¿Cuál es el sentido de Lula en el gobierno de Dilma?
Después de reflexionar mucho, de sufrir muchas presiones –incluso una carta abierta de Leonardo Boff– para que aceptara la invitación de Dilma Rousseff para integrarse a su gobierno, en el ministerio que le pareciera, Lula finalmente aceptó y va a formar parte del gabinete. La derecha no ha aguardado nada para acusarlo de querer rehuir las acusaciones que se le hacen, porque pasa a gozar del derecho de reponder únicamente ante el Supremo Tribunal Federal (STF).
Pero para ello Lula tiene lista una respuesta: va a contestar al STF enfrentando lo movimientos de promotores regionales, cuyas acciones arbitrarias en contra de él han configurado claramente que se trata de persecución política. Situaciones que quedaron muy claras con la forma en que fue conducido a prestar declaración el día 4 de marzo en el aeropuerto de Congonhas, en Sao Paulo, así como la intempestiva solicitud de prisión presentada por otro promotor, que fue rechazada por una juez.
Sin embargo, la razón fundamental para que Lula acepte la invitación es para fortalecer al gobierno de Dilma Rousseff, en un momento en que se encuentra particularmente debilitado. Por una parte, por la crisis económica, que se alarga y se profundiza, demostrando que las medidas tomadas por el gobierno no tienen efecto, generando más recesión y desempleo creciente, con lo cual el gobierno logra recuperar el apoyo popular que ha perdido.
Por otra parte, la incapacidad del gobierno para desarrollar articulaciones políticas lo ha llevado a un nivel de aislamiento en el Congreso que hace posible que la alianza entre el PMDB y el PSDB pueda obtener mayoría suficiente para votar el impeachment de la presidenta, aun sin acusaciones que le den fundamento. O entonces para alguna versión del parlamentarismo, siempre en la dirección de quitarle poder a Dilma Rousseff.
Cualquiera que se el cargo que asuma –jefatura de la casa civil o secretario de gobierno–, Lula se encargará de recomponer las articulaciones políticas del gobierno, empezando por reacercar sectores del PMDB del gobierno, alejándolos del PSDB y de los proyectos golpistas. Asimismo, Lula se valdrá de sus contactos para recomponer las relaciones del gobierno con sectores del empresariado, hoy muy alejados del gobierno, en la perspectiva de la retoma del crecimiento económico. Así Lula contribuye también para las adecuaciones en la política económica, que él siempre ha defendido frente a Dilma.
Lula podrá también hacer las intermediaciones con el PT, la izquierda en su conjunto y los movimientos sociales. Además de que será una voz del gobierno siempre presente en los medios de comunicación y en las discursos públicos.
Como uno de sus consecuencias, está que Lula responderá por acusaciones que le hagan frente al STF, quedando libre de promotores regionales. Lo cual debilita las investigaciones del llamado Lava Jato, así como debilita también las iniciativas de impeachment.
Lula se juega por entero en el apoyo al gobierno de Dilma, unciendo su destino al de éste. La oposición teme que, estando de vuelta en el Palacio de Planalto, Lula ya no vuelva a salir de allá. Porque seguramente será candidato a presidente en 2018.
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