Trepando a primera

Con apenas 39 años de edad y 6 como director técnico (comenzó en 1996 a trabajar en las divisiones inferiores de Miramar Misiones), Roland Marcenaro consiguió el pasado sábado algo que muchos no pudieron lograr en toda su carrera, ascender a un equipo a Primera División. Además lo logró con Miramar Misiones, un equipo que desde 1989 estaba «estancado» en la divisional «B», hoy denominada Segunda División Profesional.

El joven entrenador conversó con LA REPUBLICA sobre su campaña en el equipo «cebrita» y este presente exitoso, que lo catapultó a la máxima categoría del fútbol profesional en nuestro país.

El año pasado, Miramar Misiones arrancó la temporada con un gran nivel e incluso jugó las finales del Torneo Apertura, pero con el correr de los partidos el rendimiento del equipo «cebrita» fue decayendo, principalmente porque futbolistas importantes como Ulises Cabrera y Ricardo Varela abandonaron la institución en medio de la competencia. Este año, Marcenaro tenía en claro que no se podía «tropezar con la misma piedra». Para apostar a lograr el ascenso habían muchas cosas por corregir y entre ellas indicó: «lo primero fue hablar con los dirigentes, para que si se iban jugadores, ponerse de acuerdo en traer los refuerzos que yo pretendía. El año pasado no se pudo hacer, por eso la segunda parte fue mala. Veía que si no incorporábamos jugadores iba a ser muy difícil».

Sin embargo, este año también ocurrió algo similar, ya que jugadores importantes como Marcelo Dapueto y Boris Acuña emigraron apenas comenzado el Apertura, pero fueron reemplazdos por José Bolón y Adrián Speranza. De cualquier manera, Marcenaro aclaró que estos futbolistas «tuvieron que pasar por una etapa de adaptación».

En el 2002, el entrenador del equipo «cebrita» quería imperiosamente lograr el ascenso ya que según cuenta: «tenía que darse porque este fue un proceso de 6 años y las condiciones con las que comenzamos a trabajar, si bien no fueron las ideales, fueron las más cercanas, en el entorno siempre se trató de hacer lo mejor»

Continuidad o no en Miramar Misiones

A la hora de destacar las virtudes de este equipo de Miramar expresó: «La humildad, la entrega, el cuidado personal que siempre uno les aconsejó. Todos sentíamos lo mismo dentro de la cancha y ellos lo que yo les transmitía y creían en eso».

Con el pitazo final de Gustavo Méndez, el contrato de Roland Marcenaro llegó a su fin, por lo que el entrenador se encuentra sin club. De todos modos dijo: «Siento que voy a seguir en Miramar, porque es mi deseo personal, pero lo cierto es que terminó la temporada y partir de ese momento, finalizó mi contrato. Ahora hay que esperar a ver que pasa».

«Estaba seguro de que íbamos a lograr el objetivo»

Sin lugar a dudas, observar a Roland Marcenaro a un costado de la cancha mientras juega su equipo es un espectáculo aparte. Es muy difícil encontrar un entrenador que viva los partidos con tanta intensidad. Sin embargo, en el partido más importante de su corta carrera, el pasado sábado frente a Sud América, estaba «alarmadamente muy tranquilo» tal como lo describió él mismo y explicó la razón: «los jugadores demostraban muchísimas ganas de subir, sabían que estaba en juego su futuro. Estaba muy seguro, que no es lo mismo que estar confiado, que íbamos a lograr el objetivo y creo que esta seguridad se la trasmitimos a los jugadores».

De todos modos, tenía claro que «los partidos hay que jugarlos, influyen muchos factores que no se pueden prever, entonces cualquier cosa puede pasar y esto es lo lindo del fútbol».

Luego del pitazo final, muchas cosas pasaron por su mente: «Lo primero que pensé fue un agradecimiento eterno a mi madre, que me inició desde los 4 años en esto del fútbol y ahora no está conmigo. También en mi viejo que me apoya y mi mujer que me bancó, porque estos últimos 20 días fueron insoportables. La familia está en todos los momentos, porque este año también nos tocó perder» indicó.

De la mano de Roland Marcenaro, los «monos» treparon a primera por quinta vez en su historia y buscarán mantenerse en el círculo de privilegio.