Liceales en EEUU

Un pato de goma y una fiambrera derrotan a laboratorios espaciales

El mayor problema que presentan las tormentas solares para su investigación, a nivel de los grandes laboratorios, es la espontaneidad e impredecibilidad de las mismas.

Para cuando los satélites disponibles están en el espacio, las tormentas suelen haber superado su apogeo y los cálculos, mediciones e incidencia sobre elementos que se quiere remontar al espacio, serán distintos a lo que ocurrirá durante el momento más potente de la tormenta.

“De la Tierra al cielo”

Cuando en abril pasado el Sol desató la tormenta de radiación más intensa desde 2003, los alumnos de las escuelas secundarias de California, participantes en el plan que bautizaron “De la Tierra al cielo”, tenían un plan a concretar. Audaz, claro, pero plan al fin: mandar a “Camila” al espacio.

Camila es un pato (pata sería mejor tal vez) de goma inflable que, adosado a un globo de helio, fue enviado a una altura de 37.000 metros, donde se la expuso a los protones solares de alta energía, casi de inmediato lo que la puso en un lugar privilegiado para “disfrutar” de la tormenta solar.

Los estudiantes (todos  de entre 15 y 17 años) adhirieron al pato una fiambrera modificada, con siete insectos distintos y dos docenas de semillas de girasol. Además cuatro cámaras y un GPS.

Adosaron todo al globo con helio y un paracaídas, haciéndolo viajar hasta el límite exterior de la atmósfera. Al estallar el globo, el pato permaneció flotando en el espacio para comenzar a caer, después de concluído el experimento de exposición a los rayos.

Ahora estudian en laboratorio las diferencias entre el crecimiento de las semillas y las nuevas generaciones de insectos que viajaron al espacio, con los convencionales. Y planean otro viaje del pato de goma.

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