Luce Fabbri: “Es preciso crear y multiplicar la solidaridad”
Este 25 de julio se cumplirá un nuevo aniversario del nacimiento de la prestigiosa intelectual ítalo-uruguaya Luce Fabbri. A 114 años de su llegada al mundo se la recuerda como una mujer que se destacó como ensayista social y literaria, que militó en el anarquismo, que contribuyó decisivamente en el feminismo y que ha dejado un rico legado.
Esta mujer que se destacó como ensayista social y literaria, nació en Roma el 25 de julio de 1908, hija de Luiggi Fabri y Bianca Sbricoli. Su llegada a Uruguay fue a temprana edad huyendo del creciente fascismo en su Italia natal, de la mano de su padre, militante anarquista, escritor y educador, quien en nuestro país se dedicó a la docencia en Primaria y Secundaria, falleciendo en Montevideo en 1935.
Siguiendo los pasos de su padre, aquí, en su patria adoptiva, Luce militó decisivamente en diversas causas sociales y contribuyó con sus escritos, así como con su actitud frente a la vida, al enriquecimiento teórico del anarquismo socialista, movimiento político revolucionario.
En 1932 publicó un poemario en lengua italiana I Canti dell’ attesa (Los cantos de la espera), dedicado a su padre Luiggi: “A mio padre l’ amico mio, il mio compagno, nello studio e nella battaglia”. Luego se desempeñó como profesora de literatura en Secundaria y más tarde fue la catedrática de Literatura Italiana en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República (UDELAR), cargo al que accedió a través de concurso y del que fue despojada por la dictadura al ser destituida en 1973 y que retomó en 1985 con la restauración democrática.
Dejó la docencia en 1991 luego que un par de años antes la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación le otorgase el título de Profesora Emérita.
Paralelamente a una treintena de escritos políticos, entre los que se destacan El camino, El anarquismo más allá de la democracia, Los anarquistas y la Revolución Española, Sotto la minaccia totalitaria (Bajo la amenaza totalitaria), Totalitarismo entre dos guerras, La Libertad entre la historia y la utopía y Una strada concreta verso l’utopia. Itinerario anarchico di fine millennio (Un camino concreto hacia la utopía. Itinerario anárquico de fin de milenio) [1998], que reflexionan en lo político y filosófico apostando por formas auto gestionadas de organizar la sociedad y la economía,
Luce Fabri ha sido una aguda crítica literaria, especialista en estudios sobre Dante Alighieri así como en la poesía de Leopardi.
Esgrimió la palabra escrita como un arma al servicio de la libertad. Poco antes de fallecer, en agosto de 2000 en Montevideo con 92 años recién cumplidos, había comenzado a investigar un tema que amaba especialmente: el autodidactismo obrero.
En economía la solidaridad se llama socialismo
En una entrevista publicada en Opción Libertaria, una revista en la que ella tenía una activa participación, Luce Fabri incita a las jóvenes generaciones a continuar en la búsqueda de alternativas de emancipación y justicia social.
Allí afirma que no es muy optimista, pues el presente muestra avances científicos y técnicos, pero que no redundan en un bienestar para la mayoría de la población del planeta.
La tecnología al servicio del capitalismo sirve para acrecentar el control social y no para mejorar la vida. El crecimiento económico del capitalismo genera contaminación. Luego de la implosión del socialismo autoritario -dice refiriéndose a la disolución de la Unión Soviética-, han erigido al mercado como solución final de todas las cosas, y el mercado nunca puede ser la solución final, a menos que la humanidad desee su autodestrucción. Es preciso crear y multiplicar la solidaridad; en economía la solidaridad se llama socialismo y hoy la única oferta válida de socialismo es el socialismo libertario, la autogestión.
Luego se le inquiere a Luce acerca de si ella cree que los movimientos sociales tales como el feminismo y la ecología social están emparentados con el anarquismo.
Respecto a esto, señala que por supuesto, porque existen en la atmósfera social elementos libertarios, que se enfrentan al poder, lo desafían, y eso es saludable. Esto indicaría -prosigue- que, a pesar de las dificultades de la coyuntura, existen posibilidades y perspectivas para el anarquismo.
El fascismo es siempre igual a sí mismo
Luego, se interroga a Luce -quien junto a su padre debió emprender el exilio a Uruguay a causa del fascismo- sobre el rebrote xenófobo en Europa y el fascismo clásico.
Responde que el fascismo es siempre igual a sí mismo, emparentado al poder económico, a los que tienen el dinero y que no lo tienen para gastarlo, sino para ejercer la dominación sobre los demás. La riqueza es el sostén de esa dominación; hoy se llama neoliberalismo, creciente desocupación, racismo, etcétera, etcétera…
Posteriormente cuenta cuáles eran las condiciones de vida y de trabajo en la época de su arribo a Montevideo. “En Italia a las mujeres que ejercían la docencia -que es lo que yo más conozco- no se las despidió a menos que fueran judías o de izquierda. No obstante, se tomaron ciertas medidas como, por ejemplo, que las mujeres podían enseñar disciplinas tales como la Física o las Matemáticas, pero no así la Filosofía, la Historia, es decir, las Ciencias Sociales, porque, decían los fascistas, las mujeres enseñando esos saberes “debilitaban” la mente de sus alumnos.
La gran revolución del siglo XX la hizo la mujer
Hoy las mujeres participan mucho más de lo que lo hacían por aquel entonces. Es más, la gran revolución del siglo XX la hizo la mujer, una revolución incruenta, y es que la mujer está llamada a producir los grandes cambios que la humanidad necesita, afirmaba Luce.
Respecto a su formación eminentemente autodidacta y a la opinión que le merecía el siglo XX, Luce ha expresado: Autodidactas hubo siempre. Ya los intelectuales griegos, en la antigüedad (en este caso los pintores), se sintieron ofendidos porque un zapatero se metía a crítico de arte y criticaba sus pinturas “más allá de los zapatos”. Los zapateros son, pues, los primeros proletarios registrados por la historia que tuvieron la pretensión de entrar en el coto aristocrático de la cultura. En la antigüedad, en la Edad Media, en el Renacimiento, la mayoría del pueblo era analfabeto. Hubo -como decíamos- excepciones individuales, especialmente en el campo de la poesía. Hubo además culturas ligadas a determinados oficios y mantenidas por las corporaciones respectivas y, especialmente en el Renacimiento, culturas de taller, ligadas sobre todo a las artes.
Ignorada y ocultada por los poderosos
Esta mujer por definición propia ítalo-uruguaya y ciudadana del mundo había acumulado un nutrido y fecundo archivo político que ante la eventualidad de ser destruido por los dictadores uruguayos, donó a una institución holandesa de estudios sociales y un año antes de su deceso ocurrido el 19 de agosto de 2000, entregó sus materiales escritos -muchos de ellos inéditos- a los archivos de documentación del Instituto de Letras de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, donde también se guarda su frondosa biblioteca, donada por su familia en 2001.
Ignorada en Uruguay, fue motivo de estudios y análisis en el mundo. Estudiada por la Academia, ignorada por los poderosos y ocultada por los centros del poder, la riquísima producción intelectual de Luce Fabbri permanece como legado de una mujer que adelantada a su tiempo luchó armada con la palabra, en pos de una sociedad libre, justa e igualitaria, en donde nadie pudiese ejercer dominio sobre sus semejantes.
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