El recalentamiento global: uno de los tantos problemas solucionables
Es raro no encontrar a alguien que hable de eso con mucha preocupación. Algunos políticos tratan mucho el tema, pero cuando llega el momento de actuar, la idea es «que lo haga otro». Y siempre aparecen sociedades no gubernamentales que tratan de hacer algo, y no vamos a negarlo, muchas de ellas mal o bien lo hacen. Pero el problema crece. Algunos recurren a la política más fácil, negarlo, decir que es un embuste, que el planeta no está recalentándose, pero basta con preguntarle a alguien que haya ido a las islas Maldivas o a cualquier maldivo, y va a ver, es una gran verdad. El hielo polar se está derritiendo por el recalentamiento del planeta y el nivel del mar está aumentando. Y este es solo un ejemplo de los grandes problemas que estamos viviendo.
Con todo, no es raro que los que hablan del tema no se informen, solo hablan de sus ideas personales o simplemente hablan por hablar. Lo cierto es que la naturaleza nos ha dotado de innumerables recursos para paliar esos y otros problemas que tiene la humanidad, solo que no nos ponemos a buscarlos. Los gobiernos solo se preocupan en atacar y conquistar al país que tiene más medios (hidrocarburos, por ejemplo), pelear por quién tiene más implementos para matar gente, es decir armas, y cosas por el estilo, pero no toman en cuenta que los desastres naturales los pueden barrer a ellos y sus pretensiones de poder juntos.
Pero vamos a lo nuestro: lo que se puede hacer y muy pocos (si los hay) hacen.
Los desiertos.
En la isla de la Ascensión antes del siglo XIX casi no llovía, se la tenía por desértica. Pero Charles Darwin, un hombre con una gran visión para esas cosas, predijo que si se plantaban árboles las cosas podrían cambiar. De modo que empezaron a plantarlos, y traían y traían plantines; a veces los barcos paraban solo para dejar semillas y/o plantines y se iban. Cuando los arboles crecieron empezaron a aparecer nubes, lluvias, y al final se estableció un microclima en la isla, y ya no es desértica, es un paraíso. Un detalle: con ese mismo principio piensan «terraformar» Marte y/o la luna.
Eso se puede aplicar en casi todos los desiertos del mundo, salvo el de Atacama, que pase lo que pase no va a llover, los Andes condensan las nubes. Pero eso es otro tema, que de todos modos no es insoluble ni mucho menos. Luego lo abordaremos.
Un paréntesis: los arboles, uno por uno, absorben el calor y enfrían el suelo. Cuando son muchos, un bosque, refrescan toda esa región.
Pensemos en el Sahara; antes no era un desierto, era el granero de Roma. Lo sobreexplotaron. Ya conocemos el resultado. Pero la atmósfera y el suelo tienen «memoria» y no se olvidan de esa época dorada, todavía tienen la humedad, y de noche cae un rocío que da vida a la fauna de ese desierto. Si se plantaran árboles, todo ese daño se podría revertir; porque ese suelo en muchos lugares sigue teniendo una «costra», es decir que sigue teniendo sustancias orgánicas, sigue siendo fértil. ¿Y por qué no se hace eso? Bien sencillo: Porque a NADIE le interesa meterse en esa empresa. A los gobiernos locales no les interesa. Y vamos a decirlo de una buena vez, hay racismo de por medio. Si los africanos fueran rubios la comunidad internacional los ayudaría con mucha más prontitud en lo que sea.
Otra cosa: Se dice que en los países pobres se necesita comida. Equivocado. Eso es solo en caso de guerras, terremotos, y/o desastres bien extremos. Esos países necesitan AGUA. Ahora bien, pensemos en esto: Se gastó en 2006 1.000.000.000.000 (un billón) de dolares en guerras. Supongamos que se sacara solo un 0,1% de eso, 1.000.000.000 (mil millones) de dolares en hacer represas, no muy grandes, no se necesitan si son para riego, y luego acueductos, de material barato, digamos plástico (de paso, es el mejor) para llevar agua a esos lugares, como el África sahariana. Fieles a su costumbre, las mujeres harían su quinta, los hombres criarían ganado, harían plantaciones y/o para hacer fuego plantarían arboles… ni hablar de qué pasaría. Sobre los animales domésticos, estos con sus desperdicios esparcen la humedad y fertilizan el suelo. Es más, pensemos en si en esas áreas desérticas solo se bombeara y tirara agua al piso, que corra, aunque nadie la explote… Es obvio, la naturaleza lo agradecería con vegetación, animales, y un lugar propicio para la vida humana. Porque contrario a la creencia popular donde va el ser humano, si respeta la naturaleza, a esta le conviene. Desde siempre, para hacer ciudades lo primero que buscan es agua. Si no hay la traen. Y el agua servida es un tesoro para la naturaleza. Al poco tiempo se pone todo verde. Pensemos en Cártago, las ciudades de los persas, Roma, etc, etc, etc. Pero hablar de eso merece un capitulo aparte. Si el lector lo pide, lo escribiremos.
Por otro lado, en el Sahara hay muchos acuíferos (ríos subterráneos). Sacar agua suficiente de estos no costaría ni cien millones de dólares, se calcula que unos sesenta. Pero a nadie le interesa explotarla. Esto es algo bien sabido en la O.N.U. y muchos otros lugares donde les debería interesar el recalentamiento global y la alimentación del mundo.
En el desierto de Atacama, en Chile y Perú, la situación es distinta, pero no insalvable. Para ser claros, hay que plantar árboles y regarlos hasta que prendan y se hagan un poco grandes, digamos, olivos; estos condensan en sus hojas el agua del rocío y temprano de mañana se produce una pequeña «lluvia» que los regaría para mantener la humedad en un ciclo que no termina, indefinido; eso hacían los incas, y les dijeron a los españoles que no corten los arboles… Ni hace falta mencionar el caso que les hicieron. Fijémonos en lo que es esa parte del mundo…
Lo de plantar olivos no es nada nuevo, los árabes los plantaban en el medio del desierto y hacían un suelo de barro con caída hacia un aljibe para recoger el agua que sus hojas condensaban; podían vivir holgadamente de generación en generación en ese lugar todo lo que quisieran, y todavía hay quienes lo hacen.
Y veamos esto: ¿ha oído alguien de que algún desierto de ahora antes era un bosque y la naturaleza lo destruyó? Mas bien oímos decir «Esto era un bosque paradisiaco, pero cortaron los arboles y ahora es un erial».
Ahora bien, si se eliminaran los desiertos, saldríamos de una para entrar en otra: el mundo se enfriaría demasiado. ¿Qué hacer? Dos cosas: criar bóvidos y ovinos. Ellos calientan el mundo con sus eructos. Otra cosa: Si se cortan los árboles de las orillas de los ríos y arroyos el agua de estos se calienta, si no se cortan se enfría. En eso nos podemos apoyar para controlar la temperatura mundial.
«Amazonia, desvelo del mundo».
Roberto Carlos eso cantaba, «Amazonia, desvelo del mundo» (¿se acuerdan?). Y es cierto. Parece que nadie se da cuenta de lo importante que es. Represas, tala atroz y descarada de árboles, incendios provocados para hacer haciendas, y cosas por el estilo. Y de paso, matanza de indios, etnocidios (¿Usted se ha enterado u oído hablar de eso?).
Hay quien dice que será una monstruosidad, pero esa madera se necesita. Cierto. Se necesita. Y su calidad es inmejorable. Qué se puede hacer para obtener esa madera sin hacer daño a la naturaleza? Si bien ahora solo diremos unas explicaciones simplistas, el tema da mucho que hablar y aclarar, hay muchos modos, pero ahora vamos a mencionar solo dos caminos:
El primero es lo que se llama la tala selectiva. Como la palabra lo dice, hay que elegir el árbol a talar; la ley dice, aunque puede variar según el país que sea, que el árbol a cortar debe tener como mínimo, a 1 metro del suelo un diámetro de 90 cm. Contrario a la creencia popular con eso le hacemos un favor a la naturaleza. El árbol grande no deja crecer al chico; si lo cortamos, los arboles chicos van a crecer más rectos y altos. Dentro de unos cincuenta años, la generación futura tendría más y mejores árboles, y si siguen ese ciclo, la tala puede seguir indefinidamente. Hay quien dice que con eso se dañaría a aves, insectos, reptiles, en fin, la fauna silvestre que lleva viviendo cientos de generaciones en ese árbol. Nadie lo va a negar. Pero esos árboles tarde o temprano caen, y no por eso esa especie desaparece. La naturaleza a veces es severa, hace esas cosas. Y no pasa nada.
Lo de la tala selectiva cualquier boliviano lo sabe. Es que en Bolivia se está haciendo eso, y en muchos casos van muy bien. Pero es un solo país, una fracción del Amazonas.
Pero los taladores talan todos los arboles, dejan ese lugar como si lo hubieran afeitado. Pasamos entonces al segundo camino: Que lo hagan. Pero que replanten. Es decir que si había un curupay, que planten un curupay. Si había un petiribí, que planten un petiribí. Si había un lapacho, que planten otro lapacho. Y así. ¿Y dónde encuentran los plantines? Ahí mismo, al lado del árbol que mataron, sus hijos. Pero tampoco eso hacen.
Este último es, por decirlo así, un arreglo «de segunda»; aunque a la naturaleza le lleva más tiempo sale airosa de eso.
Hay una idea que salta a la vista: que los gobiernos manden al ejército a detener a esos depredadores. Pero en Brasil cualquier brasileño lo sabe, hay muchos políticos que han aceptado soborno para no hacer eso. Como en otros países amazónicos.
Es raro lo que sentimos los uruguayos al respecto. Vemos que en la casa de los vecinos están depredando uno de los medios de vida del mundo, y no podemos hacer nada, es que es en casa ajena. Y los habitantes de los países del Amazonas lo ven en sus propias narices, y al igual que nosotros, no pueden hacer nada. La causa: los que por ley no deben hacer ciertas cosas las hacen. Los que deben impedirlo no lo hacen.
Los gases del efecto de invernadero.
Antes de seguir, por favor que nadie malinterprete lo que va a leer a continuación. Los gases que producen el efecto de invernadero son un gran problema, ningún esfuerzo por reducirlos, si fuera posible a cero, va a estar de más. Lo siguiente es hablar de una de las cosas que se pueden hacer y no se hacen.
Nos vienen enseguida a la mente la emisión de gases que producen el efecto de invernadero. Bien, lo repetido: los árboles los absorberían y solucionarían el problema. El mundo sería otro si los taladores hubieran replantado desde el principio, y no hubieran tratado a las Américas como tierra conquistada (léase «robada»), sino que la hubieran tratado como lo que es, hogar de seres humanos, el origen no importa.
Porque en general los indios, contrario a lo que vemos en los libros de historia y vemos en las películas de Hollywood no peleaban por su tierra. En realidad eran los europeos «civilizados» que sin mediar palabra venían a conquistar (léase «masacrar») a los nativos «salvajes», a los que, aunque muchos no lo crean, hasta ahora no se consideran seres humanos en muchos países de las Américas. Y como a la historia la escriben los ganadores, y en los libros de texto leemos lo que escribieron los asesinos, hay cosas que aunque cualquiera lo sabe, muchos las hablan sin importar si es cierto o no. Eso se llama «oficialismo».
Con este resumen solo vimos una parte del problema, y que solucionando uno, por ejemplo llevando agua a donde se necesita solucionaríamos varios. Y la silvicultura es una de las cosas que precisamos con urgencia, pero no se hace ni mucho menos al nivel que se necesita.
O sea que el cambio climático, el hambre, el efecto de invernadero, son problemas tan, pero tan SOLUCIONABLES…
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