Global Carbon Project acaba de publicar un informe sobre la contribución que cada país ha hecho a la producción de emisiones de CO2 en el mundo desde hace 170 años, una de las mayores causas de la crisis climática que padece hoy el mundo. El trabajo, que se dio a conocer en el New York Times el 13 de Noviembre último, muestra claramente que una minoría muy reducida de la población mundial (un 12% que vive en 23 países, la mayoría de los cuales están a los dos lados del Atlántico Norte) han producido la mitad de todas las emisiones de CO2 en el mundo. Estados Unidos ha producido un 24% de todo lo producido, seguido por Alemania (un 5.5%), Gran Bretaña (un 4.4%), Francia (un 2.3%), Italia (un 1.5%), España (casi un 1%), … y Japón ha producido un 3.9% y Australia un 1.1%.
La otra mitad de CO2 emitida desde hace 170 años la han producido países (150) hoy de renta media o baja, (terminología que utiliza el informe) en el que viven la gran mayoría de la población mundial. Entre ellos destaca China, que ha producido durante tal período el 13.9% de todas las emisiones seguida de Rusia (un 6 8%), India (3.2%), Sudáfrica (1.3%), México (1.2%), Irán (un 1.1%), Corea del Sur (un 1.1), Brasil (un 1%), y así una larga lista de países.
UNA MINORIA HA SIDO LA MAYOR CAUSANTE DE PRODUCCIÓN DE C02
De tales datos se deriva que un numero reducido de países (Estados Unidos y Europa, predominantemente la Europa Occidental) donde vive una minoría de la población mundial, han estado emitiendo gran cantidad de CO2 en la atmósfera causante de la crisis climática de hoy, que se ha ido generando a lo largo de todo este largo período, siendo Estados Unidos el mayor emisor global.
El segundo dato de gran interés de este trabajo es la evolución de tales emisiones durante aquel periodo. Un análisis de tal evolución muestra que ha sido primordialmente a partir de la Segunda Guerra Mundial cuando aumentó tal emisión de CO2 de una manera rápida y sustancial por parte de países, no solo ricos, sino también de los países considerados hoy de renta media y pobre. Entre estos últimos, destaca China, que es hoy el país mayor emisor de CO2 seguido de la India (aunque Estados Unidos continúa siendo uno de los países con mayor producción de CO2). Tal crecimiento de producción en los países de renta baja, siguiendo el modelo de desarrollo industrial que caracterizó a los países ricos de hoy, contribuyó de una manera muy marcada al aumento de producción de CO2 a nivel mundial. La enorme crisis climática de hoy, que amenaza lo que se considera «la supervivencia humana», se basa en esa realidad. De continuar esta vía, los años de sobrevivencia están contados. De ahí que se haya extendido la percepción en amplios sectores conservadores y liberales, de que la causa de la crisis climática es el deseo de los países pobres de alcanzar el nivel de desarrollo de los países ricos, siguiendo su ejemplo. El eslogan de que «a mayor riqueza, mayor producción de CO2» parece ser la explicación de las raíces del problema climático.
¿HAY OTRA MANERA DE SALIR DE LA POBREZA?
Y de ahí deriva el pánico que comienza a extenderse entre sectores de opinión importantes en países ricos de que el deseo de romper con la pobreza de la mayoría de la población mundial pueda significar el fin de la humanidad, incluyendo de los países ricos. Raramente esta percepción se presenta con tal crudeza, pero con mayor sutileza este mensaje se ha promovido por algunos voceros de los estamentos conservadores en los países ricos en la Reunión de Glasgow. El error de tal postura es que asume que hay solo una manera para dejar de ser pobre, cuando hay evidencia de que ello no es así. Y este es uno de los temas más importantes que existen hoy en día y del cual apenas se habla en los mayores medios de comunicación. Se habla constantemente de las distintas fuentes de energía existentes que son nocivas a la supervivencia de la humanidad. Pero como siempre ocurre, se intenta centrar el debate en formas de energía (como si fuera un problema técnico) sin tocar el tema clave, qué es el contexto político que determina que un tipo de energía u otro sea el que acabe empleándose. La despolitización de lo que es fundamentalmente político es característico del discurso internacional sobre la causa y solución de la crisis climática.
EL MODELO LIBERAL DE DESARROLLO (Y LOS QUE LO APOYAN Y LLEVAN A CABO) ES RESPONSABLE DE LA ACELERCIÓN DE LA CRISIS CLIMÁTICA
Existe amplia evidencia que el modelo liberal, que ha dominado la actividad económica en gran parte del mundo, y que ha causado el enorme crecimiento de las desigualdades entre países y dentro de cada país, con gran concentración de la riqueza y de la propiedad de los medios de producción y distribución ha sido una de las mayores causas de las consecuencias negativas del crecimiento económico y del rápido deterioro de la situación climática del mundo.
Y es precisamente en el país donde este modelo ha tenido mayor desarrollo, Estados Unidos, dónde hoy hay mayor cuestionamiento de su permanencia. Esta realidad muestra el gran error de aquellos autores, promotores de tal modelo liberal como Fukuyama , que consideraron que la victoria de Estados Unidos en La Guerra Fría (Cold War) determinaba ya la continuidad de tal modelo para siempre, habiendo supuestamente probado su superioridad sobre cualquier otro modelo poniendo así fin a la historia (el titulo de su libro) pues el objetivo se había ya conseguido. Era el único posible. Pero la realidad ha mostrado que hay muchos otros modelos y que el liberal hoy está siendo cuestionado incluso donde estaba mas fuerte, EEUU. El presidente de tal país está intentando recuperar de nuevo el New Deal del Presidente Roosvelt, con una gran inversión pública en las áreas ambientales y climáticas (el Green New Deal) y en las áreas sociales (el Social New Deal), favoreciendo el empoderamiento de las clases populares y muy en particular de la clase trabajadora, reforzando a los sindicatos. Predeciblemente, grandes sectores de la patronal de las empresas energéticas no renovables (petróleo, gas y carbón) así como de empresas en áreas sociales, como la industria farmacéutica (que se opone a la regulación publica del precio de los fármacos y acceso a las vacunas y medicamentos necesarios para controlar la pandemia, y muy en particular, en países de renta baja eliminando sus patentes) además empresas financieras gestoras de compañías de seguros sanitarios afectados por las reformas propuestas por la administración Biden, entre muchos otros poderes fácticos a los cuales hay que añadir la oposición de las personas que ingresan más de US$ 400,000 al año al aumento de sus impuestos así como el incremento de impuestos de sociedades de las grandes empresas transnacionales están hoy movilizándose con gran hostilidad hacia las autoridades federales para parar tales cambios.Tal oposición que aparece también dentro del sectores importantes del Partido Demócrata, sobre todo del Senado, muy influenciado por tales grupos de poder que se resisten a debilitar al modelo liberal.
LA URGENCIA Y LA IMPORTANCIA DE CAMBIAR EL MODELO ECONÓMICO DANDO MAYOR IMPORTANCIA AL SECTOR PUBLICO Y AL BIEN COMÚN
Hoy a nivel mundial el problema climático, al cual hay que añadir la gran crisis social acentuada por la pandemia, requiere un cambio radical del quehacer económico, con la activa participación de las autoridades públicas que deben ponerse al servicio de las necesidades de la mayoría de las poblaciones a fin de anteponer el bien común sobre los intereses de acumulación de rentas y propiedad que ha alcanzado un nivel obsceno además de ser injusto y sumamente ineficaz e ineficiente. Como bien indicaba Mariana Mazzucato, a raíz de la reunión de Glasgow «The right institutions for the climate transition» Social Policy (noviembre 22, 2021) es imposible que el deterioro de la situación climática del mundo se pueda alcanzar sin un cambio muy profundo del rol de las autoridades públicas en priorizar el bien común aplicando políticas públicas claramente intervencionistas para revertir el deterioro que está ocurriendo en el bienestar de las clases populares relacionando el tema social con el tema climático y viceversa. Esta relación es esencial para conseguir la movilización de la ciudadanía para presionar por las políticas de cambio, lo cual está ya ocurriendo en varios países.
Decía recientemente Thomas Piketty, que hay en muchas partes del mundo situaciones semejantes a la que existía en Francia antes de que ocurriera La Revolución Francesa, cuando aparecieron unos movimientos de protesta inesperados frente al excesivo poder de la nobleza. Hoy la nobleza son las grandes empresas energéticas contaminantes, las empresas agrícolas que destruyen instrumentos de protección, las empresas financieras que especulan absorbiendo recursos que deberían tener objetivos sociales, las empresas farmacéuticas que impiden el acceso a las vacunas y muchas otras que están afectando el acceso a los recursos y que ejercen una enorme influencia sobre los Estados y sobre los organismos internacionales. Y es ahí donde las movilizaciones en contra de los que se oponen al cambio están creando una dinámica que también cuestiona la distribución de poder dentro de los Estados, pero para que ello ocurra es muy importante que el Green New Deal esté diseñado no solo para lo que se define como «salvar la humanidad», sino también para mejorar la calidad de vida de la mayoría de la población y no solo para volver a la llamada normalidad, que significa la continuación de un modelo económico liberal que perpetúe las enormes injusticias y desigualdades que tal modelo ha causado. La evidencia de ello es clara y contundente. DICIEMBRE 2, 2021
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*Profesor de Health and Public Policy en The School of Public Health, The Johns Hopkins University; Catedrático Emérito de Ciencias Políticas y Sociales, Universitat Pompeu Fabra. En Público.es , el 02.12.2021
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