51% de brasileños desaprueba gestión de Bolsonaro de los incendios. El mandatario hablará ante la ONU al respecto

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, está dispuesto a discutir sobre los incendios en la Amazonia en la próxima Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en septiembre.

Bolsonaro dijo a periodistas en Brasilia el lunes que quería hablar «con patriotismo» sobre la Amazonia, una región que asegura fue ignorada por las administraciones anteriores y «prácticamente vendida al mundo».

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, había sugerido la semana pasada celebrar una reunión para abordar específicamente los incendios que han envuelto parte de la selva tropical de Brasil, la más exuberante del mundo y considerada «el pulmón del planeta».

Solo en agosto se reportaron un total de 30.901 incendios, el número más elevado desde 2010, de acuerdo al Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil.

En un comunicado publicado el lunes, Amnistía Internacional dijo que si las autoridades no procesan penalmente a los responsables de los incendios ilegales, la situación empeorará durante los próximos años bajo la administración Bolsonaro.

Repudiado por la mitad del país

El repudio internacional al presidente brasileño, a quien se le ha puesto el sobrenombre de «capitán motosierra», también se refleja hacia adentro en su país. El porcentaje de ciudadanos que desaprueban su gestión saltó del 33% en julio a 38% en agosto, de acuerdo con una encuesta realizada por la consultora Datafolha y publicada este lunes por el diario Folha de Sao Paulo.

La encuesta, hecha entre el 29 y el 30 de agosto, encontró también que el 75% de los brasileños creen que el interés internacional en el bienestar de la Amazonia es «legítimo» y un 66% cree que el gobierno debería aceptar ayuda económica de otras naciones.

51% de los consultados desaprueba la gestión del Poder Ejecutivo en la lucha contra la deforestación de la selva Amazónica, mientras que un 69% cree que su agresividad verbal durante la crisis puede hacer que Brasil pierda inversiones.