GISLENO MEDINA, DE CERRO AL MUNDO

"Dejé de jugar profesionalmente cuando descubrieron que tenía un solo riñón"

Al regresar de Moscú lo quisieron contratar para una radio pero decidió irse a Colón de Santa Fe, para obtener el único título de este equipo argentino en su historia. Luego fue contratado por Cúcuta de Colombia pero tras un año, regresó a Uruguay por un problema familiar. Dejó de jugar y cuando parecía que se terminaba su carrera, un golpe de fortuna lo llevó a México, donde jugó varios años hasta que le descubrieron que tenía un solo riñón. ¡Ni él lo sabía! Incursionó como técnico en México, y en su debut estuvo 33 partidos invicto. Perdió un partido, lo expulsaron, lo suspendieron seis meses y decidió dejar esa actividad para dedicarse de lleno a ser promotor, colocando en el mundo, no menos de 80 jugadores no solo uruguayos sino mexicanos y muchos centroamericanos. Hoy trabaja para un grupo empresarial europeo observando jugadores. Con él hablamos en esta nota que se transformó en una amena charla de fútbol.

 

Sus orígenes

­¿Como fueron sus comienzos en el fútbol?

­Podría decir que me encaminé en el fútbol profesional allá por los años 60 en Cerro, en el que estuve hasta 1964, luego pasé a Colón de Santa Fe donde se podría decir que comencé mi trayectoria en el exterior hasta que dejé de jugar en México, ya que no terminé en mi país como la gran mayoría.

 

­Su ingreso al primer equipo fue algo inesperado y producto de problemas con los jugadores del primero.

­Resulta que los dirigentes y los hinchas estaban malísimos con los jugadores, porque habían perdido algunos partidos, pero eran jugadores «grossos» y de trayectoria. El asunto es que llegaron y prácticamente pusieron varios juveniles entre los que estaba yo. Pero nos dijeron, miren que si no meten también cobran ustedes. Lo cierto es que jugamos contra Defensor en cancha de Liverpool y lo goleamos cuatro a cero. Después ganamos siete u ocho partidos seguidos. Hoy lo tomamos con una sonrisa pero era bravo.

 

­Después de esa etapa y antes de irse al exterior tuvo un pasaje por la Selección…

­Sí, fue en aquella selección que se formó en 1963 para jugar los Panamericanos de São Paulo. Yo andaba muy bien en aquella época y eso me valió que me citaran a la Selección. Cuando volví de Brasil, como había hecho un gran campeonato, como premio Cerro me llevó con el primer equipo a Europa, una gira espectacular de 40 días, la que para un joven como yo era un sueño cumplido.

 

El título con Colón de Santa Fe

­Y ahí el primer pase al exterior…

­En el año 1964 pasé a Colón de Santa Fe y al año siguiente fuimos campeones con la conducción de José «Pepe» Etchegoyen, y otros muchachos uruguayos, como Raúl Cardozo que había jugado en Liverpool, mi hermano Orlando (que después jugó en Boca Juniors), Dumas Rodríguez y yo, todos provenientes de Cerro. Ese es el único título de este club en más de 100 años de historia, un recuerdo imborrable para todos nosotros. Luego fui al Cúcuta Deportivo de Colombia y regresé a Montevideo por un problema de salud de mi esposa. Luego continué mi carrera deportiva en Atlante.

 

­Pero su ingreso a México también contó con buena dosis de fortuna.

­Se podría decir que sí, yo estaba en Uruguay, se había frustrado un pase a América de Cali y estaba mal. Dagoberto Moll ­un uruguayo que había jugado en Miramar Misiones y luego en Real Madrid­ estaba como técnico en Atlante de México y había venido a ver jugadores. Se encontró de casualidad con el «Pulpa» Etchamendy, que dirigió a Nacional a fines del 60 y principio del 70, y le comentó que estaba buscando un defensa central; el «Pulpa» me recomendó porque me veía jugar todos los fines de semana en Colón cuando él dirigía a Unión de Santa Fe. Y me fui a México a jugar por Atlante, hasta que me retiré del fútbol, cuando descubrieron que tenía un solo riñón de nacimiento.

 

­¿Pero usted sabía que tenía ese problema?

­No, de ninguna manera y además había pasado todas las fichas médicas hasta ese momento. Afortunadamente enfrente a mi casa, en la ciudad de Cuernavaca, estado de Morello, vivía el mejor urólogo del estado, Ponce de León. A las tres de la mañana mi señora me lleva a verlo, tenía una hinchazón impresionante y me dolía muchísimo. Enseguida pidieron la ambulancia, me internaron; finalmente me dieron el alta, pero me dijeron que si quería vivir y no sentir nada más debía dejar el fútbol.

 

«Obligado a no jugar más…»

­¿Pero no fue traumático dejar el fútbol?

­No, porque yo me estaba haciendo a la idea de ir dejando. Ya no me sentía con las ganas como para hacerlo y además ante un problema de este tipo no había opción, así tuviera 20 años.

 

­¿Y se radicó en México?

­Sí, me casé por segunda vez en 1971, con una mexicana, y decidí quedarme en México ya que me había dado mucho. Acá en Uruguay había perdido a mi primera esposa en el año 67, coincidentemente también había perdido un contrato fabuloso con el América de Cali, que rechacé para cuidar a ella. Quince días más tarde falleció mi señora e incluso no jugué hasta el año siguiente, que fue cuando se encontró Etchamendy con Moll, como ya había contado.

 

­¿Tuvo oportunidad de ser entrenador luego de dejar la práctica activa del fútbol?

­Me recibí en el año 1975 como entrenador titulado en la Federación mexicana de fútbol y dirigí enseguida a Deportivo Morellos, un club de Segunda División en México. Fue una campaña espectacular con 33 partidos invictos pero perdí uno, me «calenté», me expulsaron y me dieron seis meses de suspensión. Pero fui reflexionando en el viaje de regreso y me convencí que eso no era para mí, me apasionaba demasiado. Lo cierto es que fue una etapa como técnico muy corta.

 

Su etapa después del fútbol

­Ahora es promotor, algo así como un «negociador» de jugadores sin llegar a ser representante…

­Es algo confuso para el que no conoce… Tengo 32 años como promotor pero nunca me gustó ser representante de jugadores. Además no se presta a mi carácter, no soy de convivir con el jugador, lo que yo hago es hacer el negocio, cerrar el trato y sacar mi comisión, la del jugador y ahí se termina mi tarea. Pero bueno, tengo que hablar con entrenadores y con dirigentes, y eso implica contactos permanentes, muchas llamadas telefónicas y cenas con entrenadores y dirigentes porque debe haber confianza al contratar un jugador. Así que es un poco la tarea muy emparentada con la de representantes.

 

­Pero no solo promociona jugadores uruguayos sino que trabaja con otros países.

­Por decirte algo debo ser quien ha colocado más jugadores hondureños en el exterior, pero no solo a México sino a Europa. Debo llevar más de treinta jugadores hondureños colocados pero además panameños, costarricenses y ni hablar de los uruguayos. La lista es interminable y solo por nombrar los primeros que llevé Bonifacino, Alberto Gómez, Nilo Acuña, Bertocchi, Germán Krauss, de Danubio, Romeo Corbo, Angel Ferreira, que me lo trajo Eugenio Figueredo… Debo llevar cerca de 80 jugadores colocados. Pero ahora me ha salido competencia porque muchos de los que llevé ahora son representantes o promotores.

 

­¿Y cómo ve el fútbol uruguayo desde aquellos años que usted jugaba a este presente?

­Y, ha cambiado muchísimo. Uno de los grandes problemas es la cantidad de jugadores que se exporta, no se puede tener estabilidad en ninguna institución. Fíjese que salieron 103 este año, más 25 del año anterior, más otros 25 que se fueron últimamente en un país tan chico es imposible
. Y eso genera el problema de la falta de jugadores, porque si pregunta por un centrodelantero… no hay y no es un problema uruguayo porque se da también en Argentina. Pero evidentemente ha cambiado muchísimo.

 

«Paco» Casal ha hecho un buen trabajo

­¿Cuál es su opinión con respecto a un casi colega suyo, como «Paco» Casal?

­Creo que «Paco» Casal aprovechó un momento del fútbol uruguayo, todo le salió bien, está respaldado por un grupo de personas que están trabajando con él y saben cómo manejar el tema. «Paco» ha hecho un buen trabajo, creo que el problema es que no se han dado los triunfos y cuando estos no llegan, la gente comienza a hablar y a buscar culpables. Pero creo que el fútbol uruguayo puede salir, quizás si fuera técnico de pronto no apelaría tanto a los jugadores del exterior y miraría más hacia adentro, porque para la imagen que dimos con Paraguay, alcanza y sobra con los nuestros. Pero es una opinión muy personal.

 

­¿Y como se presenta el futuro?

­Me llegó una propuesta muy interesante en estas últimas semanas. Ya no me gustaba mucho el hecho de vender, porque implica muchos viajes, diferentes países, un desgaste tratando de solucionar el tema con el jugador, los clubes, pero ahora me llego una oferta de parte de un grupo de personas de Europa, para que yo escoja los jugadores y ellos lo venden. Entonces eso me gusta y creo estar capacitado para realizar dicha tarea. Así que comenzamos a transitar en una nueva tarea pero en definitiva nunca alejado de lo que tanto me gusta que es el fútbol.

 

­Lo querían contratar como relator…

­Mi ídolo como relator fue Carlos Solé y todos querían imitarlo. Lo cierto es que yo jugando en quinta, y me sentaba al costado de la cancha de Cerro en la cancha del Artigas y transmitía los partidos; a los de Cerro los conocía pero a los rivales los identificaba por el número. Lo cierto es que en la gira de Cerro por Europa. Cuando pasamos por Francfort González Acuña había comprado una grabadora y nos servía en los ratos libres para entretenernos y yo obviamente para relatar. Un día me dieron manija y transmití un partido imaginario entre Cerro, los compañeros y una selección resto del Mundo delante de ellos.

Fue divertido para todos pero no pasaba de eso. Estando en Moscú vemos llegar a Tróccoli al hotel, muy cansado. le preguntamos qué le pasaba y nos dijo que había estado todo el día buscando un relator que hablara castellano porque había arreglado con algunas emisoras de Montevideo para transmitir el partido de Cerro con Torpedo de Moscú. Los muchachos le contaron que había uno en Cerro, Tróccoli no salía de su asombro y no estaba muy convencido, pero se la jugó. Yo le dije que si me daba como se pronunciaban los nombres, me animaba.

Y así fue solo que yo era el relator, el comentarista, el que pasaba las tandas…todo era una locura pero salió bien. Cuando regresé a Montevideo los amigos y familiares estaban enloquecidos, porque me habían escuchado en todos lados. Pero lo más insólito fue que vinieron a contratarme como relator… pero deseché la oferta porque lo que yo quería era jugar al fútbol.

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