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Pieles animales: la crueldad en pro de la alta moda

En todo el mundo, unos 20 millones de animales son capturados en trampas y otros 40 millones son criados en granjas que tienen el único cometido de convertirse en finas chaquetas de alta costura, o zapatos de diseñador.

Un zorro a la espera de ser desollado. Foto: Flickr / Dzivnieku Briviba
Un zorro a la espera de ser desollado. Foto: Flickr / Dzivnieku Briviba

Bolsos, zapatos, cintos, chaquetas, billeteras, y miles de otros productos se fabrican usando la piel de animales que han sido capturados en su entorno salvaje, o criado en crueles condiciones de vida.

20 millones de animales exóticos son apresados con dolorosas trampas que les fracturan partes de su cuerpo y los hacen quedar sufriendo por horas, hasta que el cazador llega y los libera para luego ser desollados -algunas veces estando vivos- para fabricar productos de lujo. A ellos se suman 40 millones de ejemplares más que pasarán toda su vida en una jaula de apenas es más grande que su cuerpo, con el fin de optimizar el espacio en las granjas, y que solamente saldrán cuando vayan a ser asesinados.

Por ejemplo, los visones son mantenidos en las llamadas granjas de cautividad, en jaulas de unos 40x50x50 centímetros, y su capacidad de movimiento es prácticamente inexistente. Apenas pueden darse la vuelta de vez en cuando, y se ven obligados a hacer sus necesidades biológicas en el mismo lugar donde comen y duermen, lo que les causa altísimos niveles de estrés por la tortura que esto significa. Su expectativa de vida en lo salvaje es de 6 años, pero la industria de la piel les da apenas seis meses de vida, pues matarlos a temprana edad hace que se obtengan pieles suaves y tersas. El método más usado es la asfixia con monóxido de carbono, o la rotura de cuello manual.

Para las hembras visón, la cosa es mucho peor: pueden pasar los seis años de su vida en una jaula, siendo constantemente preñada para dar crías que tendrán el mismo destino, en caso de ser hembras, o morirán en pocos meses si son machos.

Otras víctimas de la industria de las pieles de alta moda son los zorros. Las distintas variedades de estos bellos cánidos, que son utilizados para fabricar pieles, pueden recorrer territorios de entre 20 y 50 kilómetros cuadrados, estando en libertad, pero las granjas de cría los hacen vivir en jaulas de apenas 0.6 metros cuadrados. En estas condiciones, los zorros se vuelven locos, pierden toda estabilidad mental y emocional y pueden automutilarse girando sin parar dentro del encierro. A veces mueren de hambre por negarse a comer, incluso antes de que se les considere listos para sacarles la piel.

Millones de animales son criados para la fabricación de pieles. Foto: Flickr / Dzivnieku Briviba
Millones de animales son criados para la fabricación de pieles. Foto: Flickr / Dzivnieku Briviba

¡Cuidado, es una trampa!

La mayoría de los animales de los que obtenemos pieles provienen de granjas peleteras, y otros de trampas puestas en sus hábitats naturales. Nutrias, zorros, mapaches, gatos monteses, zarigüeyas, castores y otras víctimas de la alta moda caen en trampas que les causan mutilaciones atroces y sufrimiento inimaginables.

Algunos llegan a amputarse las patas a mordiscos con tal de escapar con vida. Los que logran escapar suelen morir desangrados o por infecciones severas a causa de las heridas de trampas que, a veces, están oxidadas o contaminadas con sangre de otros animales.

Los conejos mueren para que se agreguen cuellos, puños o aplicaciones velludas a prendas de alta costura: el método de asesinato más usado consiste en acariciarlo, para que esté calmado, y luego darle un golpe con un objeto contundente en nariz, una zona de su cabeza sumamente sensible, lo que le causa una dolorosa y angustiante muerte.

Unas rechazadas pero otras aceptadas

Foto: emynow.files.wordpress.com
Foto: emynow.files.wordpress.com

Si bien es cierto que, recientemente, se está empezando a rechazar socialmente el uso de animales exóticos en las prendas de vestir, aún seguimos aceptando que se usen pieles de animales domésticos, como es el caso de las de vaca o cerdo.

Las vacas son usadas, principalmente, para producir carne -cuya piel se extrae directamente en el matadero, o bien para la producción de leche, según su raza. Cuando la «vida útil» de las vacas lecheras se ve disminuida o acabada, son vendidas para alimentar la industria peletera.

En los mataderos, los métodos de tortura y muerte muchas veces serían dignos del tercer reich: si están demasiado viejas o débiles para caminar hacia la muerte, se les propinan golpes, patadas, empujones con maquinaria hidráulica y hasta choques con tasers eléctricos, lo que les causa el peor de los sufrimientos en sus últimas y horribles horas de vida.

Afortunadamente, la industria de la ropa y el calzado ofrece cientos -sino miles- de opciones para no usar pieles animales: se pueden usar fibras vegetales como algodón, cáñamo o lino, o sintéticas como el acrílico, poliester o nylon, y en el calzado hay novedosos materiales, como el Chlorenol (también conocido como Hydrolite o Durabuck) -utilizado por algunas empresas de calzado deportivo por su porosidad y capacidad de transpiración, su adaptación al pie y la posibilidad de poder lavarlo a máquina fácilmente-.

En la medida de lo posible, desincentivar la demanda de pieles animales hará que la oferta baje paulatinamente hasta que, por fin, muera como negocio y se acabe con el sufrimiento de 60 millones de animales al año.

 

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