Mientras nos ocupamos del coronavirus, la selva amazónica llegó al punto de no retorno
En términos del clima de la Tierra, hemos ido más allá del punto de no retorno, dicen los científicos. La Amazonia es una de las zonas más afectadas del mundo.
Durante décadas, Brasil fue un abanderado de la lucha contra el calentamiento global y, a nivel local, contra la destrucción de la amazonia. Pero en la era en que el presidente Jair Bolsonaro más bien alienta la deforestación y la desertificación de una de las selvas más importantes del planeta, esta ya llegó al punto de no retorno, según alertan científicos y ambientalistas.
Entre 2005 y 2012, el país sudamericano logró reducir hasta un 83% la deforestación a punta de políticas ambientales pero, ni bien Bolsonaro asumió la silla del Palacio de Planalto, se relajó la ley del uso de tierras y la deforestación aumentó drásticamente, hasta tocar el pico máximo de 200%.
«Hay algunas personas peligrosas en el cargo», dice Antonio Donato Nobre al portal Climate News Network. «El Ministro de Medio Ambiente es un criminal condenado. El Ministro de Relaciones Exteriores es un escéptico del clima», remata.
Nobre argumenta que Bolsonaro no se preocupa por el Amazonas y tiene desprecio por los ambientalistas. Su administración está alentando a los acaparadores de tierras que se apoderan ilegalmente de tierras tribales protegidas o terrenos en los que los indígenas han habitado por miles de años, áreas que luego venden a ganaderos y conglomerados de soja.
Peligro en la selva
Para los aborígenes, la vida se ha vuelto peligrosa y decenas de líderes han sido matados en los últimos dos años.
«Están siendo asesinados, su tierra está siendo invadida», dice Nobre, y mientra tanto la humanidad entera se enfoca en detener el avance del coronavirus COVID-19, que está presente en todos los continentes y ha contagiado a 200.000 personas.
En agosto del año pasado, todos vimos impotentes cómo grandes áreas de la Amazonia, uno de los sumideros de carbono más grandes del mundo, se incendiaron ante la casi desidia de la administración Bolsonaro.
«Miles de personas se organizaron, a través de WhatsApp, para hacer algo visible desde el espacio», asegura Nobre. «Contrataron personas en motocicletas con jarras de gasolina para prender fuego a cualquier tierra que pudieran», algo que, según denuncia el científico, era una suerte de «tributo» a Bolsonaro.
Como resultado, hasta este primer trimestre de 2020 ya ha desaparecido la mitad de la selva amazónica del este. Los ambientalistas, los aborígenes y los científicos están perdiendo la batalla.
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