Kim Jong-un, macho norcoreano
El autócrata de Corea del Norte viene lanzando improperios contra Corea del Sur y EE.UU. cada día o cada dos, anunció la anulación de todos los pactos de no agresión con Corea del Sur, declaró el estado de guerra con su vecino sureño, amenazó con hacer de Hawai una montaña de cenizas y hasta alcanzar con sus misiles la costa oeste estadounidense. Su furia fue desatada, como todos los años, por las maniobras militares conjuntas de Washington y Seúl en el Mar de China. Esas bravuconadas son repetitivas, excepto por los actos mencionados.
El gobierno surcoreano manifestó que respondería con creces a cualquier ataque, EE.UU. reforzó su presencia en las maniobras enviando un destructor y bombarderos con capacidad nuclear, pero pocos toman en serio a Kim Jong-un. La población de Seúl realiza con tranquilidad habitual sus tareas diarias (www.guardian.co.uk, 1/4/13), ya lo escuchó vociferar lo mismo una y otra vez, y la Casa Blanca supone que no pasará de esa retórica. Es que a pesar de que Pyongyang habría realizado un ensayo nuclear subterráneo en febrero último y ensayó con éxito un misil satelital en diciembre del 2012, padece un detallito: es prácticamente seguro que carece de la tecnología necesaria para cumplir los propósitos del “plan de guerra” que, se dice, preparó el mismo Kim Jong-un.
Trascendió también que las paredes del salón de guerra del autócrata están cubiertas de mapas que señalan como objetivos a Guam, Hawai y ciudades estadounidenses situadas al borde del Pacífico. Los especialistas indican que difícilmente podrá Corea del Norte poseer cabezas nucleares del tamaño que permita usarlas en un misil. Estiman que tampoco podrá alcanzar esos blancos con misiles corrientes. James Hardy, experto en Asia del Pacífico, manifestó a la CNN que “a menos que haya habido un viraje milagroso en las fuerzas estratégicas de Corea del Norte, hay poca o ninguna posibilidad de que pueda lanzar un misil a Guam, Hawai o cualquier sitio fuera de la península de Corea donde hay tropas estadounidenses estacionadas” (//globalpu blicsquaree.blogs.cnn.com, 28/3/13).
Es cierto que Pyongyang desarrolló un misil Taepodong-2 que, en teoría, podría alcanzar a Alaska, pero cuando lo probó por primera vez cayó al mar a los 40 segundos, lo cual habla del pobre nivel tecnológico del país. Corea del Norte prosigue su programa de producción del Unha-3 que utilizó para lanzar un satélite al espacio. Pero los fracasos anteriores de este logro fueron muchos y el misil sólo estaba destinado a atravesar la atmósfera. Para llegar a los objetivos declarados, simplemente no sirve (www.washingtonpost.com, 29/3/13).
Kim Jong-un definió la nueva estrategia en una reunión plenaria del comité central de gobernante Partido de los Trabajadores: reestablecer la economía norcoreana y, con esa finalidad, ampliar el programa nuclear para ahorrar inversiones en armas convencionales. Un alto funcionario de su gobierno declaró que las armas nucleares “son la vida de la nación” y que “no se negociarán ni por miles de millones de dólares” (Reuters, 31/3/13). Corea del Norte anunció el martes que reanudaría el funcionamiento de un reactor nuclear que produce plutonio, pero un alto funcionario (estadounidenses) predijo que Pyongyang se echará atrás: “Los norcoreanos quieren que la comunidad internacional los alimente, les suministre petróleo para que sus fábricas funcionen y llene sus cuentas bancarias. Si Corea del Norte fuera autosuficiente, tendríamos un problema mucho más grave” (www.nytimes.com, 2/4/13).
Se oyen, no obstante, algunas voces pesimistas. El general James D. Thurban, comandante en jefe de las tropas estacionadas en Corea del Sur, manifestó que la situación es “tensa, volátil y peligrosa” (//abcnews.go.com, 2/4/13). El Pentágono estaría preparando una estrategia en el caso improbable de que Kim cumpla lo que anuncia, pero lo que más preocupa es la posibilidad de que Pyongyang infiltre los grupos de refugiados norcoreanos: son unos 3,5 millones en China y otros 2,5 millones eventualmente se trasladarían al sur del país vecino. “Sería un desastre humano que nunca experimentamos, habría tantos refugiados, sería una pesadilla el intento de alejar a los civiles del campo de batalla”, afirmó el general (R) Russel Howard (www.csmonitor.com, 29/3/13).
El significativo silencio de China ante la situación debería tranquilizar al general Howard. Siempre ha disgustado a Beijing que Pyongyang se envuelva en retóricas de guerra con EE.UU. y ha intervenido más de una vez a fin de moderar a Kim. Para los expertos, esa mudez refleja la molestia creciente de China por la repetición de estos episodios, en particular el que tiene lugar actualmente. Hasta tal punto es así que se muestra menos irritada por las maniobras militares conjuntas Corea del Sur/EE.UU., cuyo objetivo no es precisamente Corea del Norte. Sobre este punto, los chinos no se engañan. (Página 12)
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