Homenaje al Prof. Ricardo Centrulo: Filósofo, sociólogo, teólogo, profesor de la UDELAR
Fue un maestro transgresor que propició la liberación de los modos de ver. Continuamente develaba interrogando lo que está detrás de la supuesta evidencia: cuestionar la mirada, sospechar lo que nos "es dado". Si un "mensaje" nos deja, tal vez sea este el que más se mantuvo en su pensamiento a través de los años.
» No queremos ser excelsos observadores de la realidad, sino profesionales capaces de transformarla»
El 17 de octubre pasado partió Ricardo Centrulo y no haber podido acompañarlo en esos últimos momentos nos acongoja y entristece. Nos enteramos en el pueblito de Fiumicino, allá en la vieja Italia.
Partió un gran amigo de 60 años de relación ininterrumpida. Partió un referente de las primeras horas de la Teología de la Liberación, tal vez el pensamiento más profundo sobre la revolución humana, se sea creyente o no.
Partió un obsesivo e implacable investigador de las causas y consecuencias que prodiga el injusto sistema capitalista y un propulsor sin descanso de que son los semejantes, los hombres de la tierra, todos ellos, el sujeto de la historia.
Como tal, las estructuras creadas o a crear deberían estar al servicio de ese protagonista y no -como tantas veces ocurre- para uso propio de sus fundadores, encaramados y beneficiándose de un poder menor.
Partió el amigo.
Un tipo llano y afable, sereno como el agua limpia. Un vocacional de la cocina artesanal, de la buena bebida, un buscador distinguido del buen gusto. Se acercaba a los demás de buen grado, gozando del humor y la risa plena, así como con discreción tomaba distancia, permitía espacios, escuchaba, guardaba silencio.
Siempre pensé que los años transitados y estrictos del jesuita que fue, modelaron mucho su forma de ser aún cuando de ella se liberó, y hasta abdicó, pero dejaron en él una impronta inconfundible.
Partió un hombre que hizo de la utopía del Amor su santo y seña toda la vida. Partió el compañero de Cristina. Inseparables y que tanta dicha prodigaba verlos juntos, chispeantes, serenos, prontos para nuevas y motivantes realizaciones.
Ricardo ayudaba con el pensamiento hondo que nunca era condescendiente.
Las más de las veces intranquilizaba mostrando las complejidades de la realidad.
Incluso lo hacía en la cotidianidad de la vida y sus desafíos.
Me pasaba que frente a la duda, la grande y la chica, pensaba : qué diría Ricardo…?!
Creador con Juan Luis Segundo, con Darío Ubilla, con Nelson Gallinares del Centro Pedro Fabro, en aquella casona de la calle Agraciada, fue semillero de reflexiones y debates en la década del 60 con una propuesta que nos entusiasmaba e inquiría. Ricardo, el más cercano, siempre nos incitó a pensar hondo y a construir con raíces transformadoras.
Nos matrizó con aquello del trabajo interdisciplinario porque siempre le preocupó incentivar la multitud de saberes y todo lo nuevo que despierta la creación de «darse cuenta» desde perspectivas diversas.
Fue un maestro transgresor que propició la liberación de los modos de ver.
Continuamente develaba interrogando lo que está detrás de la supuesta evidencia: cuestionar la mirada, sospechar lo que nos «es dado». Si un «mensaje» nos deja, tal vez sea este el que más se mantuvo en su pensamiento a través de los años.
Fue un intelectual de fuste que llenó de inteligencia el razonamiento humano, pero jamás lo hizo para unos pocos dotados y entendidos sino para volver más eficaz y verdadera la acción transformadora convocada. Y que esta estuviera solventada en principios liberadores.
Nunca conocí personalmente a Paulo Freire. Pero conocí a Ricardo. Y siempre me pareció su gemelo. Aquél hilo conductor que nunca cesaba…
Sobrellevó con estoicismo una enfermedad que lo atenazaba y limitaba, él que siempre necesitó movilidad y presencia.
Partió un amigo incondicional. Nos dejó un legado que nunca se desgasta, que el tiempo y las circunstancias no le hacen mella: persistir en la búsqueda colectiva, amplia, sospechando de las evidencias de primera mano, evitando el sectarismo fácil de una sola perspectiva, abrevando en la cualidad profunda del pensamiento y haciendo hincapié en recrear una subjetividad de nuevo tipo, a contrapelo de la que se nos quiere imponer y se nos ha impuesto.
Entonces sí nos habremos acercado a una nueva alternativa inspiradora y renovada.
Estamos en un dramático tiempo histórico de transición que debe parir (en el mejor de los casos) un «reencantamiento del mundo», solidario, justo, pacífico, profundamente humano e igualitario, por el que peleamos.
Hasta sus últimos días, creo que nos estuvo diciendo esto.
Lo pregonó, lo luchó y lo enseñó como un mantra que repitió de mil maneras pero con un idéntico contenido.
En eso seguimos estando, Ricardo…
También y principalmente, contigo.
Ojalá, como lo hiciste toda la vida, nos sigas ayudando…
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