¿Cómo afecta la artrosis en las distintas partes del cuerpo del adulto mayor?
La artrosis -también denominada como osteoartrosis, osteoartritis (OA) y enfermedad articular degenerativa- es una causa habitual de demanda asistencial en este grupo etario. Para conocer más en detalle, te acercamos información sobre la repercusión de esta afección en ciertas partes del cuerpo.
En el caso de la cadera se trata de las artrosis de mayor prevalencia y de las que más incapacidades producen; hasta el 80 % se consideran secundarias a otras patologías. Suele afectar por igual a hombres y mujeres, y es frecuente como localización única. Clínicamente el dolor se manifiesta a nivel inguinal, aunque suele irradiarse en forma lateral o hacia glúteos y muslo -a veces es anterior y referido a rodilla-. El dolor comienza al deambular, y al evolucionar puede llegar a establecerse en reposo hasta finalmente incluso en cama. De esta forma, se genera una importante impotencia funcional con cojera progresiva y franca limitación con disminución progresiva de la movilidad y dificultad para tareas habituales. En los casos más evolucionados se registra atrofia de cuádriceps y glúteos, y en las fases más avanzadas sucede que la pelvis bascula hacia el lado sano cuando la persona se apoya en el lado enfermo y también se puede observar hiperlordosis lumbar compensadora.
Esta enfermedad también es frecuente en la rodilla y suele producirse en mujeres de mediana o avanzada edad, obesas y de manera bilateral. El síntoma principal es el dolor mecánico, con rigidez, crepitación e impotencia funcional, tanto más severa cuanto más avanzada se encuentre. Según la localización, el dolor será global, en los lados o en la zona posterior y esto repercutirá en el movimiento. Consiste en la articulación más afectada en la enfermedad artrósica.
Por otro lado, la OA vertebral es muy frecuente; de hecho, existen alteraciones en la columna cervical hasta en el 80 % de las personas mayores de 55 años. En tanto, hay signos de espondilosis radiológicos en el 90 % de las personas mayores de 70 años. Las situaciones agudas suelen estar limitadas a no más de 14 días; sin embargo, los casos subagudos y crónicos no disponen de tratamientos eficaces, efectivos y eficientes, generando un coste extremo. La artrosis afecta principalmente a las vértebras de mayor movilidad: zonas medias de columna cervical y dorsal junto a lumbares 3 y 4.
La clínica a nivel lumbar, si no hay compromiso radicular, se manifiesta mediante dolor mecánico localizado -agravado con movimientos y al levantar peso- que puede irradiarse a la zona glútea y cara posterior del muslo junto a contractura paravertebral. En caso de compromiso radicular, el dolor o lumbociatalgia se produce por compresión, inflamación e isquemia de la raíz y afecta al área de distribución de la correspondiente raíz comprometida; en este caso puede haber afectación motora, sensitiva y de los reflejos. A nivel cervical existe disociación clínico-radiológica y es generalizada la presencia de esclerosis y osteofitosis radiográfica en las articulaciones uncovertebrales -uncoartrosis-. La clínica puede ser variable, es más frecuente en mujeres a partir de los 50 años y va desde un simple chasquido hasta verdaderos compromisos radiculares. En referencia a la clínica no radicular -cervicalgia-, se manifiesta con dolor de tipo mecánico, limitación o no de la movilidad y en ciertas ocasiones irradiación a nuca y hombros. La cervicobraquialgia equivale a la ciatalgia de la columna, se extiende de cuello a mano, es progresivo, unilateral y hay manifestaciones hipoestésicas y motoras en el dermatoma correspondiente. La mielopatía cervical compresiva se asocia a osteofitosis posterior en personas con canal medular estrecho o a ligamento vertebral posterior osificado.
La afectación de la columna vertebral produce, desde el punto de vista radiológico, una disminución del espacio discal, esclerosis subcondral y existencia de osteofitos. En grados avanzados se puede observar desplazamiento de una vértebra sobre otra -proceso conocido como listesis-.
En las manos, la distribución sigue un patrón característico: afecta a las articulaciones interfalángicas distales, interfalángicas proximales y trapecio-metacarpiana. Es más frecuente en mujeres a partir de la cuarta década de vida, y en las fases más avanzadas las falanges registran luxaciones en flexión o en sentido lateral. Asimismo, la artrosis trapeciometacarpiana o rizartrosis es la más usual a nivel del carpo, ocasionando inflamación y dolor junto a deformidad. Estos casos -manos y carpo- se suelen dar mayoritariamente en las mujeres postmenopáusicas.
Por otro lado, cabe mencionar que las locaciones menos habituales son: codo, hombro, tobillo y pie. Además, se debe tener presente que existen técnicas complementarias, tales como: tomografía axial computarizada (TAC), resonancia magnética nuclear, gammagrafía ósea, y ecografía o ultrasonido.
Evolución y pronóstico
Se sabe muy poco de la evolución natural de la artrosis. En general, la enfermedad se desarrolla lentamente en forma no lineal y parte del deterioro funcional o de los síntomas pueden deberse al envejecimiento de la persona. También hay mejorías sintomáticas que, en parte, pueden depender de la adaptación a la artrosis o de cambios en las demandas de la persona afectada. En el largo plazo, muchos se estabilizan y es común la mejoría sintomática.
Tanto la obesidad como la inestabilidad articular son dos posibles factores de mal pronóstico, pero si no están presentes entonces se podrá ser relativamente optimista.
Dr. Oscar López
Médico de SUAT
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