Reencarnación: el asombroso caso de la niña Shanti Devi
Personalmente no creo ni estoy convencido de la realidad de la reencarnación pero para los lectores interesados en el tema trataremos el caso más notorio e investigado de todos, tal como trascendió. El 80 % de las religiones son reencarnacionistas. Por supuesto el cristianismo no está dentro de ellas. Si bien hay muchos casos investigados, el que veremos a continuación fue el más impactante, dio la vuelta al mundo y sacó el tema en tiempos modernos.
Regreso del más allá
Shanti Devi nació en Delhi, India, en 1926 en el seno de una familia acomodada, económicamente. A los cuatro años aproximadamente la pequeña comenzó a repetir una extraña historia. Contaba con dramática elocuencia los recuerdos de otra existencia en la cual había vivido bajo el nombre de Ludgi en compañía de Kedarnath, su esposo, y de sus tres hijos.
Describía minuciosamente su antiguo hogar del cual daba además la dirección afirmando que estaba en la ciudad de Muttra al sudeste de Delhi, antiguamente Mathura, gran centro político, religioso y artístico en los siglos III y II A.C.
Los padres al principio creyeron que se trataba de los balbuceos de una criatura algo solitaria que pasaba gran parte del tiempo jugando con muñecas. A pesar del paso del tiempo, la niña seguía repitiendo la misma historia, transformándose en una especie de trauma obsesivo, y la familia, temiendo que la niña sufriese algún desorden mental, la llevó al médico. El facultativo, que estaba al tanto del caso, la examinó en su consultorio y luego la interrogó.
Shanti narró nuevamente al médico lo que éste ya sabía de boca de su padre y agregó que había muerto durante el parto de su tercer hijo en Muttra a fines de 1925, es decir, casi un año antes de su nacimiento oficial en Delhi. El médico pidió detalles de aquel embarazo y la pequeña le aportó un cuadro completo del proceso físico y mental de ese estado, que sólo una mujer encinta podría haber vivido.
Este médico, al igual que otros que la investigaron años más tarde, concluyó que Shanti Devi estaba sana de cuerpo y mente aunque en su diagnóstico no podía explicar científicamente la naturaleza de aquella extraña historia.
Interviene Kishen Chand
Cuando Shanti cumplió nueve años, su tío abuelo, el profesor Kishen Chand, decidió hacer algo que hasta aquel momento a nadie se le había ocurrido. El anciano escribió una carta al tal Kedarnath y la envió a Muttra a la dirección que tantas veces había repetido la niña. Entre los parientes y amigos de la familia Devi se creó una gran expectativa. ¿Existiría realmente Kedarnath y viviría en Muttra?
La misiva llegó finalmente a su destinatario. La niña no había mentido o inventado. La reacción del viudo después de leer las líneas donde Kishen Chand le narraba la fantástica historia y lo invitaba a viajar a Delhi para encontrarse con la familia Devi, fue una combinación de sorpresa y temor.
Kedarnath pensó en un principio que Chand pensaba chantajearlo o despojarlo de parte de sus bienes gananciales que había heredado al fallecer su esposa Ludgi en 1925.
Pero envuelto en sus temores y preocupado por aclarar lo antes posible aquel sospechoso asunto, decidió que lo prudente sería quedarse en Muttra y escribirle a su primo hermano que residía entonces en Delhi, explicándole la situación. En la carta, Kedarnath le pedía a su pariente que visitara de incógnito a la familia Devi con cualquier excusa y le hiciese conocer su impresión de la honorabilidad y honestidad de sus miembros a vuelta de correo.
La visita del primo de Kedarnath
El primo de Kedarnath hizo exactamente lo que se le había pedido. En primer lugar pidió discretamente referencias a los vecinos sobre la reputación de los Devi (que era excelente), luego, para completar su misión, inventó una excusa comercial y visitó cierta noche a la familia.
Golpeó la puerta de la casa, y Shanti, que estaba ayudando a su madre en la cocina, corrió a abrir la puerta de entrada. Como la niña se demoraba la señora Devi fue a ver qué ocurría y encontró a su hija muda de estupor y temblando frente al recién llegado que estaba no menos sorpendido, pues Shanti, que jamás en su vida lo había visto, lo había reconocido de inmediato como el primo del esposo que alguna vez también había vivido cerca de su hogar en Muttra.
Emocionado por todos los detalles que la niña le daba de la vida familiar de Kedarnath, el joven reconoció finalmente ser el primo del viudo y confesó al padre de Shanti, que acababa de llegar a la casa, el verdadero propósito de su visita. Afirmó además que, en efecto, todo lo que había dicho la pequeña Shanti era rigurosamente cierto. Kedarnath vivía en Muttra con sus tres hijos. Su esposa Ludgi había fallecido al tener su tercer hijo en 1925.
La madre de Ludgi, una anciana viuda, habitaba una casa en las proximidades de la de su yerno. El primo de Kedarnath relató esto cuando Shanti ya se había ido a dormir, pues no quería perturbar aún más a la niña después de la inusual experiencia de la velada. Entretanto se unió a aquella tertulia el profesor Kishen Chand y en concilio de familia, con la anuencia del primo de Kedarnath, se acordó que el señor Devi pagaría los pasajes de tren para Kedarnath y su hijo primogénito hasta Delhi.
Los presentes se comprometieron a no revelar bajo ninguna circunstancia estos planes a Shanti.
La llegada de Kedarnath y el impacto de la prensa
Quince días después llegó Kedarnath a la casa de los Devi acompañado por el menor de sus tres hijos. Para Shanti, que nada sabía del arreglo, fue otra dramática sorpresa. Besó a Kedarnath, lo saludó como si reamente fuese su esposo, abrazó y apretujó contra el pecho al niño que echó a llorar asustado por el extraño comportamiento de aquella pequeña desconocida. La escena fue conmovedora para Kedarnath y la familia Devi.
Hubo llanto, admiración, estupor y curiosidad. Kedarnath se convenció de lo infundado de sus primeros recelos, pero estaba muy confundido y no lograba entender a esa niña que hablaba de cosas íntimas y comunes, familiares únicamente a él y Ludgi, su difunta esposa. El hombre, totalmente desconcertado, regresó con su hijo aquel mismo día a Muttra. El hecho ya había trascendido lo familiar para tomar estado público.
El señor Desh Bandu Grupta, por ejemplo, presidente en aquel tiempo de una importante cadena de publicaciones (la All-India Newspaper Publishers Association) y Delegado en el Parlamento de la India, ordenó llevar a cabo una encuesta del caso que tuvo carácter semioficial. Se nombró una comisión ad honorem encabezada por el propio Grupta para someter a Shanti Devi a una prueba final y concluyente sobre lo que, en la India al menos, se consideraba una irrefutable evidencia viviente de la reencarnación.
La comitiva integrada por la niña, sus padres, Desh Bandu Grupta, Tara C. Mather, un notario de renombre, y otros notables de Delhi partieron una mañana en tren rumbo a Muttra. En el convoy había un alto número de periodistas locales y extranjeros ávidos por saber cuál sería la reacción de Shanti cuando llegase a la ciudad que la había visto nacer en su vida anterior.
El reconocimiento
La estación de Muttra estaba repleta de curiosos. A su arribo Shanti dio la sensación de caer en trance. Echó a andar como una sonámbula a través de las sinuosas calles de la antigua ciudad seguida por la comitiva y una heterogénea muchedumbre. La pequeña reencarnada se detenía por momentos frente a algún bazar, luego continuaba ava
nzando para retroceder en alguna esquina y retomar su camino. Llegó por fin hasta la casa de Kedarnath, y entró.
Allí vio nuevamente a su hijo primogénito, reconoció al segundo pero no pudo identificar al tercero, cuyo parto le había causado la muerte. Kedarnath aprovechó aquella visita para preguntarle a Shanti si recordaba qué había hecho Ludgi con unos valiosos anillos que él le había regalado antes de su muerte y que no había podido encontrar desde entonces.
La niña, sin vacilar, le señaló un lugar en el jardín y le explicó que ella, es decir Ludgi, los había enterrado dentro de una caja. El hombre cavó superficialmente en el sitio indicado y los halló.
Shanti Devi encontró de la misma forma, sin conocimiento o ayuda previa, la casa de la que fuese su otra madre y cuando la vio salió corriendo a su encuentro y la besó con el rostro bañado en lágrimas. En todas las ocasiones las escenas eran patéticas y hasta los más cínicos observadores se vieron forzados a aceptar que aquellas demostraciones eran espontáneas, inexplicables y auténticas. La posibilidad de un fraude había quedado excluida, pero los expertos no se ponían de acuerdo con respecto a la esencia del fenómeno en sí.
¿Era una manifestación histérica, paranormal, o era Shanti Devi la reencarnación de Ludgi Kedarnath?
Final
Hasta el presente sigue siendo el caso más impactante y mejor documentado que intenta demostrar la realidad de la reencarnación. La publicidad resultó desastrosa para la vida de La reencarnada de Delhi, como se la conoció a Shanti. Sus parientes, esposo e hijos del pasado, acosados por el desfile de curiosos de todo el mundo, cortaron toda relación con Shanti hasta el presente. Cuando se hizo mujer, tuvo que luchar para vivir con su realidad.
Hasta hace unos años residía en Nueva Delhi y trabajaba en una oficina pública, viviendo en soledad y resignada. El profesor Indra Sen, del Instituto Sri Aurobindo de la ciudad de Pondichery en la India, posee el archivo completo de este enigmático caso (en el año 1958 el Washington Post norteamericano publicó algunas notas y entrevistas con Shanti Devi).
Los hombres de ciencia y los investigadores que trabajaron en el caso, concluyeron que una niña nacida en Delhi, India, en 1926, parecía recordar con notable claridad otra existencia vivida en Muttra y separada por el tenue velo de la muete.
Shanti Devi ha escrito libros sobre su caso y la reencarnación en general, y también se ha hablado de ella en muchos libros, conferencias y documentales. *
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