Se estrena “El árbol de naranjas”: “un teatro donde el niño es interlocutor, y no consumidor”
El colectivo La Tijera estrena “El árbol de naranjas”, que se presenta en el Teatro El Mura (Mercado agrícola de Montevideo), del 29 de junio al 12 de julio. LARED21 conversó con Estíbaliz Solís, directora de la obra y autora del texto. En la entrevista, Solís nos acerca a la historia del colectivo, las particularidades de esta obra y su inteligente visión acerca de las características del teatro para niños
Una obra sobre los vínculos
¿Cómo fue que escribiste el texto de El árbol de naranjas?
El texto lo escribí yo pero en conocimiento de los actores que lo representarían, con la visión de sus cuerpos y sus potencialidades, por lo que fue un proceso mucho más fluido que en textos anteriores y podría decirse que en compañía del colectivo.
¿Qué es el Colectivo La Tijera?
La Tijera nace en Costa Rica en el 2009, cuando vine para acá tenía algunas ideas sobre la práctica escénica, principalmente sobre el teatro para niños y niñas, que quería intercambiar y confrontar. Rápidamente La tijera uruguaya se convirtió en ese espacio, el intercambio fue multiplicador, rápidamente estábamos llenos de cosas para decir.
En el 2013 estrenamos ¿Cómo encontrar un portal mágico? con Germán Weinberg y Paola Larrama. Esta obra tuvo temporada en el Victoria, luego estuvo en la Feria del libro infantil y en La Gringa, con temporada de extensión cultural durante el 2014. La obra fue nominada a varios Florencio para el teatro infantil y Paola ganó el premio a Mejor actriz.
¿Cómo encontrar un portal mágico? fue escrita en solitario, sin conocerlos a ellos aún, pero cuando nos encontramos y empezamos a trabajar, la obra se escribió de nuevo desde el cuerpo; hicimos un trabajo desde la danza y el teatro físico a partir de materiales que componían Germán y Paola, la puesta es un trabajo de composición colectiva. El texto también tuvo algunos cambios aportados por las voces de los personajes que crearon ellos, fue como si yo estuviera dirigiendo un espectáculo que había escrito otra persona y eso fue muy bueno porque permitió explorar lugares y estrategias que nos interesaban, del tipo de teatro para niños que queríamos hacer.
Ahora, para el Árbol de Naranjas, partimos de esa especie de “manifiesto” implícito sobre el teatro infantil que queríamos hacer, sobre cosas que nos parecía fundamental pensar antes de pretender hablar con los niños, por respeto y por cariño. A El árbol de Naranjas se sumaron nuevos integrantes: Cecilia Silva en el arte y Karen Halty en todo (actuación, música, producción). Karen se subió al barco enseguida, es como si hubiera trabajado con nosotros en la obra anterior, entró naturalmente en el modo de trabajo colectivo y aportó muchísimo desde la actuación y desde la música a la puesta. Germán y Paola hacen esta vez dos ancianos, muy distintos a los personajes de nuestra obra anterior, pero con la carga de trabajar como contrapartes.
¿Cómo valorás la experiencia de hacer y escribir teatro para niños? ¿qué particularidades le encontrás?
Nos gusta el teatro para niños que les permite a su vez ser espectador y ser niño. Entendemos entonces que tiene que ser un teatro que permita el entretenimiento y el juego, pero que no se quede en eso, que permita también la expectación, la introducción al concepto de ficción, la develación de los “elementos mágicos”, de los trucos. Un teatro que esté dispuesto a ser divertido pero no por la sobrexcitación, la rapidez de los efectos y de la información (que ya para eso hay otras cosas como la tele y los videojuegos, por ejemplo, que están muy bien y que nosotros no hacemos), más bien un teatro que se permita también la quietud y la contemplación, aunque pueda tener sus momentos de vaciar la energía, nos interesa un teatro alegre y bello, que ponga al niño como interlocutor y no como consumidor.
Nos gusta el teatro que es bien teatro, es decir donde la acción dramática es contundente, donde hay descubrimientos y los personajes toman decisiones que tienen consecuencias; nos gusta pensar que nos acercamos a eso y que el teatro para niños puede tener un discurso pertinente.
En el caso de El árbol de naranjas y ante la sensación de un clima social con cierta tendencia a lo individual, a la soledad y al encierro, quisimos hablar de las relaciones, de los afectos. Esta obra trata de los vínculos, por un lado con la familia, con generaciones distintas, y por otro, con la comunidad, la obra muestra un compromiso con ponernos de acuerdo como comunidad, incluyendo a los niños en la discusión. Todo esto es muy sutil, claro, su camino es el afectivo, el de la luz y del movimiento, el de las canciones que ponen contentos a la Señorita L y al Señor Boniato, protagonistas de la historia.
La obra
El árbol de naranjas
Con: Paola Larrama, Karen Halty, Estíbaliz Solís y Germán Weinberg
Dramaturgia y dirección: Estíbaliz Solís
Escenografía y vestuario: Cecilia Silva y Valeria Gueli
Diseño gráfico: Cecilia Silva
Música: Karen Halty, Ignacio Gutiérrez y Paola Larrama
Se presenta en el Teatro El Mura (Mercado agrícola de Montevideo), con funciones del 29 de junio al 12 de julio, todos los días a las 17 horas. Las entradas cuestan 200 pesos y se encuentran en venta a través de los locales Abitab.
La sinopsis
La Señorita L. escribe cartas para su sobrino, cartas llenas de amor pero con muchas mentiras, cientos de mentiras. El pueblo está completamente roto y hay que repararlo porque el sobrino viene ¡Viene! ¡Viene! El Señor Boniato, antiguo reparador de cosas, debe recuperar la fe en su antiguo talento pero no podrá hacerlo solo. Es necesario reparar el pueblo: el barco grande, el puente, el barco chico y a cada uno de los que lo visitan, repararnos todos. Después de todo en el pueblo hay un árbol, uno brillante y perfumado, un árbol de naranjas.
El árbol de naranjas es un espectáculo lleno de luz, movimiento y música, entre objetos reparados y personajes que se reencuentran con sus afectos, con la mirada sobre los vínculos entre las generaciones y la construcción de comunidad.
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