Deforestación en la Amazonia brasileña ha aumentado un 25% en los últimos 12 meses
El mundo le quitó la mirada a la deforestación y los incendios de la Amazonia, pero no se han detenido en lo absoluto.
Los catastróficos incendios forestales de la Amazonía fueron noticia principal durante gran parte de 2019 e inicios de 2020, sin embargo, parece que se ha hecho poco o nada para proteger la icónica selva tropical sudamericana a pesar de la preocupación mundial.
Según los nuevos datos, 3.066 kilómetros cuadrados de la Amazonia brasileña fueron destruidos durante los primeros seis meses de 2020, lo que representa un aumento del 25% en el mismo período del año pasado.
En junio de 2020, la deforestación alcanzó un récord mensual de 1.033 kilómetros cuadrados, que es 10.7% más alto que el mismo mes en 2019 y 24.3% más alto que mayo de este año. El informe del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en portugués) explica que si la deforestación continúa aumentando a este nivel, Brasil estaría en camino al año más destructivo para la selva desde 2005.
La Era Bolsonaro
La destrucción de esta selva se ha visto acelerada durante la era del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, quien es un abierto negacionista del cambio climático y de la ciencia que lo respalda. Sus políticas han propiciado esta rampante deforestación ya que promueve el incremento de superficie para la producción cárnica y agrícola.
Ahora que la estación seca ha comenzado en el Amazonas, el riesgo de incendios forestales se acerca a su punto máximo. El verano pasado hubo un número récord de incendios en la región, y muchos culpan de nuevo a Bolsonaro, acusándolo de alentar la tala ilegal y la minería además de la ya mencionada ganadería industrial.
Solo en el mes de junio se registraron 2.248 incendios en la región, que superó por mucho los números del mismo mes un año atrás. Esto ha llevado a los ambientalistas a temer que los próximos meses podrían superar la temporada de incendios del años pasado.
Bolsonaro sigue negando que él sea responsable del aumento de la destrucción de la selva, pero sigue manifestando su apoyo a las empresas que la destruyen. Irónicamente, su determinación de priorizar la economía sobre el medio ambiente lo ha obligado a tomar medidas para proteger la selva tropical, después de que los inversores internacionales comenzaron a exigir que el gobierno brasileño comience a abordar la deforestación.
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