadas en un libro escrito por Alfredo López, consultor de este sector industrial

Una riqueza con casi 400 años de historia

Cuando en 1611 ingresaron los primeros ganados a esta zona del mundo, seguramente no se sospechaba que casi 400 años después, la carne vacuna se constituiría en el principal ingreso de una nación que aún no había sido creada.

La historia de la industria frigorífica uruguaya está plasmada en un libro que sobre el tema acaba de publicar Alfredo López, consultor de la industria frigorífica.

El trabajo contiene no sólo un análisis sobre este sector industrial, sino también la historia de los primeros frigoríficos, fuente de trabajo para miles de compatriotas durante generaciones.

Pero para llegar a la industria de la carne, nos tenemos que remitir hacia 1611 que es cuando se desembarcan los primeros ganados en territorio nacional.

En 1680 comenzó la faena de ganado para la exportación de cueros y luego se sumaría el aprovechamiento de grasas para la producción de sebo. López explica en su cronología de hechos, que a fines del siglo XVIII se inicia la actividad de los primeros saladeros en el país y en 1865 se instala la primera fábrica de extracto de carne en Fray Bentos, era la Liebig´s Extract of Meat Company.

En 1876 el ingeniero Charles Tellier solucionó el problema de la generación de frío artificial, lo que significó el punto de partida de la industria frigorífica.

Sobre 1884 los habitantes de Colonia son sorprendidos por la instalación en esa ciudad de la primera planta frigorífica, la River Plate Fresh Meat Company, la cual estaba destinada a la producción de ovinos congelados. Pero la experiencia resultó medio fallida, ya que cerró sus puertas dos años después.

Comienzos de siglo

Al ingresar en el nuevo siglo, en 1902, se inaugura la primera planta de faena de ganado bovino. Era el frigorífico «La Uruguaya», vendiéndose en 1911 a la firma argentina Sansinena. En 1912 se instaló el frigorífico Montevideo perteneciente a la compañía Swift, que en 1916 pasa a denominarse Frigorífico Swift de Montevideo. Un año después, abre sus puertas el frigorífico Artigas que es adquirido por la firma Armour de Chicago. Sobre 1924 la compañia Liebig´s de Fray Bentos se transforma en el Frigorífico Anglo del Uruguay y cautro años más tarde, en 1928, se crea por ley el Frigorífico Nacional al que se le otorga el monopolio del abasto de Montevideo, iniciando sus actividades mediante el arriendo de la planta del frigorífico Sansinena en junio de 1929. Al promediar la década del 50, en 1957, se retiran los capitales extranjeros que sostenían las plantas Swift y Armour, con el cese de éstas. Al año siguiente se crea por ley el complejo de Efcsa que absorbió bajo la forma de cooperativa entre sus funcionarios, a ambas plantas. Entre 1962 y 1966 iniciaron sus actividades como frigoríficos más de una decena de mataderos, que son autorizados a exportar.

Fin del monopolio

Cuando transcurría 1978, el gobierno militar decretó el cese del Frigorífico Nacional luego de 50 años de ejercicio del monopolio de abasto en Montevideo, se liberaliza el comercio de carnes en todo el territorio nacional y se retira el Estado de su función de regulador de los precios.

Al comienzo de los 90, en 1991, se adopta una serie de medidas de mayor liberalización y apertura relativa al comercio de ganado y carnes (exportación en pie, eliminación de la exigencia del «ciclo completo» de frío para exportar, de la formación de stocks reguladores en la entrezafra para el abasto y de la prohibición del uso de la «facón» para la exportación).

Cuatro años después, en 1995, sucede el hecho más importante de los últimos tiempos para esta industria. Después de 40 años, Uruguay consigue la certificación de país libre de aftosa, por lo que se inaugura una nueva etapa para la producción, al industrialización y el comercio de carne hacia todos los mercados del orbe, sin excepción.

Al analizar la evolución de la industria a lo largo de la historia, López señala que hasta la década del 50 se observó una marcada estacionalidad y productividad estancada, con grandes plantas de ciclo completo (con capacidad de hasta 2400 reses por día) y subsidios desde el Estado hacia las exportaciones, lo que marcaba como resultado una ineficiencia en el uso de la capacidad instalada de faena y altos costos fijos y operativos.

Entre 1960 y 1980 se produce en la ganadería un estancamiento, mientras que a nivel de la industria se consolidan las plantas de menor escala y comienza la carencia de fondos propios lo que lleva al endeudamiento. Las consecuencias inmediatas de esta situación fueron altas cargas financieras, productos de los préstamos obtenidos y como aspecto positivo una reducción de los costos fijos de producción. En los 90, el sector ganadero logra una mejor productividad, más extracción, una disminución de la estacionalidad, la libre exportación de ganado en pie y el status sanitario de libre de aftosa.

Por otro lado la industria conforma una estructura de plantas exportadoras de 600 a 700 reses diarias, alineándose la capacidad instalada y la evolución de la oferta. Asimismo se reperfilan las deudas a largo plazo con el denominado «Cupón Cero» y se accede a nuevos mercados. Los frigoríficos terminan el siglo con menores costos de producción. Sobre el futuro, Alfredo López señala que la industria logrará un equilibrio entre volumen de exportación y abasto, a la vez de tener una dotación de recursos propios que le posibilitaría salir de la cadena de endeudamiento. Pero aclara que para lograr una mayor competitividad se deberán adecuar los costos operativos, aumentar la eficiencia, la calidad, la diferenciación y emplear una agresiva campaña de marketing.

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