Tributo a Eduardo Darnauchans
Con la proyección de una serie de videos este sábado 11 a la hora 19.30 en el Parque de la Amistad (ex zoológico de Villa Dolores) ubicado en la Avenida Rivera 3254 casi Rosell y Rius, se realizará un acto en homenaje a Eduardo Darnauchans en el año en que cumpliría 70 vueltas alrededor del sol . Será con acceso gratuito y se titulará "Darno/70".
Este tributo generado por el poeta Victor Cunha que se iba a realizar hace algún tiempo y debió ser reprogramado y luego suspendido por razones climáticas, es apoyado por la Intendencia de Montevideo, AGADU, el Parque de la Amistad y dependencias de la UdelaR como lo son el Centro de Investigación de Artes Musicales y Escénicas del Litoral Noroeste, el Departamento de Ciencias Sociales, el Centro Universitario Región Litoral Norte y la Comisión Sectorial de Investigación Científica.
La ocasión es propicia entonces para que reproduzcamos una nota que hemos publicado en otra oportunidad cuando en la explanada de la Universidad se estrenó «15 años sin/con Darno, una posible antología audiovisual».
Reiteramos pues que Eduardo Darnauchans Miralles, fallecido prematuramente a los 53 años de edad en la madrugada del 7 de marzo de 2007, ha dejado un legado que perdura y es recogido incluso por jóvenes que no tuvieron la fortuna de escucharlo cantar sobre un escenario, tímido, melancólico y adusto, entre el micrófono y la penumbra.
Exquisito cantor y destacado intelectual
El Darno, fue no sólo un cantor, músico, poeta y destacado intelectual, sino también un hombre comprometido con las mejores causas populares y con una trayectoria artística de más de 36 años siempre en ascenso. Comenzó a recorrer el camino de la canción popular tras triunfar en el festival de la canción de Tacuarembó, lo que le posibilitó viajar a Montevideo para grabar en el sello Sondor. Es así que su inicio profesional puede situarse en el ciclo Los conciertos de La Rosa, en el Teatro Stella D´Italia, debutando en Montevideo junto a Leo Antúnez y el grupo Opus Alfa. Darnauchans, quien se definía como baladista o, como dijo alguna vez, “un songwriter”, nació el 15 de noviembre de 1953 en Montevideo. Hasta los 17 años de edad vivió entre Minas de Corrales (Rivera) y Tacuarembó.
En 1971 realizó su primer recital en Montevideo (Teatro Stella D’Italia) y al año siguiente, con 18 años de edad, grabó su primer fonograma “Canción de muchacho”. Luego vendrían “Las quemas” (1975), “Sansueña” (1978-1979), “Zurcidor” (1981), “Nieblas y neblinas” (1985), “El trigo de la luna” (1989), “Noches blancas” (1991) grabado en vivo en el Teatro Solís, Dylan –en casete (1991)– y, ese mismo año, la antología “Sin perder el tiempo”, en la que se reúne veinte años de canciones. Luego llegarían otros discos de formidable hechura, “Entre el micrófono y la penumbra” (en vivo, 2001) – “Canciones Sefaradíes” (en vivo, 2004) hasta llegar a “El angel azul”, editado en 2006 por el sello discográfico Ayuí. En 1990 recibió el Premio Municipal de Música Edita por “El Trigo de la Luna”.
Asimismo compuso música para obras de teatro, destacándose su trabajo en “Antes de entrar dejen salir” y “Papá querido” para el Teatro de la Comuna, bajo la dirección de Antonio Baldomir en el Teatro del Anglo.
Compuso en 1990 la música del filme “Color de tristecías”, dirigido por Pablo Rodríguez y exhibido en Europa, Estados Unidos y Canadá. Cantó junto a Bob Dylan en el Cilindro Municipal y junto a Paul Simon en el Estadio Centenario. En diciembre de 1993, la Editorial Arca editó “Los espejos y los mitos”, libro basado en un extenso reportaje por parte del periodista Tabaré Couto, junto a un cancionero que recoge parte de su vasta trayectoria. En diciembre de 1995, en el Teatro del Notariado, la cantante Sylvia Meyer presentó el disco “Darnauchans (un merecido homenaje)”, que contiene nuevas versiones de los clásicos de Eduardo. En 2008 el periodista Nelson Díaz publicó «Memorias de un trovador». En 2012 Ediciones Perro Andaluz, de Angel Atienza, publicó «Darnauchans, entre el cuervo y el angel», una biografía de Eduardo Darnauchans escrita por Marcelo Rodríguez que además fue acompañada por un disco hasta ese momento inédito que recoge un recital brindado en octubre de 1989 en el Teatro del Notariado. Ese volumen, es una biografía completa, exhaustiva y detallada sobre un artista que pese a la incomprensión de las multitudes vivió hasta su último suspiro, pensando y trabajando por ellas desde su inconmensurable sensibilidad, desde su fina elaboración poética, desde su inimitable voz.
Durante su intensa trayectoria se presentó en los principales escenarios de la capital y el interior del país. Sus canciones figuran en múltiples antologías de la canción popular uruguaya, tales como “Canto Popular”, “Canciones del Asfalto”, “Los músicos de La República”, “Trovadores” y “Uruguay canta en Pueblo Ansina”, entre otras.
Musicalizó poemas o canciones de Washington Benavides, Víctor Cunha, Líber Falco, Eduardo Milán, Federico García Lorca, Nicolás Guillén, Porfirio Barba Jacob, Asunción Silva, Jorge Luis Borges, Antonio Machado, Raúl González Tuñón, Eduardo González Lanuza, Eduardo Bosco, Roque Vallejo, Jorge Manrique, Rubén Darío, Nicanor Parra, Manuel Bandeira, Humberto Megget, Pablo Neruda, César Vallejo, anónimos siglo XV español y poemas propios.
Varias de sus canciones son reinterpretadas por destacados artistas nacionales, como el dúo Larbanois/Carrero, Fernando Cabrera, Walter Bordoni, Juan Peyrou , Ruben Olivera, Christian Cary, Niquel y Spuntone/Mendaro, entre otros.
Sensibilidad, talento y refinamiento
Sin duda alguna, se trata entonces de uno de los artistas decisivos de la música popular uruguaya, alguien que, consciente de la función del arte, ha apostado siempre a la sensibilización de sus auditores. Darnauchans es un individuo que ha elaborado sus canciones desde un lugar estrictamente poético. Sus historias, donde suele el cantautor convalidar su yo particular, son de una hechura por momentos desgarradora y siempre, siempre con el sello del refinamiento.
Su vocación y compromiso humanistas le llevó a realizar cursos en Facultad de Medicina y en Facultad de Humanidades, en Montevideo y La Plata (Argentina). Adhirió al Frente Amplio desde su fundación . Durante los oscuros años de la dictadura, Darnauchans, como tantos otros, sufrió censuras y persecuciones. En su caso, se registró un episodio muy particular: le prohibieron cantar en diversos escenarios y sin embargo sus discos no fueron censurados.
Un ser humano de una hondura insondable
Exquisito cantor y poeta, un peso pesado de la intelectualidad, pero sobre todo, un ser humano de una hondura insondable. Conversar con el Darno -desde los inmemorables tiempos del viejo Sorocabana de la Plaza de Cagancha, o del Picadilly, o del Luzón, o del Sportman, La Giralda o el pub Amarcord y en sus últimos tiempos en el Lobizón o en el Mincho Bar, conversar con él era siempre una instancia de enriquecimiento espiritual, una zona de sensibilidad y aprendizaje, un placer intelectual. Sus comentarios y observaciones eran siempre críticos y agudos, así se tratara de música, arte, filosofía, política o literatura.
Imposible de clasificar en ningún estilo determinado, su existencia fue la de un transgresor. Sembrador de afectos supo cosechar amistades aún en el disenso.
Darnauchans era un inspirado artista pero además era un trabajador de su arte. Se forjó a sí mismo leyendo todo aquello que llegó a sus manos, se nutrió de los cuatro vientos y procuró mantener siempre sus raíces bien sujetas al pago que le vio nacer.
Zurcidor de amores desde Canción de muchacho al Ángel azul, supo transitar entre nieblas y neblinas en noches blancas cosechando el trigo de la luna sin perder el tiempo y sin temor a las quemas. Se fue su palabra en el mano a mano, quedan sus obras, sus registros fonográficos de una dimensión creativa mayor. Su particular forma de cantar, su voz inconfundible, la demostración de su habilidad de zurcidor para componer canciones de melodías delicadas y luego transferirlas a su garganta con una elaborada musicalidad. Quedan sus canciones, esas que incluso muchos que le ignoraron han valorado con el paso del tiempo. Permanece imborrable en la memoria de quienes le conocieron personalmente, queda en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de verlo cantar y queda su gigante herencia humanista.
“Recuérdame, mi mejor vez, recuérdame… la espina no, la flor, la flor si es que hubo flor.” Aquella triste madrugada de un miércoles de marzo en la que emprendió su último viaje, tal vez a Sansueña, gran parte de lo mejor de la música popular uruguaya recibió un durísimo golpe, un contundente jaque mate. Abrumados por el desgraciado zarpazo de esa señora otra, la muerte, los melómanos uruguayos quedamos desconsolados. Aquel 7 de marzo la noche estuvo mucho más oscura que en otras ocasiones. «Pero si me estoy perdiendo desde un marzo en que lloré y a pura perdida sigo y pierdo lo que encontré, aunque la noche esté muy oscura…voy a darme por entero, como solamente sé, aunque el vino que bebo tenga solo sabores de sed».
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