Médico con discapacidad física logra recibirse y ejercer la profesión a pesar de ser discriminado

José nació con artrogriposis múltiple y, por ello, fue intervenido “entre 14 y 16 veces”, desde su primer año y medio de vida. Con mucha gracia recuerda y resume que entonces “deben ser 15” el número de operaciones realizadas en Montevideo que,  a todo esto, permitieron que caminara.

Desde muy chico quiso ser médico. Y lo fue. Describe que durante la etapa liceal, tal vez, no tuvo que batallar tanto contra las barreras culturales porque los demás, seguramente, pensarían: “ya se le pasará o caerá solo”.

En 2010 se recibió en medicina general, y en 2015, tiene previsto recibirse de pediatra aunque ya trabaja en policlínica de pediatría. José Almeida ubica su peor momento cuando ya médico se enteró haciendo el posgrado que su jefa- además docente de la Facultad de Medicina-, le hizo saber que no podría recibirse de pediatra. “Me quería barrer”, indica José quien se refiere en esta nota a esa discriminación sufrida y, además, a todas las que hace sufrir la ciudad con su infrecuente accesibilidad.

José Almeida recuerda cómo el Sindicato Médico del Uruguay intervino para defenderlo de lo que él llama “el peor acto discriminatorio” que vivió por parte de esa docente. Sin dificultades, José Almeida, puede tomar a un bebé, auscultarlo, asistir en partos, hacer punciones lumbares y, relata, que en la institución mutual donde trabaja como médico de pediatría, en Sociedad Universal, los padres ya lo conocen. “Nunca he tenido problemas asociados con la discapacidad”, sentencia. De igual manera a José Almeida le interesa recibirse de pediatra para, luego, especializarse aún más: su objetivo es hacer endocrinología pediátrica.