Michael Reynolds: «El planeta nos está pidiendo que pensemos en nuevas formas de vivir»
LARED21.TV entrevistó al original y emblemático arquitecto estadounidense, quien se encuentra en Uruguay promoviendo y ajustando los preparativos de las obras que comenzarán en octubre para construir la primera escuela 100% sustentable de América Latina. Reynolds también participó de una cena en beneficio del proyecto, a la que asistieron diversas personalidades nacionales.
La «biotectura» es una nueva forma de construir que atiende las reales necesidades de la humanidad, y se propaga en todo el mundo como un «virus» bueno, dijo a LARED21.TV el famoso arquitecto estadounidense Michael Reynolds, quien llegó a Uruguay para edificar la primera escuela pública de América Latina 100 por ciento autosustentable.
De 270 metros cuadrados y ubicada en el municipio de Jaureguiberry en el departamento de Canelones, la escuela se hará con materiales reciclados y será autosuficiente en materia de energía eléctrica, agua y calefacción.
El proyecto, denominado «Una escuela sustentable», es desarrollado por la organización Earthship Biotecture, que lidera Reynolds, y cuenta con el apoyo del gobierno uruguayo.
¿Cómo nace este proyecto aquí en Uruguay?
Surgió de un grupo de gente aquí que quería construir una escuela para niños que están utilizando en este momento una casa como escuela, dando clases en el living y en un dormitorio. También querían una escuela que fuera sostenible, y nosotros hacemos edificaciones sostenibles, y nos contactaron para ver si estábamos interesados en hacerla. Nos juntamos y allí surgió el proyecto.
¿Cómo es que funciona una construcción 100 por ciento autosustentable?
Bueno, la edificación va más allá de lo que hace normalmente una edificación, porque atiende seis temas que yo creo que todas las ciudades y países deben encarar y no lo están haciendo tan bien. Todo el mundo necesita agua, electricidad, un refugio confortable que no requiera demasiado combustible para calentarlo o enfriarlo, todo el mundo necesita saneamiento y tiene que hacer algo con la basura, y todos necesitamos alimentos, y esta edificación aborda esos seis temas, y eso la convierte en más que una edificación. Pensamos que va a tener un efecto importante en el medio ambiente.
¿Qué materiales se van a utilizar en la edificación de esta escuela, cuándo comenzarían las obras y qué tipo de participación tendrían los escolares?
La construcción va a comenzar en octubre y va a terminar a mediados diciembre. Los niños van a ayudar, nos lo prometieron. Y los materiales son en parte convencionales, un 50 por ciento, y otro 50 por ciento van a ser los que yo llamo «naturales», que son cubiertas, botellas de vidrio y de plástico, latas de aluminio… Por todos lados donde voy crece ese tipo de materiales, por todo el planeta.
Usted dice que la arquitectura actual no responde a las verdaderas necesidades de la humanidad. ¿Cree que la bioconstrucción es una opción efectiva para la población mundial?
Estamos inventando la «biotectura» justamente para encarar esos temas. La arquitectura en el pasado generó obras que son fantásticas, que son piezas maravillosas, pero que nunca tuvieron sistemas ni de refrigeración ni para crear su propia electricidad, y en estos momentos necesitamos todas esas cosas. En general, para eso se necesita infraestructura municipal que se trae adentro de la casa. Nosotros lo que estamos tratando de hacer aquí, y lo ilustramos en todo el mundo, es que una edificación puede ser una maquinaria en sí, que aproveche los fenómenos naturales del planeta para darle a la gente esos servicios de manera descentralizada.
En estos 45 años de trabajo, ¿cuáles son los resultados que usted destacaría de sus proyectos, y qué ha aprendido también en estas décadas?
Estamos constantemente aprendiendo, y durante varias décadas vamos a seguir aprendiendo a hacerlo cada vez mejor. Pero ahora ya sabemos más como para lograr que funcione en todo el mundo. Ha habido muchos obstáculos, muchas barreras debido a muchos dogmas y reglamentaciones, cultura y tradición. La gente no quiere abandonar esas cosas. Pero el planeta lo está pidiendo en este momento, que pensemos en nuevas maneras. Y esto está atendiendo todas esas necesidades en una misma edificación.
Hay un gran problema allí con la descentralización. Cuando nosotros tenemos todos los servicios públicos centralizados, exigen una infraestructura cara. Siempre tienen problemas de mantenimiento de la infraestructura, y los efectos de esos servicios públicos pueden crear desastres como las plantas nucleares en Japón o el saneamiento que se vierte en bahías.
Nosotros no lo estamos haciendo de una manera centralizada, y así logramos que grandes problemas se conviertan en pequeños problemas, y estamos aprendiendo a resolverlos. Cada casa se tiene que ver como una «embarcación».
¿Y entonces cuáles han sido los principales desafíos y obstáculos que ha tenido en su trabajo? Además del dogma o el conservadurismo en la arquitectura, ¿también ha tenido problemas en cuanto a la legalidad o con empresas que hayan ofrecido resistencia?
Ciertamente ha habido temas regulatorios porque, como decía un fiscal en el estado de Nuevo México, nosotros estamos haciendo cosas que ni siquiera están previstas en la ley ni en las disposiciones. Entonces sí hemos estado infringiendo algunas leyes, pero algunas cosas que hacemos ni siquiera están reglamentadas. Nosotros estamos tratando las aguas servidas en la casa misma, y estamos procesando la basura.
Yo ya no uso la palabra «basura» porque veo que muchas de estas cosas, como las cubiertas, las botellas, son recursos naturales que crecen en el planeta. Entonces, ¿qué es la basura? Nosotros inventamos ese concepto. Entonces es, sí, un encare muy radical que asusta a aquellos que están a cargo de hacer cumplir las regulaciones, y básicamente nosotros no estamos tratando de hacer una revolución en contra de ellos, sino presentar una mejor manera (de edificar).
La bioconstrucción ha llamado la atención de muchas personas en el mundo y usted también está acercándose a ellas y capacitándolas.
Sí, hemos abierto en los últimos cuatro años cursos de biotectura, tenemos una academia, estamos haciendo una escuela mundial que enseña estos métodos, y hay más estudiantes de los que podemos manejar, de todo tipo. Se está convirtiendo en una profesión, en una manera de pensar, y nosotros constantemente aprendemos con ellos. Se está formando como un movimiento. Yo lo miro como un virus, pero un virus bueno, que es como que fuéramos por todo el mundo estornudándole a la gente encima.
Usted ha realizado varios proyectos en América Latina. ¿Cree que esta región tiene un mayor interés por la bioconstrucción y es más proclive a adoptar esta nueva forma de vida?
Creo que América Latina es efectivamente más abierta porque muchos de los países europeos y otros países están un poco más trancados en sus dogmas y en sus reglas, y América Latina aparentemente es más abierta a ideas nuevas, y especialmente Uruguay, que tiene muchas cosas que reflejan que se piensa con la mente abierta. Nosotros iremos donde sea que la gente sea receptiva a nuestras ideas. La gente individual es receptiva en todo el mundo, pero el problema son los parlamentos, los legisladores y los organismos rectores, que son mucho más conservadores en otros países.
¿Qué otros proyectos tiene en Uruguay? Nos hablaba de, posiblemente, una cárcel…
Sí, estamos viendo la posibilidad de hacer una cárcel después de terminar la escuela y pienso que eso sería un proyecto fantástico, porque vivir en este tipo de estructura de hecho es algo que inspira, y podría afectar el proceso social de rehabilitación.
Cámara: Víctor Burgos
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