A los 80 años murió Pepe Guerra
En la tardecita de este jueves 13 de junio de 2024 falleció José Luis Guerra, el querido Pepe Guerra a los 80 años de edad, el cantor olimareño que ha refrendado día tras día su arraigo popular con el reconocimiento de ser profeta en su propia tierra.
La noticia de su ingreso a la inmortalidad golpea duro en el alma de todos los uruguayos, incluso en aquellos que por diferentes razones no eran asiduos oyentes de su portentosa voz, esa que Raúl “Tinta Brava” Castro pidió que el letrista no se olvide. Es que su voz, su personalidad y su postura frente a la vida lo ubican entre aquellos que al decir de Bertolt Brecht son imprescindibles. Rodeado por sus hijos Yanina, Florencia, Nicolás y por su amada esposa Adriana así como por algunos amigos entre ellos Daniel, Matías, Mario y Ricardo, Pepe dejó físicamente esta dimensión para emprender su gira eterna, esa que le llevará a reencontrarse con otros amigos, compinches y colegas, compañeros de ruta como El Sabalero José Carbajal, Viglietti, Darnauchans, Dino, Zitarrosa, Estramín, Capella, Ducho Sfeir, Idea Vilariño y tantos otros y otras que se le adelantaron en ese destino ineludible y común para todos.
No habrá velatorio ni ceremonia pública – se anunció desde la familia del artista y la productora AM, agregando que tal resolución ha sido tomada en estricto apego a la voluntad del artista, especificando que- “Pepe desde hace un largo tiempo venía sosteniendo una dura y porfiada lucha contra el cáncer, al que de manera valiente enfrentó y venció. Tristemente su cuerpo no pudo tolerar el desgaste y finalmente se fue en paz, en su casa y rodeado de sus seres queridos. De parte de sus familiares y amigos queremos agradecer las muestras de cariño brindadas en este momento y a lo largo de toda su vida. Tal y como Pepe lo expresaba, tanto sus restos como su guitarra, serán enmudecidas en la tierra musical donde él soñó».
Y reiterando lo que ya afirmamos en otra oportunidad, dicho de otro modo, ese sentido de la vida, ese sentido de pertenencia a nuestro pueblo, sumado a sus formidables dotes artísticas, es lo que lo ha mantenido firme en el difícil camino de la permanencia a través de los años y de los sucesivos reemplazos generacionales.
Vale entonces en esta dolorosa ocasión reiterar conceptos que ya hemos formulado otras veces. Y lo volvemos a hacer con la convicción de que siempre será poco lo que se pueda decir acerca de las nobilísimas cualidades humanas y artísticas de este gigante cantor popular.
Reiteramos entonces que Guerra es sin duda alguna uno de los artistas mayores de nuestra cultura popular. Cuando uno escucha esa voz tan cálida y portentosa, tan representativa de un modo de ser uruguayo, de inmediato lo reconoce. Si se es un auditor atento, la densidad o el espesor que le otorga a sus canciones, por su calidad estética y conceptual, por la generosa expresividad de su registro impar, hacen de éstas un verdadero placer para los sentidos. Pepe Guerra ha poseído un majestuoso poder de convicción, una sensibilidad exuberante y también como autor una línea compositiva que raya la excelencia.
Y a pesar que parezca ser reiterativo, bien vale la pena recordar que José Luis Guerra nació en la ciudad de Treinta y Tres y que su único oficio fue siempre el de cantor popular. Sin olvidar nunca su origen humilde, logró sin proponérselo que en Uruguay su nombre se fuera haciendo sinónimo de la música del pueblo, sintetizando en sus cantares el sentir y los ritmos de su gente. Un dato contundente es que no existe ningún uruguayo dentro o fuera de fronteras que no sepa quién es Pepe Guerra, el cantor que nació junto al río Olimar.
Con el también treintaitresino Braulio López Integró Los Olimareños, legendario dúo que con cuarenta y cuatro discos editados recorrió el mundo entero obteniendo innumerables distinciones. Los Olimareños por su repertorio, por la excelente calidad en que se amalgaman sus voces y tal vez por lo que siempre permanecerá como un misterio indescifrable es y será una formación que permanece viva en la memoria colectiva de todos los uruguayos como un punto referencial, ya que más que un conjunto de canto popular, sigue siendo un fenómeno social irrepetible
Pepe Guerra ha sido y por siempre será noble espejo e intérprete de las alegrías y dolores de nuestra tierra
Desde 1978 Guerra vivió en el exilio cantando por el mundo con el dúo, residiendo en España y México, volviendo definitivamente al Uruguay en 1984. En 1990 inició una brillante labor como solista, recorriendo un nuevo y sólido camino, demostrando en los escenarios su potente comunicación con el público.
Su guitarra de un toque exclusivo, inconfundible en sus trémolos, y la voz de Pepe Guerra -y el letrista no se olvida- es reconocida en las canciones populares como una de las características uruguayas desde la década de los años 60 de siglo XX a la fecha.
Y volvemos a decir que cada una de sus presentaciones ante el público tuvieron el sello de la emoción lo cual es, por cierto, una señal contundente de una trayectoria que ha sido siempre en ascenso y a la vez fecunda. Pepe Guerra es un irrepetible con una trayectoria que desde el vamos ha apuntado hacia la emotividad, hacia la belleza y siempre, siempre a la necesaria y noble tarea de ser espejo de la sociedad en la cual le ha tocado vivir. Armado de un manojo mayúsculo de canciones definidas por su hondura y por un humanismo contundente, este emblemático cantor, que ha sabido acompasarse al paso del tiempo sin por ello ceder un ápice en su modo de plantarse en el escenario así como en la vida, ha forjado e interpretado mucho más que un abanico de bellas canciones.
Pepe Guerra ha planteado ante sus semejantes su modo de andar, por lo tanto lo que ha ofrecido y seguirá ofreciendo a través del registro de sus canciones es una profunda mirada de la comarca y del mundo, una mirada desde el sentir popular a través de su yo particular, ese yo personalísimo que en su voz deviene en arte.
Se trata, pues, de un hombre y de un artista con una trayectoria en la que ha habido un continuo desarrollo de ideas, una evolución intuitiva permanente, que, sin embargo, no ha sido obstáculo para mantenerse fiel a sus raíces, a sus principios, a sus orígenes de humilde cantor de pueblo chico. Eso, junto a su inconfundible voz, es lo que lo ha situado en la admiración, en el cariño y en el respeto de la sociedad que lo engendró y que lo erigió como uno de sus mayores referentes artísticos.
Pepe Guerra ha sido y por siempre será noble espejo e intérprete de las alegrías y dolores de nuestra tierra, esa que él mostró atadita con alambre en el campo y la ciudad y desde sus grabaciones seguirá cantándole a los de abajo donde está su corazón, donde las ansias se juntan por una patria mejor.
Tuvimos la fortuna de compartir con él alegrías y dolores, ronda de amigos, noches de vino sin melancolías, Nochebuena y Navidad en su casa de Shangrilá. También incertidumbres en tiempos duros y tristezas en despedidas de amigos. Y siempre, siempre con su mirada y sus palabras alumbrando el horizonte en busca de libertad, de justicia social, de la felicidad de los más humildes, de los eternamente postergados. Lo suyo ha sido la acción. Es de los que en lugar de quejarse de la oscuridad encendían una vela.
Y es por la lucha y la esperanza de esa Patria para Todos que seguirá alumbrando a las generaciones venideras, que seguirá escuchándose su voz, su canto, que seguirá siendo ejemplo su inconmensurable legado humanista, su vida y su arte.
Hasta siempre querido Pepe.
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